CCOO y UGT enfrían el optimismo de Escrivá con las pensiones: "No hay nada nuevo"

Según quien haga las declaraciones, pensará que la reforma para garantizar la sostenibilidad del sistema público de pensiones es inminente, está estancada o, directamente, es imposible. El ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, aseguró en Bruselas que habrá un acuerdo a tres bandas en las próximas semanas: finales de febrero o principios de marzo. Esto es, pacto entre los partidos que sostienen al Gobierno, la Comisión Europea y los sindicatos.

Las posiciones están todavía muy alejadas, ya que la Comisión reclama bajar la tasa de sustitución de las futuras pensiones por la vía del aumento del periodo de cómputo. Esto es, que quienes se jubilen en las próximas décadas tengan una prestación algo más baja de la que tienen quienes se jubilan hoy en función de lo cotizado. Sin embargo, para Unidas Podemos y para los sindicatos este camino no es negociable.

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El ministro sorprendió con unas declaraciones en que afirmaba que el acuerdo estaba ya cerca, pero los sindicatos echan un jarro de agua fría: no hay novedades en la negociación porque ni siquiera hay negociación. “No hay nada nuevo, solo las declaraciones del ministro”, explica un alto representante sindical.

Para CCOO y UGT, es necesaria esta reforma de las pensiones para subir las cotizaciones sociales a los trabajadores y las empresas y así elevar los ingresos del sistema. Sin embargo, no quieren ni sentarse a negociar sobre la ampliación del periodo de cómputo. Las propuestas que supongan más ingresos son bien recibidas por los sindicatos, pero no así las que impliquen menos gasto.

Lo que sí es comprensible es que Escrivá esté negociando esta medida directamente con Bruselas sin contar con la participación de los sindicatos. El motivo es que han sido las propias centrales quienes se han autoexcluido. El secretario general de CCOO, Unai Sordo, ya advirtió al Gobierno en una entrevista concedida a este periódico de que no se sentaría a negociar ningún recorte del gasto en pensiones si antes no tiene garantizada la mayoría parlamentaria para sacar la medida adelante.

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En una rueda de prensa reciente, el vicesecretario de Política Sindical de UGT, Fernando Luján, aseguraba que las negociaciones con el ministerio “se encuentran en punto muerto”. Es posible que Escrivá siga avanzando en el desarrollo de un texto que sea aceptable para los dos sindicatos, pero a día de hoy, las negociaciones son inexistentes.

Escrivá ni siquiera tiene el apoyo de Unidas Podemos, que está del lado de los sindicatos en esta negociación. En otra entrevista en este periódico, Nacho Álvarez, secretario de Estado de Derechos Sociales, negaba la posibilidad de ampliar el periodo de cómputo. “España tiene que hacer la segunda parte de la reforma, pero descartando una ampliación del periodo de cálculo”, señaló.

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Sin el apoyo de sus dos soportes fundamentales en España, Podemos y sindicatos, Escrivá tiene que buscar un acuerdo con la Comisión Europea que permita modificar los términos del plan de recuperación pactado inicialmente. O, al menos, que Bruselas acepte mirar para otro lado si presenta una reforma que no cumpla con lo acordado.

Para conseguirlo, es fundamental que la Comisión Europea acepte los cálculos más favorables que realiza el ministerio sobre la evolución de la inmigración, la natalidad y el empleo en España. Si consigue convencer a los responsables europeos de que el mercado laboral español va a experimentar una mejora estructural como consecuencia de la reforma laboral, entonces se podrá contar con unos ingresos superiores a los estimados actualmente. Solo así, Escrivá puede presentar una reforma que esquive el ajuste del gasto en pensiones a futuro. De lo contrario, la sostenibilidad no quedará garantizada y el visto bueno de la Comisión estará en peligro.