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Vuelven las huelgas: los sindicatos renacen en Europa al calor de la inflación
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SE AVECINA OTRO INVIERNO DEL DESCONTENTO

Vuelven las huelgas: los sindicatos renacen en Europa al calor de la inflación

La alta inflación lo ha trastocado todo. También, como no podía ser de otra manera, las relaciones laborales. La conflictividad ha vuelto a crecer en demanda de más salarios y mejores condiciones de trabajo

Foto: Manifestación el pasado 6 de mayo en Madrid. (Getty/Europa Press)
Manifestación el pasado 6 de mayo en Madrid. (Getty/Europa Press)
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Algo está cambiando en las relaciones laborales en los países avanzados. Y no es otra cosa que una conflictividad creciente a medida que la inflación ha ido escalando (9,6% en los países de la OCDE en mayo). Reino Unido, Francia, EEUU, los países escandinavos y hasta Corea del Sur, donde tradicionalmente las empresas han vivido en la paz social, viven hoy periodos de litigiosidad laboral desconocidos en mucho tiempo. Hasta el punto de que se divisa un escenario muy distinto al de las últimas décadas.

Aunque el ecosistema laboral ha cambiado de forma radical, la nueva realidad, de hecho, comienza a tener algunos parecidos con la anterior. Precisamente, porque, al igual que sucedió en los años setenta y ochenta, la elevada inflación —aunque también las peores condiciones de trabajo— está erosionando el poder adquisitivo de los salarios. Fue entonces cuando surgió lo que en Reino Unido se denominó entre 1978 y 1979 ‘invierno del descontento’, cuando se perdieron millones de horas de trabajo.

Los trabajadores de SAS, la aerolínea escandinava, han sido los últimos en sumarse a las huelgas, pero antes ha habido muchos más casos. SAS, que es la compañía de referencia de Suecia, Dinamarca y Noruega, se ha visto obligada a acogerse al capítulo 11 de la ley de quiebras de EEUU ante la huelga de sus pilotos, que reclaman subidas salariales y condiciones de trabajo menos estresantes.

Foto: Los sindicatos se movilizan en las calles de Bilbao. (EFE)

El pasado fin de semana, también por los mismos motivos, algunas huelgas provocaron cientos de cancelaciones en la Unión Europea, mientras que British Airways ha tenido que reducir su programación de vuelos hasta octubre en un 11%. Brussels Airlines, easyJet, Ryanair y otras compañías aéreas están en la misma situación. Todo parece indicar que se avecina un verano de alta conflictividad en la industria de la aviación, con lo que ello supone para un sector en recuperación, como es el turismo. También en Portugal la huelga de los trabajadores de 'handling' ha supuesto trastornos para los usuarios, lo mismo que en Grecia, en este caso, contra la reforma laboral, que introduce mayor flexibilidad en la economía.

Escaso historial sindical

La conflictividad no se reduce a la aviación, sector muy presionado por la falta de personal, sino también a otras actividades, algunas de ellas con escaso historial sindical, siempre por los mismos motivos.

La huelga ferroviaria en el Reino Unido ha hecho recordar a muchos los paros obreros de la época de Margaret Thatcher, quien cerró minas, empresas no rentables económicamente, sin contar el dividendo social, y quiso descabezar al potente movimiento sindical. Y en buena medida lo logró. Los maestros de las escuelas estatales, los trabajadores de correos, los profesores universitarios y los profesionales de la salud ahora han vuelto a amenazar con huelgas, y muchos las han llevado a cabo. No solo las consecuencias del Brexit han alimentado la conflictividad, sino que es la constatación de que los salarios —al desaparecer las cláusulas automáticas de revisión— no responden al crecimiento de los precios.

Foto: Unai Sordo (CCOO) y Pepe Álvarez (UGT). (Efe / Mariscal)
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Mick Lynch, el líder del Sindicato Nacional de Trabajadores Ferroviarios, Marítimos y del Transporte (RMT), se ha convertido con su estilo directo y sereno en una estrella mediática que ciertamente recuerda a Arthur Scargill, el sindicalista que protagonizó los enfrentamientos más duros con Thatcher, aunque en un contexto muy diferente. Entre otras razones, porque las huelgas de los años setenta y ochenta estaban soportadas por trabajadores con ingresos suficientes (además de la existencia de cajas de solidaridad) para aguantar un largo tiempo en lucha por sus reivindicaciones, pero hoy, en la mayoría de los casos, son empleados de bajos salarios y reducida cultura sindical.

No solo eso, la individualización de las relaciones laborales, el teletrabajo, que aleja a los empleados de los centros de producción, o la subcontratación, que diluye el peso de los sindicatos, que antes se concentraban en grandes fábricas, también influyen en la debilidad estratégica de las reivindicaciones, como la sustitución de empleos por tecnología.

Foto: Trabajadores de Ryanair en huelga. (EFE/Enric Fontcuberta)

A las huelgas de los ferroviarios británicos también pueden sumarse los conductores, en la que sería la primera huelga nacional desde 1995, pese a que su salario base, según 'Financial Times', para los trabajadores de South Western Railways es ahora de unas 67.000 libras al año (unos 77.700 euros).

Para rematar la alta conflictividad laboral, también el personal de British Telecom ha votado con abrumadora mayoría a favor de la huelga por primera vez en 35 años. La compañía ha ofrecido un incremento salarial de 1.500 libras esterlinas a 58.000 trabajadores, incluidos ingenieros, personal de centros de llamadas y trabajadores poco cualificados, lo que equivale a entre el 3% y el 8%, pero según los sindicatos el incremento es del 4,8%, la mitad de lo que está subiendo la inflación. Hasta los abogados de oficio en Inglaterra y Gales se han declarado en huelga por las bajas minutas de asistencia legal, que se traducen en un descenso del 28% en los ingresos reales en los últimos 20 años. Es decir, no solo se movilizan los trabajadores del sector público, lo que ha sido tradicional, sino también los que operan en actividades privadas.

Punta de lanza

El clima de malestar, ya en EEUU, se ha extendido, incluso, a los empleados de Apple, considerada la punta de lanza de la nueva economía de la información, tradicionalmente ajena a las reivindicaciones sindicales. Una sucursal de Baltimore ha votado a favor de sindicalizarse, lo que la convierte en la primera de las más de 270 tiendas de la compañía en EEUU en unirse a una tendencia de organización laboral que se extiende a minoristas, restaurantes y empresas tecnológicas.

Foto: Obreros. (EFE/Nathalia Aguilar)

El resultado, anunciado por la Junta Nacional de Relaciones Laborales, sirve de palanca para que otros empleados de Apple busquen tener voz propia y negocien de forma conjunta los salarios y las relaciones laborales dentro de la compañía. Los empleados de más de dos docenas de tiendas Apple han expresado ya su interés en sindicalizarse en los últimos meses, dicen los líderes de los trabajadores.

También en Starbucks, otro de los emblemas del nuevo capitalismo, crece el número de trabajadores sindicalizados. Desde diciembre pasado, más de 150 de las aproximadamente 9.000 tiendas han votado a favor de hacerlo. En Amazon, igualmente, los trabajadores de un centro logístico situado en Staten Island, en Nueva York, decidieron en abril de este año sindicalizarse, un fenómeno nuevo durante los 27 años de vida de la empresa.

Aquella se consideró una victoria histórica para los derechos laborales en EEUU en un momento en que el 68% de la población aprueba el papel de los sindicatos —el porcentaje más alto desde 1965—, según una encuesta de Gallup. En los últimos tiempos, también se han producido huelgas que han acabado con éxito para los trabajadores en multinacionales como Kellogg y John Deere.

Este movimiento contrasta con lo que ha pasado en los últimos 40 años. En 1983, alrededor del 20% de los trabajadores estadounidenses estaba afiliado a un sindicato, pero en el año 2021 ese número se había reducido a poco más del 10%, según la Oficina de Estadísticas Laborales. En el Reino Unido, se estima que alrededor del 24% de los trabajadores está sindicalizado. En Corea del Sur, igualmente, ha habido huelga de camioneros para reclamar mejores condiciones de trabajo y salarios más elevados.

El último estudio de la Fundación Primero de Mayo, vinculada a CCOO, muestra que en la afiliación sindical cayó de media entre 2000 y 2019 respecto de la década anterior en 24 de los 32 países europeos estudiados, siendo el promedio de la caída del 13,9%. El retroceso es modesto en tres países: Suecia (-2,2%), Dinamarca (-3,1%) y Suiza (-3,3%). En España, por el contrario, subió un 0,1%, en este caso a consecuencia de la dureza de la crisis económica anterior. En total, 36 millones de trabajadores estaban afiliados en 2016. En el futuro, pueden ser muchos más.

Algo está cambiando en las relaciones laborales en los países avanzados. Y no es otra cosa que una conflictividad creciente a medida que la inflación ha ido escalando (9,6% en los países de la OCDE en mayo). Reino Unido, Francia, EEUU, los países escandinavos y hasta Corea del Sur, donde tradicionalmente las empresas han vivido en la paz social, viven hoy periodos de litigiosidad laboral desconocidos en mucho tiempo. Hasta el punto de que se divisa un escenario muy distinto al de las últimas décadas.

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