Nacho Álvarez: "Está descartada una ampliación del periodo de cálculo de las pensiones"
La legislatura da sus últimas boqueadas. En este entrevista, el secretario de Estado de Derechos Sociales, economista de referencia de Podemos, repasa los grandes asuntos que han pasado por su despacho
La prudencia de Nacho Álvarez (Madrid, 1977) es de tal envergadura que no hay ninguna respuesta que no comience con el consabido: "Yo creo que…". No es normal en un político esta forma de contestar. Y lo hace, probablemente, porque su perfil es, sobre todo, profesional, aunque enrolado en las filas de Podemos desde el comienzo de la formación. Ajeno al ruido que suele generar su partido, lo cierto es que por su despacho, que es el mismo que ocupaban los altos funcionarios del antiguo sindicato vertical, han pasado los asuntos más trascendentes que ha negociado el Gobierno de coalición en materia económica. Lo que echa en falta son las clases en la Universidad Autónoma, pero no se hubiera perdido por nada del mundo ver la política española desde su privilegiada posición durante los tres últimos años.
PREGUNTA. ¿Qué le hubiera gustado hacer durante esta legislatura y que al final no va a salir adelante?
RESPUESTA. Esta es una legislatura en la que hemos podido desarrollar una gran cantidad de proyectos que formaban parte del acuerdo de coalición. Eso está permitiendo transformar nuestro país y por lo tanto yo, de entrada, me quedo con todos los avances que se han podido dar en estos cuatro años de legislatura. Quizá lo que falte sea una reforma fiscal en mayor profundidad. Se han dado los primeros pasos de una reforma fiscal, pero queda camino por recorrer y creo que esa será una asignatura pendiente.
P. La reforma fiscal no es un asunto cualquiera. Se ha criticado a este Gobierno por dedicarse a paliar los problemas generados en una legislatura tan complicada. Primero por la pandemia y luego por la inflación. Pero paliar los problemas no es resolver las cuestiones de fondo de la economía española. Y uno de ellos es, precisamente, aprobar una reforma para que el sistema tributario sea más justo.
R. Bueno, yo discrepo. Creo que al mismo tiempo que hemos ido resolviendo problemas coyunturales en un marco de dos crisis muy agudas, como han sido la pandemia y las consecuencias de la guerra en el corazón de Europa, se han ido adoptando medidas que están permitiendo empezar a resolver problemas estructurales, históricos. Pensemos, por ejemplo, en la falta de una red de último recurso de prestación contributiva como es el ingreso mínimo vital. Pensemos, por ejemplo, en la necesidad de garantizar unas pensiones estables vinculadas con el crecimiento de la inflación, pero al mismo tiempo que den solidez a la caja de la Seguridad Social para garantizar la sostenibilidad financiera en el futuro. Yo sí creo que se están adoptando medidas que están transformando nuestro país y resolviendo algunos de los problemas estructurales. El desarrollo del plan de recuperación ha inyectado ya en nuestro tejido productivo 23.000 millones. Ahora bien, es verdad que hay problemas estructurales que quedan por resolver. Quizá la reforma fiscal sea la más evidente.
"En esta legislatura, ha faltado una reforma fiscal en profundidad"
P. La elevada deuda pública puede llegar a convertirse en uno de esos problemas estructurales por falta de recaudación, al no haber hecho una reforma fiscal más eficiente en términos de ingresos públicos.
R. Está bien poner el problema de la deuda pública a la luz de lo que ha sucedido en España en la última década. Es verdad que la política fiscal expansiva y la pandemia han tenido como consecuencia un incremento de la deuda pública de 25 puntos del PIB durante esta legislatura. Pero también es verdad que, precisamente por afrontar el problema de la deuda con una política que garantiza el crecimiento económico, estamos siendo capaces de hacer algo que no se hizo en la última crisis. La última crisis incrementó en 70 puntos del PIB la deuda pública, pero la austeridad impidió que se redujera la ratio de deuda sobre el PIB. Sin embargo, en esta ocasión, en los últimos dos años, ya hemos conseguido que esa ratio se reduzca en 12 puntos. Creo que es un cambio muy sustancial que evidencia que cuando un país tiene que afrontar problemas para reabsorber su deuda pública, es mucho mejor hacerlo con una política fiscal expansiva que consolide el crecimiento económico, frente a los recortes de la legislatura del PP, que consolidaron un problema de deuda pública.
P. Estará de acuerdo en que esa política fiscal expansiva ha sido posible gracias a que quien ha cambiado realmente es Europa. Me cuesta creer que si en 2008-2009 hubieran estado ustedes en el poder, hubieran podido doblar el brazo a la canciller Merkel.
R. No cabe duda de que tanto los gobiernos nacionales como las autoridades de Bruselas han aprendido la lección. La austeridad demostró ser un fracaso. Y esta crisis se ha abordado con un giro copernicano en la política económica, un giro que ha permitido el desarrollo de una nueva política macroeconómica. Pero yo diría que siendo esto así, en el ámbito de toda la Unión Europea, el Gobierno español ha sido capaz de ir más allá y ha sido capaz de finiquitar algunos de los dogmas neoliberales, no solo en el ámbito de la política macroeconómica, sino también, por ejemplo, en el ámbito de la política laboral. Hemos impulsado los ERTE, hemos impulsado un crecimiento de más del 30% del salario mínimo interprofesional, hemos regulado la precariedad de nuestro mercado de trabajo para ponerle punto y final. Y creo que precisamente esto demuestra que frente a los dogmas tradicionales neoliberales, este Gobierno ha sido capaz de superarlos y de plantear un nuevo sentido común económico.
P. ¿Piensa que las reglas fiscales se van a volver a poner en marcha el año 24?
R. Debemos ser conscientes de que si hemos podido superar tan rápidamente esta crisis, en parte ha sido porque se suspendieron en el marco de la Unión Europea, y, por lo tanto, a la hora de pensar en el nuevo marco de reglas fiscales con el que debe contar Europa, creo que es imprescindible que ese marco se dote de la suficiente flexibilidad como para practicar políticas anticíclicas en momentos de crisis.
P. Y hablando de sostenibilidad, se ha criticado mucho la subida de las pensiones, porque no se ha hecho una reforma en profundidad, lo que impide garantizar su futuro. ¿No es necesaria una reforma en profundidad que vaya más allá, por ejemplo, de la ampliación del periodo de cálculo?
R. También en materia de pensiones diría que este Gobierno ha demostrado un giro copernicano. Hemos dejado claro que es posible realizar reformas en el ámbito de las pensiones sin volver a los recortes del Partido Popular. Hemos vinculado el crecimiento de las pensiones con el IPC y, para que esto sea posible, lo que se está haciendo es buscar ingresos para la caja de la Seguridad Social. Es decir, es posible reconciliar la suficiencia social de las prestaciones con la suficiencia actuarial financiera del sistema. Pero, claro, esto pasa lógicamente por avanzar en la segunda parte de la reforma del sistema de pensiones, que requiere el destope de los ingresos más altos y una ampliación del mecanismo de equidad intergeneracional.
"Confío en que seremos capaces de acordar una reforma del sistema que garantice una mejora de los ingresos futuros"
P. ¿Qué va a pasar con la reforma? Europa todavía no ha recibido ninguna propuesta y ya estamos fuera de tiempo.
R. España tiene que hacer la segunda parte de la reforma, pero descartando una ampliación del periodo de cálculo. No puede ser que después de haber cambiado el paradigma en materia de pensiones y de haber demostrado que podemos reformar el sistema, garantizar las prestaciones y no hacerlo con recortes, volvamos a recetas del pasado como la que se aplicó en 2011. Por lo tanto, confío en que seremos capaces de acordar una reforma del sistema que garantice una mejora de los ingresos futuros, es decir, que comprometa esos tres puntos del PIB que necesitamos para garantizar las pensiones, pero que lo hagan fundamentalmente por la vía del destope de los ingresos más altos y no recortando las prestaciones futuras.
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P. Sería un destope total o parcial, digamos, con unos límites que sean asumibles por parte de las empresas, porque al final son quienes pagan la mayor parte de las cotizaciones.
R. Lógicamente, va a ser un destope progresivo.
P. Entre los asuntos sociales que ha mencionado, está la política de vivienda. Parece que hay un preacuerdo y que todavía está a la espera de la luz verde de una parte del Gobierno…
R. A mí me parece incomprensible que la ley de vivienda siga bloqueada en este momento en el trámite parlamentario. Yo creo que es urgente que se pueda aprobar rápidamente, porque es lo que va a permitir que las próximas generaciones de jóvenes puedan acceder a un alquiler o puedan acceder a una vivienda en condiciones más fáciles. Esto es a medio plazo, pero a corto necesitamos hablar de los incrementos que se están produciendo en las hipotecas variables y desarrollar alguna medida que tope estos incrementos para evitar que millones de hogares pierdan poder adquisitivo.
P. A lo mejor también es un problema de oferta. Se habla poco de ello y se prefiere subvencionar. ¿No sería mejor que las administraciones sacaran suelo gratuito y así se pudieran construir pisos? El suelo representa normalmente más de la mitad del precio de una vivienda.
R. No son cosas contradictorias, se están haciendo las dos cosas. Pero lo que no se puede olvidar es la necesidad de regular los alquileres en zonas tensionadas, en zonas donde la oferta difícilmente puede aumentar. Precisamente, para garantizar el acceso de los jóvenes a la vivienda. Yo recuerdo que España durante décadas ha sido el país que más viviendas ha construido en Europa. De hecho, el número de viviendas que tenemos por habitante es de los más altos de Europa y aun así no hemos resuelto el problema de los elevados precios ni del acceso de los jóvenes a la vivienda. Y esto no solamente sucede en Madrid o en Barcelona, sucede en todas las capitales de provincia. Por lo tanto, yo diría que efectivamente las medidas de oferta son importantes, pero ya se han venido abordando en las últimas décadas. Lo importante ahora es ser capaces de regular las zonas tensionadas y de generar incentivos, tal y como plantea la ley, para que los propietarios puedan reducir los precios de los alquileres.
P. Hablando de los jóvenes, uno de los asuntos importantes que pusieron en la agenda pública cuando llegaron era lograr que muchos jóvenes que tuvieron que irse de España en los años de la crisis volvieran a España. No parece que se haya hecho mucho.
R. En los últimos años, se ha visto que la salida de jóvenes se ha detenido y que se está produciendo, de hecho, un cierto retorno en comparación con lo que pasó hace una década. Aquí la clave está en la situación de la economía española frente a lo que Feijóo planteaba el año pasado. Decía que nos dirigimos a una profundísima crisis económica. Lo que vemos es que la situación macroeconómica es razonablemente sólida. España ha crecido un 5,5% el año pasado. Tenemos una cifra de empleo récord, con más de 20,5 millones de ocupados. El paro registrado está por debajo de los tres millones y España lidera en el ámbito de la Unión Europea la reducción de la inflación. Este contexto macroeconómico está permitiendo que algunos jóvenes retornen de nuevo a España después de la salida que se produjo en los años de austeridad y de recortes.
"Me parece incomprensible que la ley de vivienda siga bloqueada en el trámite parlamentario"
P Sí, pero también es el único país que todavía no ha recuperado los niveles de PIB respecto del año 19, antes de la pandemia. Por eso crece más, porque todavía está recuperando el camino perdido.
R. Bueno, yo creo que en eso hay mucho debate, mucho debate.
P. Sí que lo hay, pero es lo cierto.
R. Tenemos ya datos que están muy por encima de como estábamos al inicio de la pandemia. En todo caso, yo diría que la gestión de esta crisis ha demostrado que ha sido posible recuperar tanto el nivel de actividad económica como el nivel de empleo de forma mucho más rápida de lo que sucedió hace una década.
P. ¿No hay un riesgo de que España, después de tantas crisis, acabe siendo una economía excesivamente subvencionada?
R. La prueba es que España está creciendo rápidamente. Y tanto el Gobierno como el Fondo Monetario o la Comisión Europea estiman que continuará haciéndolo. Creo que ese riesgo no existe. Los fondos del plan de recuperación están precisamente permitiendo aprovechar el impacto coyuntural que tienen para transformar de forma estructural sectores clave de nuestra economía. Por primera vez en décadas, tenemos una política industrial, algo que no habíamos tenido hasta ahora. Durante muchos años, hemos dicho que la mejor política industrial era la que hacía el mercado.
P. ¿Por qué no está en el debate público la productividad? Aumentar el potencial de crecimiento pasa necesariamente por un aumento de la productividad.
R. Es verdad que quizás esta es una cuestión muy técnica que no forma parte del debate del día a día, del debate político. Pero esto no quiere decir que no forme parte de la reflexión del Gobierno, en dos sentidos. En primer lugar, el Gobierno tiene una clara preocupación por elevar el crecimiento de la productividad en los próximos años, de ahí la decisión de optar por una política industrial que dirija las inversiones hacia los sectores con mayor capacidad de arrastre. Y en segundo lugar, el Gobierno tiene una preocupación de que se produzca un reparto de esta productividad. Reducir la desigualdad no pasa solamente por la capacidad de predistribución que tiene el Estado y las políticas públicas. Pasa también por medidas de predistribución, como el salario mínimo interprofesional, como una reforma laboral que ha potenciado la negociación colectiva para que esa productividad pueda llegar al conjunto de los hogares y no ser capturada exclusivamente por los beneficios empresariales.
P. Pero le recuerdo que los datos más recientes han confirmado que los salarios siguen perdiendo peso en la tarta nacional en favor de los beneficios.
R. El Gobierno ha hecho un esfuerzo muy importante para evitar la pérdida de la capacidad adquisitiva de los salarios y para garantizar su estabilidad. Ha incrementado el SMI, pero también ha adoptado medidas que de alguna forma suponen una mejora de lo que podríamos llamar el salario indirecto. Ha bonificado el transporte, ha subvencionado los 20 céntimos de los combustibles, ha establecido un tope al gas para frenar la inflación y por lo tanto para que mejore esa capacidad adquisitiva, ha puesto en marcha un cheque de 200 euros para más de cuatro millones de hogares… El país, en definitiva, ha ido desarrollando una serie de medidas que, además, se financian con impuestos extraordinarios.
"La salida de jóvenes se ha detenido y se está produciendo un cierto retorno"
P. ¿Por qué se niegan a deflactar la tarifa del IRPF? Las rentas medias serían las más beneficiadas.
R. Bueno, de hecho, las medidas a las que me refería afectan muy claramente a las clases medias.
P. Digo en términos estructurales, incluyendo una rebaja de forma automática, por ejemplo, en la Ley General Tributaria, como han propuesto algunos fiscalistas.
R. Cuando se bonifica el transporte, afecta al conjunto de las clases medias. Cuando se decide subvencionar los 20 céntimos de los combustibles, está afectando al conjunto de las clases medias. Pero es más, en la reforma fiscal vinculada a los presupuestos de 2023, se tomó una medida similar aumentando el mínimo exento en los rendimientos del trabajo y esto estaba afectando también a millones de hogares en este país.
P. Pero no a esas clases medias, a las que ingresan al año 30.000 o 40.000 euros.
R. Una medida como la deflactación propuesta por el Partido Popular era muy regresiva, afectaba fundamentalmente a los tramos altos de renta, y por lo tanto el Gobierno ha priorizado la acción sobre los colectivos más vulnerables.
P. No, yo no me refiero a la del Partido Popular, me refiero a una medida estructural, una especie de obligación del Gobierno de turno para que no se produzca una subida fiscal en frío.
R. Queda todavía por hacer. En este momento, lo que estamos planteando es una bonificación del 14% para una cesta básica en torno a una veintena de productos, que son los productos que de forma generalizada forman parte del consumo básico de los hogares. Una bonificación que se podría financiar con cargo a los nuevos impuestos que se están legislando, los impuestos extraordinarios sobre las empresas eléctricas, sobre la banca o el impuesto sobre las grandes fortunas, y que permitiría resituar de nuevo los precios de esa canasta básica de consumo en el punto en que estaban hace exactamente un año, cuando se inició la guerra en el corazón de Europa y cuando el crecimiento de los costes energéticos nos llevó a la inflación.
P. ¿Cómo se podría articular esa subvención?
R. Sería muy similar a la que vimos con las gasolineras. Los ciudadanos verían un descuento del 14% en 20 productos en caja, mientras que las empresas, a su vez, liquidarán esta bonificación con la Agencia Tributaria a través del IVA.
P. Pero eso es una ayuda de carácter general, que no es precisamente lo que están reclamando tanto la Comisión Europea como el FMI, que buscan focalizar las ayudas. Los ricos también consumen alimentación.
R. Sí, pero con una diferencia. Y es que el peso que tiene la cesta de la compra sobre el porcentaje de ingresos de un hogar es mucho mayor en el caso de las familias de menos ingresos. Esta medida sería claramente progresiva, porque impactaría en mucha mayor medida sobre los ingresos de las familias de renta baja que sobre las familias de renta alta.
P. De nuevo, son medidas coyunturales que no atacan el funcionamiento de la cadena de valor.
R. Hay que ser capaces de conjugar las medidas de coyuntura con las medidas estructurales. Tenemos una ley de cadena alimentaria que precisamente busca abrir a la competencia el sector alimentario. Pero al mismo tiempo hay que actuar con rapidez para evitar que se pierda capacidad adquisitiva de los salarios en el ámbito de la alimentación y, por lo tanto, una cosa no quita la otra. En las dos direcciones se puede avanzar.
"Nos hemos equivocado en muchas cosas. La última, en firmar un código de buenas prácticas que en materia hipotecaria no despega"
P. Algo parecido sucede con los impuestos a la banca y las energéticas. ¿No sería mejor atacar el impuesto de sociedades?
R. Durante esta legislatura, se han dado los primeros pasos de una reforma fiscal, no solo con estos impuestos, sino también con otros. Por ejemplo, eliminar deducciones que ahora se daban en el impuesto de sociedades. Eso no se ha hecho con carácter coyuntural, sino estructural, y va a permitir mejorar los ingresos de la Hacienda pública. De hecho, hemos convergido, hemos cerrado casi la mitad del gap que teníamos con Europa en materia de recaudación con relación al PIB. Y esto en absoluto está suponiendo que se vayan inversores de nuestro país. Al contrario, siguen llegando. ¿Por qué? Porque el motivo fundamental para explicar la llegada de los inversores a una economía tiene que ver con la estabilidad de esa economía. Tiene que ver con los fundamentos que explican su crecimiento. Y en el caso de la economía española, los fundamentos que explican el crecimiento y su sostenibilidad son muy claros, y por lo tanto los inversores seguirán llegando. Aun teniendo una fiscalidad como tenemos, que es más progresiva y que pide un esfuerzo mayor a las grandes empresas y a los grandes patrimonios.
P. Escuchándole, me llama la atención que el Partido Popular —hoy mismo [por el lunes] lo ha dicho su portavoz, Cuca Gamarra— hable de Gobierno comunista. No parece que se esté haciendo mucho comunismo.
R. Creo que el Partido Popular sigue anclado en la voluntad de destruir la acción de gobierno por cualquier medio, es una oposición muy poco racional y, desde el punto de vista intelectual, muy pobre. Este Gobierno ha demostrado, con sus aciertos y con sus errores, que ha sido líder en Europa a la hora de reducir la inflación; que ha sido líder en Europa a la hora de implementar el plan de recuperación. Somos el país que más rápido lo está ejecutando. Yo creo que la oposición que hace el Partido Popular sencillamente no está a la altura de las necesidades que tiene en este momento nuestro país.
P. ¿A qué ha tenido que renunciar Nacho Álvarez en esta legislatura?
R. A dar clases en la universidad, que es algo que me gusta mucho.
P. Políticamente.
R. La política es un deporte de equipo, nunca un deporte individual. Y en un once titular de cualquier equipo de fútbol hay defensas, centrocampistas y delanteros. Lo importante no es a qué renuncie cada uno de esos jugadores para que el partido salga bien, sino si el equipo funciona para que el partido salga bien.
P. Lo que sucede es que en el fútbol se suele decir que lo que pasa en el campo, se queda en el campo, y no parece que eso haya ocurrido en el Consejo de Ministros.
R. Bueno, en muchas ocasiones también lo que pasa en política se queda en política. No es una cuestión menor. Obviamente, son temas muy importantes, pero la clave, insisto, está en que este Gobierno de coalición está siendo capaz de atender a la coyuntura de dos crisis muy duras, al tiempo que es capaz de desarrollar medidas que están transformando nuestro país.
"Seguramente tengamos que repensar la actuación que hacemos dirigida a los hogares que tienen un crédito hipotecario"
P. ¿No es demasiado triunfalista?
R. Nada más lejos de la realidad, yo quiero huir del triunfalismo. Precisamente yo he dicho en varios momentos en la entrevista que creo que quedan cosas por hacer, que incluso en lo que queda de legislatura hay asignaturas pendientes.
P. ¿En qué se ha equivocado el Gobierno en materia económica?
R. Seguramente, nos hemos equivocado en muchas cosas. Quizá la última, en firmar un código de buenas prácticas que en materia hipotecaria no termina de despegar, y seguramente tengamos que repensar la actuación que hacemos dirigida a los hogares que tienen un crédito hipotecario.
P. Le recuerdo que el Estado es el primer accionista de CaixaBank.
R. Nosotros hemos venido insistiendo en que no se puede producir la venta de ese paquete accionarial, porque es clave para que el Estado pueda mantener una posición activa dentro del sector financiero y, en particular, dentro del sector bancario.
La prudencia de Nacho Álvarez (Madrid, 1977) es de tal envergadura que no hay ninguna respuesta que no comience con el consabido: "Yo creo que…". No es normal en un político esta forma de contestar. Y lo hace, probablemente, porque su perfil es, sobre todo, profesional, aunque enrolado en las filas de Podemos desde el comienzo de la formación. Ajeno al ruido que suele generar su partido, lo cierto es que por su despacho, que es el mismo que ocupaban los altos funcionarios del antiguo sindicato vertical, han pasado los asuntos más trascendentes que ha negociado el Gobierno de coalición en materia económica. Lo que echa en falta son las clases en la Universidad Autónoma, pero no se hubiera perdido por nada del mundo ver la política española desde su privilegiada posición durante los tres últimos años.
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