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Jordi Puigneró, el vicepresidente y 'conseller' caído de la Generalitat que nunca estuvo allí
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Jordi Puigneró, el vicepresidente y 'conseller' caído de la Generalitat que nunca estuvo allí

El 'conseller' cesado deja una obra política escasa tras salir la 'conselleria'. En Infraestructuras vivió de la herencia recibida, no supo interlocutar con Madrid y hubo muchos vacíos digitales

Foto: Jordi Turull, Laura Borràs y Jordi Puineró. (EFE/Enric Fontcuberta)
Jordi Turull, Laura Borràs y Jordi Puineró. (EFE/Enric Fontcuberta)
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Muchos catalanes se enteraron esta semana que tenían un 'conseller' de Políticas Digitales e Infraestructuras. Era como si nunca hubiese estado allí. Que además era vicepresidente de la Generalitat y que se llamaba Jordi Puigneró, cesado esta semana por Pere Aragonès. Cuando lo más notable de tu carrera política es tu caída y la crisis política que provoca, algo va muy mal. Con un presupuesto anual de 2.270 millones de euros, Puigneró llevaba áreas tan importantes como la movilidad, las carreteras, el transporte o las políticas digitales, aunque solo era experto en estas últimas. Su único momento de gloria fue el lanzamiento del nanosatélite a través de lo que pomposamente se denominó 'la Nasa catalana'. El lanzamiento con éxito del nanosatélite Aïna fue su momento cumbre.

Uno de los retos de Pere Aragonès es llenar el vacío, ya que JxCAT se niega a nombrar sucesor y ha pedido la restitución de Puigneró para zanjar la crisis del Govern sin éxito. Tradicionalmente, la 'conselleria' de lo que antes se llamaba Obras Públicas era muy importante y la ocupaban pesos pesados políticos de la talla de Felip Puig. Puigneró era un desconocido que solo contaba con el aval de Carles Puigdemont, a quien gustaba su defensa a ultranza de las criptomonedas y el 'blockchain'. Si en servicios sociales el espejo de Cataluña es Dinamarca, en tecnología el objetivo es parecerse a Estonia. Con esa meta, la gestión de Puigneró solo puede calificarse de fracaso, pese a los repetidos intentos de intentar utilizar la 'conselleria' para relanzar su carrera política.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés. (EFE/ Marta Perez)

Tras el golpe de autoridad de Aragonès, Puigneró deja un bonito cadáver… que, cuando estaba vivo políticamente, no conocía nadie. Tampoco hay que alarmarse. Una reciente encuesta del CEO, el CIS catalán, desvelaba que solo un 40% de los catalanes sabían que Pere Aragonès era el presidente de la Generalitat. La política 'posprocés' en Cataluña ha generado una mezcla de distanciamiento y cansancio que hace que la mayoría de los 'consellers' sean desconocidos para el gran público.

También jugó en su contra que, tras su fracaso apostando por la ampliación del aeropuerto de El Prat, en donde Pere Aragonès le dejó tirado, dejó toda el área de Infraestructuras en manos de Ricard Font, el secretario general del departamento, según confiesan fuentes de la 'conselleria'. Con Puigneró y las obras públicas pasaba como con Teresa Jordà, titular de la Conselleria de Acció Climàtica, pero sobre la cual todo el mundo sabe que solo se dedica a la agricultura, que la verdadera 'consellera' de Energía es Assumpta Ferran, directora general de Energía. Así es la nueva Generalitat. Muchos 'consellers' solo se vuelcan con lo que les gusta, como si la gestión pública fuese un 'hobby'.

Puigneró prefería hacer el ridículo en un proyecto fiasco del metaverso catalán que jugárselo en unas infraestructuras en las que su socio de gobierno siempre le dejaba tirado. El mismo 'president' que le acusó de deslealtad dio manga ancha a ERC para cargarse el cuarto cinturón, la conexión de la B-40 entre Sabadell, Terrassa y Castellar del Vallès (Barcelona). Aquí ya Puigneró ni protestó y su distanciamiento sobre la cuestión de infraestructuras ya resultó patente en el momento en que la patronal Fomento del Trabajo retomó hace poco la mesa del aeropuerto para dar otro enfoque a la ampliación de El Prat, donde Cataluña se juega una inversión de 1.700 millones.

Un segundo que rema

En defensa de Ricard Font hay que reconocer que se remangó: ha reimpulsado la carpeta de la recuperación de la concesión de los peajes en la sombra de Cedinsa o remodeló el plan de actuaciones financieras de infraestructura para poder incluir el Metro del Vallès y el tranvía de Tarragona. Pero, como obra propia, poco más.

El resto, provenía del 'conseller' anterior, Damià Calvet, ahora cómodamente jubilado como presidente del Puerto de Barcelona. De él heredó Puigneró el plan de asfaltos sostenibles, la conexión del tranvía en Barcelona o lo más importante: retomar la construcción del tramo central de la Línea 9 del Metro, un proyecto que supone activar inversión pública por valor de 926 millones.

El independentismo radical de Puigneró le impidió tener vías de diálogo con Madrid

En cambio, a Puigneró le falló la conexión con Madrid. Nunca hubo propuestas propias para afrontar los problemas. Si Cercanías se colapsaba, la solución era la independencia. Si las retenciones en la AP-7 tras la retirada de los peajes convertían la antigua autopista en una autovía plagada de accidentes mortales, la solución era la independencia. Fuera cual fuera la enfermedad, Jordi Puigneró siempre recetaba independencia. Y fue demasiado nacionalista para abrir vías de diálogo sólidas con Madrid y pactar soluciones viables. Cuando no podía recetar independencia, Puigneró se inhibía. Eso es lo que pasó con el rejonazo a las licencias de VTC de Cabify y otros operadores del sector, una maniobra que se diseñó a tres manos entre Tito Álvarez, el líder de los taxistas en Barcelona; Ada Colau, y el PSC. La Generalitat solo tuvo que dar el visto bueno.

Sombras también en telecos

Mientras el naufragio era patente en Infraestructuras, el área de Políticas Digitales tampoco estuvo exenta de sombras, según fuentes del sector. Dio muchas conferencias y participó en actos, pero no ha sabido crear o ayudar a que la pyme tecnológica catalana se fortalezca, haciendo, como hace el INCIB, con su compra pública innovadora. A los proyectos TIC clave de la Generalitat, solo acceden las grandes multinacionales. Tampoco ha respaldado al tejido tecnológico catalán a su internacionalización, si bien tuvo que lidiar con la pandemia, en buena parte de su mandato.

Puigneró tampoco ha sabido conectar con los NextGen, los centros de investigación y las empresas TIC, un aspecto en que el sector ha tenido que espabilarse por su cuenta. Además, el CTTI sigue teniendo un exceso de personal y el despliegue de fibra en zonas rurales sigue siendo muy lento.

En JxCAT hacía tiempo que consideraban a Puigneró una pieza sacrificable. Criticaban su poca visibilidad y su escaso peso político. Tendrían que ver las ventajas. Gracias a su superpoder de invisibilidad, Jordi Puigneró ha dejado la Generalitat sin que casi nadie analice a fondo su obra de gobierno como 'conseller'. Hechos los deberes, una suerte para el partido.

Muchos catalanes se enteraron esta semana que tenían un 'conseller' de Políticas Digitales e Infraestructuras. Era como si nunca hubiese estado allí. Que además era vicepresidente de la Generalitat y que se llamaba Jordi Puigneró, cesado esta semana por Pere Aragonès. Cuando lo más notable de tu carrera política es tu caída y la crisis política que provoca, algo va muy mal. Con un presupuesto anual de 2.270 millones de euros, Puigneró llevaba áreas tan importantes como la movilidad, las carreteras, el transporte o las políticas digitales, aunque solo era experto en estas últimas. Su único momento de gloria fue el lanzamiento del nanosatélite a través de lo que pomposamente se denominó 'la Nasa catalana'. El lanzamiento con éxito del nanosatélite Aïna fue su momento cumbre.

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