Es noticia
Por qué la inflación crece menos en España: una noticia buena y otra mala
  1. Economía
EL 'MIX' ENERGÉTICO ES UNA DE LA CLAVES

Por qué la inflación crece menos en España: una noticia buena y otra mala

La distancia entre la inflación de España y de la eurozona se ensancha, hasta el punto de que ya es el segundo país con menos presión de los precios. Existen, al menos, cuatro causas que ayudan a explicar lo que está sucediendo

Foto: Precios en una carnicería. (EFE/J. L. Cerejido)
Precios en una carnicería. (EFE/J. L. Cerejido)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

La noticia buena es que la inflación española se ha situado como la segunda más baja de la eurozona (tras Francia), la mala es que esta evolución tiene mucho que ver con que el ajuste del PIB está siendo más severo que en la mayoría de los países del euro, además de otros factores de política económica. En particular, los derivados de la estrategia energética del Gobierno o la exposición de cada país al consumo de gas para sus procesos industriales o la demanda doméstica.

El producto interior bruto, en concreto, crece ya en tasa trimestral (respecto del mismo periodo anterior) un 0,2%, lo mismo que en el área del euro, pese a que España es la única de las grandes economías que todavía no ha recuperado los niveles de PIB previos a la pandemia. Otro de los factores que lo explican tiene que ver con la agresiva estrategia del Gobierno a la hora de comprar inflación.

*Si no ves correctamente este formulario, haz clic aquí

Muchas de las ayudas al consumo energético —por ejemplo, los carburantes— son de carácter universal y no se centran únicamente en los sectores más vulnerables, como vienen sugiriendo desde hace tiempo los organismos internacionales, lo que ayuda a tumbar el avance de los precios, al igual que lo hacen factores como la excepción ibérica, que ha tenido una influencia relevante en la contención de la inflación. La vicepresidenta Calviño llegó a estimar hace unas semanas que las medidas del Gobierno (temporales) han restado alrededor de 3,5 puntos porcentuales al crecimiento de la inflación.

Electricidad de origen nuclear

Una última causa también lo explica de forma determinante. España es uno de los países europeos menos dependientes del gas natural: ruso o no ruso. Y no es casualidad que Francia (7,1% de inflación) sea el otro territorio donde menos ha crecido el IPC. Precisamente, por su alta dependencia de la electricidad de origen nuclear, no del gas.

Los países bálticos (donde el IPC se sitúa por encima del 20%), Alemania (11,6%), Italia (12,8%) y Países Bajos (16,8%), por el contrario, son quienes soportan más inflación, y son justamente los mayores consumidores de gas. O, expresado de otra forma, el mix energético de España está más diversificado que en el centro y el norte de Europa, mientras que Francia se apoya en su potente generación eléctrica de origen nuclear, por lo que está menos afectada por los precios del gas.

No es el caso del resto de Europa. El gas es la fuente de energía principal en el sector manufacturero, y más del 90% de lo consumido en la zona del euro es importado. Castiga más, por lo tanto, a los países más industrializados. Este es el caso de Alemania (automóvil, bienes de equipo o industria química) y el norte de Italia, cuyo único proveedor, históricamente, siempre ha sido Rusia. No hay que olvidar tampoco que el gas es la principal tecnología de respaldo en la generación de electricidad, lo que permite dar respuesta a las fluctuaciones de la demanda de energía eléctrica. Tampoco es irrelevante que, según el BCE, la energía contribuye directamente alrededor de la mitad del crecimiento de los precios.

Esto se demuestra a través de un dato inapelable. Mientras que la inflación de España, incorporando todos los componentes de la cesta de la compra, se sitúa 3,4 puntos porcentuales por debajo de la media de la eurozona, la subyacente, que excluye las rúbricas más volátiles, como la energía y los alimentos no elaborados, se encuentra en niveles muy parecidos. En concreto, un 6,4% en la zona euro, frente al 6,2% de España. Es decir, que la diferencia está, precisamente, en los costes de la energía.

Consumo de los hogares

En lo que respecta a la coyuntura económica y su influencia sobre la inflación, una simple comparación refleja la intensidad del ajuste que sufre la economía española, en parte por su estructura productiva, muy volcada a sectores ligados a la movilidad (turismo u hostelería), que fueron, precisamente, las más castigadas durante la pandemia. Hace apenas tres trimestres, la economía crecía más de cuatro veces que en la eurozona (un 2,3% frente al 0,5%); entre abril y junio, sin embargo, la diferencia ya era de menos del doble (1,5% frente al 0,8%), pero entre julio y septiembre la distancia se ha evaporado. En el tercer trimestre de este año, que son las cifras más recientes, el gasto en consumo final de los hogares experimentó una tasa interanual del 1,5%, lo que significa un punto menos que en el trimestre pasado.

España, de hecho, ya crece lo mismo que la eurozona, un 0,2%, principalmente por el ajuste que se ha producido en el consumo de los hogares, que es el componente que más pesa en el PIB. El gasto de los hogares ha pasado de aumentar en tasa interanual un 4,6% al finalizar el año pasado a un 1,5% en el tercer trimestre de este año. Esto tiene que ver, fundamentalmente, con el agotamiento del impulso derivado de la apertura de la economía tras el covid.

Es decir, la normalización poscovid ha acabado y, ante la falta de tracción de otras actividades, la economía se ha frenado de forma intensa. Menos actividad, lógicamente, significa menos presión de los precios. Entre otras razones, porque los salarios están creciendo en España menos que en la eurozona, lo que supone un freno al poder adquisitivo de las familias, que han visto cómo se erosiona su capacidad de gasto, tanto por el deterioro del ahorro almacenado durante el covid como por la congelación de su principal fuente de generación de rentas: los salarios. Algunos datos lo reflejan con claridad.

Con información hasta el segundo trimestre de este año, los costes laborales en la eurozona, según Eurostat, están creciendo a un ritmo anual del 4%, con ocho países por encima del 10%. Entre ellos, algunos de los más inflacionistas. En Hungría están creciendo nada menos que en un 14,9%, mientras que en Bulgaria el avance es del 14,6%. En Estonia y Lituania, a la cabeza del IPC en la eurozona, también están subiendo por encima del 10%, incluso por encima de lo que lo hace el IPC en el conjunto de la región.

¿Qué está sucediendo en España? Pues ni más ni menos que los costes laborales están subiendo apenas un 2,1%, que se convierten en el 2,6% si se tienen en cuenta únicamente los salarios, muy por debajo de la inflación media con que acabará el año: en torno al 8%-8,5%.

La noticia buena es que la inflación española se ha situado como la segunda más baja de la eurozona (tras Francia), la mala es que esta evolución tiene mucho que ver con que el ajuste del PIB está siendo más severo que en la mayoría de los países del euro, además de otros factores de política económica. En particular, los derivados de la estrategia energética del Gobierno o la exposición de cada país al consumo de gas para sus procesos industriales o la demanda doméstica.

Inflación Eurozona IPC
El redactor recomienda