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Moncloa tiene las recetas para convertir a España en una potencia... pero no quiere aplicarlas
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Cómo elevar la productividad

Moncloa tiene las recetas para convertir a España en una potencia... pero no quiere aplicarlas

La Oficina de Prospectiva dependiente del Presidente ha elaborado un podcast en el que recoge las medidas para elevar la productividad en España, recetas ampliamente ignoradas

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Oliver Hoslet)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Oliver Hoslet)
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¿Puede ser España una potencia económica? Sin duda, la pregunta se las trae. Aquí un intento: Respuesta corta, "no"; respuesta larga es "sí, pero no lo conseguirá". Los expertos de la Oficina Económica de Moncloa han reflexionado sobre esta cuestión, no solo eso, han hecho un capítulo de un podcast en el que recopilan las recetas que necesita España para ganar productividad y evitar, entre otras cosas, el ‘sorpasso’ de los países del este de Europa. El episodio cuenta con la participación de reconocidos expertos, como Javier Ferri, profesor de la Universidad de Valencia o José Juan Ruiz, presidente del Real Instituto Elcano o Xabier Goenaga, investigador de la Comisión Europea.

"Convertirse en una potencia económica de aquí a 2050 es un objetivo que España tiene al alcance de la mano", concluye el podcast. Moncloa expone cuáles son las medidas necesarias para que España pueda competir con los grandes países del mundo, o, al menos, que evite quedarse rezagada respecto al resto del continente. Esto es, justo lo contrario de lo que ha ocurrido desde el año 2019. Es importante para cualquier gobierno pensar en el largo plazo y elaborar este tipo de hojas de ruta, pero lo verdaderamente fundamental es ponerlas en práctica. Y ahí es donde Moncloa ignora sus propios consejos.

Foto: Imagen de la bandera de España en la plaza de Colón (Madrid). (EFE/David Fernández)

Una de las claves para ganar productividad, según el propio podcast, es la formación de los ciudadanos para que sean capaces de desarrollar tareas de mayor valor añadido. Para lograrlo es necesario invertir en educación, pero España se encuentra sistemáticamente entre los países europeos que le dedican menos recursos. No es un problema exclusivo de este Gobierno, pero sí es un problema que no ha abordado. En 2019 el gasto público en educación era de apenas el 4% del PIB, el cuarto dato más bajo de toda la eurozona. Se trataba del 9,6% del gasto público; en 2021 esta cifra bajó al 9,1%.

En cuanto a los planes de futuro, el último Programa de Estabilidad de España (donde plasma la estrategia fiscal a medio plazo) el Gobierno planea que el gasto en educación seguirá estancado en el 4,1% del PIB. Esto es, se estancará el gasto en educación un 20% por debajo de la media de la eurozona. No es de extrañar, por ejemplo, que en los últimos años sean recurrentes las noticias de miles de jóvenes que se quedan sin poder estudiar la Formación Profesional que quieren por falta de plazas.

En 2021 el gasto total en educación superior (universidad y FP) fue de 7.700 millones de euros. Esta cifra es poco más de la mitad del coste que tendrá indexar las pensiones al IPC en 2023. Esto es, en solo un año el gasto en pensiones sube tanto como dos veces el presupuesto total para la educación superior. El problema del gasto en educación es que genera efectos solo en el largo plazo. El gasto en pensiones, por el contrario, ayuda a ganar elecciones (o a no perderlas) en el cortísimo plazo. La Oficina de Prospectiva de Moncloa también ha detectado que la inversión en I+D es clave para impulsar la productividad. "Empresas innovadoras, con procesos innovadores, que sean capaces de impulsar la economía".

Sin embargo, el Gobierno no ha puesto el énfasis de su política empresarial sobre la mejora de la productividad. De hecho, lo que ha ocurrido en los últimos años es que se ha introducido una gran incertidumbre fiscal por el debate continuo de subidas de impuestos a las empresas. Esto es, se ha creado un escenario poco propicio para que las empresas se lancen a invertir. No solo se trata de la creación de nuevos impuestos, también se ha introducido un tipo mínimo en el impuesto sobre sociedades que las empresas no pueden rebajar ni siquiera utilizando los beneficios fiscales de la inversión. Pero no es la única polémica de los últimos años: en 2019, en la recta final de la primera legislatura de Pedro Sánchez, el PSOE impulsó en el Pacto de Toledo la idea de que los robots coticen a la Seguridad Social para pagar las pensiones. Esto es un impuesto más a la productividad. Como es bien sabido, esas recomendaciones no llegaron a aprobarse porque Podemos se levantó de la mesa en el último momento, y después, con la pandemia, se ha pospuesto el debate. Pero la idea sigue ahí.

España tradicionalmente se ha situado a la cola de los países desarrollados en I+D y lo sigue siendo con el actual Gobierno. En 2019 la inversión fue del 1,25% del PIB, uno de los peores registros de toda la OCDE. En el año 2020 subió ligeramente este indicador, pero fue consecuencia del desplome económico provocado por la pandemia, alcanzando el 1,4% del PIB. Los resultados de este bajo nivel de inversión se observan, por ejemplo, en la productividad por trabajador.

En el tercer trimestre del año la proactividad era 5 puntos inferior a la que había antes de la pandemia y 6 puntos inferior a la del tercer trimestre de 2018, coincidiendo con la llegada de Sánchez a Moncloa. Esto es, la productividad, lejos de mejorar, está menguando y el crecimiento se sustenta sobre la creación de empleo. Esto es, sobre la acumulación de más factores de producción y no sobre la mejora de los ya existentes.

El envejecimiento es un gran reto para el crecimiento del PIB per cápita, ya que a medida que hay más jubilados es necesario que quienes siguen trabajando produzcan más para compensar las salidas del mercado laboral. El podcast de Moncloa, sin embargo, es optimista. Considera que la economía de los cuidados puede dar un impulso al PIB, aunque se trata de uno de los sectores con menor nivel de productividad ya que es muy intensivo en mano de obra que no puede automatizarse. Nadie pensaría que un país que vive de cuidar a sus mayores pueda ser una potencia.

Foto: Fotografía de la emisión de billetes de 100, 200 y 500 euros. (Reuters/Antonio Bronic)

La Oficina de Prospectiva también recomienda que es necesario elevar la tasa de empleo entre los trabajadores sénior. Esto es, evitar que los trabajadores de más edad se jubilen para que sigan produciendo. Es cierto que el Gobierno ha introducido desincentivos a la jubilación anticipada, sin embargo, también ha aprobado políticas que privilegian a los pensionistas, mientras que ha subido los tipos de cotización a los trabajadores. Esto es, se han adoptado medidas pensando en garantizar una buena situación de los pensionistas en vez de mejorar el empleo.

Todas estas recetas de Moncloa para mejorar la productividad coinciden con las recomendaciones de la mayoría de expertos. Sin embargo, estas políticas no están en el centro de la estrategia política. De hecho, en muchas ocasiones se han diseñado normas que van en la dirección opuesta. ¿Realmente España conseguirá ser una potencia económica en 2050?

¿Puede ser España una potencia económica? Sin duda, la pregunta se las trae. Aquí un intento: Respuesta corta, "no"; respuesta larga es "sí, pero no lo conseguirá". Los expertos de la Oficina Económica de Moncloa han reflexionado sobre esta cuestión, no solo eso, han hecho un capítulo de un podcast en el que recopilan las recetas que necesita España para ganar productividad y evitar, entre otras cosas, el ‘sorpasso’ de los países del este de Europa. El episodio cuenta con la participación de reconocidos expertos, como Javier Ferri, profesor de la Universidad de Valencia o José Juan Ruiz, presidente del Real Instituto Elcano o Xabier Goenaga, investigador de la Comisión Europea.

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