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El encarecimiento de la energía importada cuesta ya 4.000 millones al mes
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LAS RENTAS BAJAS, LAS MÁS CASTIGADAS

El encarecimiento de la energía importada cuesta ya 4.000 millones al mes

La factura energética sigue subiendo. Y lo hace a un ritmo cada vez más acelerado. Los hogares con menos renta son los más perjudicados, pero también está en peligro el superávit por cuenta corriente

Foto: Una central térmica. (Reuters/Matthias Rietschel)
Una central térmica. (Reuters/Matthias Rietschel)
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La factura es colosal. Y refleja con precisión el coste que tiene para la economía española el aumento de los precios energéticos importados. En concreto, 20.675 millones de euros solo en los cinco primeros meses de este año. O lo que es lo mismo, entre enero y mayo de 2021 la economía española tuvo que destinar 14.806 millones de euros a la compra de petróleo, gas, carbón y electricidad procedente del exterior, pero en 2022, en el mismo periodo, la factura ya suma 35.481 millones de euros. Es decir, algo más de 4.000 millones al mes.

Para hacerse una idea de lo que significan esas cifras para la economía española, solo hay que tener en cuenta que el déficit generado por el alza de la energía —8.376 millones de euros— se acerca ya al superávit generado por la industria agroalimentaria española (alimentación, bebidas y tabaco), que se sitúa en 9.067 millones de euros. O expresado de otra forma, el desequilibrio energético es ya incluso superior a lo que España exporta en frutas, hortalizas y legumbres, que es la rúbrica más saneada de la balanza comercial.

El incremento del déficit, lógicamente, tiene que ver con el encarecimiento en origen de bienes que España no puede producir, incluyendo gas, carbón y electricidad. El grueso del coste, en todo caso, hay que relacionarlo con el petróleo y sus derivados, que es la partida más importante del gasto energético. Dos de cada tres euros de la factura exterior tienen que ver con esa rúbrica.

Todo indica que este año —si nada ni nadie lo remedia— se batirán todos los récords del gasto en importación de energía. Incluso por encima de 2012, que es cuando, al calor del incremento de los combustibles fósiles, se disparó la factura. Ese año, en correspondencia con las incertidumbres geopolíticas que significaron las primaveras árabes, es decir, los procesos democratizadores en algunos países productores, el gasto total ascendió a 62.190 millones de euros. En 2022, y si la tendencia no cambia, el año podría acabar con un gasto total equivalente a unos 85.100 millones de euros, lo que supone alrededor del 7% del PIB.

Energía y rentas bajas

Como es lógico, eso significa menos renta disponible de los agentes económicos. En particular, las familias, algo que explica las revisiones a la baja que se están produciendo en el consumo de los hogares, que en lugar de destinar sus rentas a otros bienes, se ven obligados a gastar una parte muy significativa de sus ingresos en hidrocarburos y electricidad importada. Esto es especialmente importante para las familias con rentas más bajas, para las cuales el gasto en bienes energéticos representa una proporción más elevada dentro del total.

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Hay que tener en cuenta que el gasto en consumo final de los hogares asciende a 657.000 millones de euros al año, lo que supone alrededor del 54% del PIB. Es, de hecho, el componente que más pesa en la evolución de la economía, lo que refleja su importancia. No se trata, en cualquier caso, de un problema solo de ahora ligado a la actual coyuntura. Funcas ha estimado, por ejemplo, que a finales de 2023 el gasto en consumo privado en términos reales todavía se situará un 3% por debajo de los niveles previos a la pandemia. En buena medida, por el encarecimiento de la energía, que parece haber dejado atrás un largo periodo de precios bajos en términos históricos.

Y esto es así porque el transporte es una de las rúbricas que más pesan en la cesta de la compra. En concreto, un 12,9%, mientras que la vivienda, que incluye el gasto en gas, electricidad, agua y otros combustibles, pesa un 14,2%. En total, algo más de la cuarta parte del gasto de las familias tiene su origen en la energía.

La parte positiva del encarecimiento del crudo es, precisamente, que la energía es una de las rúbricas más importantes en las exportaciones españolas gracias a las instalaciones de refino, regasificación y otras infraestructuras, lo que permite mejorar el tradicional déficit energético español, que importa algo más de dos tercios de toda la energía que consume.

España mantendrá una capacidad de financiación positiva, pero gracias al incremento de los ingresos procedentes del turismo

Entre enero y mayo de este año, por ejemplo, España prácticamente ha duplicado el valor de sus exportaciones de energía respecto del mismo periodo del año anterior. En total, 8.061 millones de euros más, lo que revela su importancia para mejorar la balanza exterior. Aun así, Funcas estima que, a causa de la energía, la balanza por cuenta corriente de España sufrirá un fuerte castigo este año, hasta alcanzar un superávit equivalente al 0,7% del PIB (frente al 1% de 2021), pero es que en 2023 bajaría hasta el 0,2%, ya muy cerca del equilibrio.

En todo caso, España mantendrá una capacidad de financiación positiva, pero gracias al incremento de los ingresos procedentes del turismo, lo que permitirá contrarrestar parcialmente el encarecimiento de la factura energética, además de por las transferencias europeas en el marco del programa Next Generation.

La factura es colosal. Y refleja con precisión el coste que tiene para la economía española el aumento de los precios energéticos importados. En concreto, 20.675 millones de euros solo en los cinco primeros meses de este año. O lo que es lo mismo, entre enero y mayo de 2021 la economía española tuvo que destinar 14.806 millones de euros a la compra de petróleo, gas, carbón y electricidad procedente del exterior, pero en 2022, en el mismo periodo, la factura ya suma 35.481 millones de euros. Es decir, algo más de 4.000 millones al mes.

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