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Las materias primas (salvo el gas) caen con fuerza por miedo a una recesión global
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Las materias primas (salvo el gas) caen con fuerza por miedo a una recesión global

Cambio de ciclo en el mercado de materias primas. Si el año comenzó con fuertes subidas, que venían del ejercicio anterior, ahora, por miedo a una recesión global, caen con fuerza

Foto: Dos trabajadores, en la construcción del gasoducto Nord Stream 2, Alemania. (EFE)
Dos trabajadores, en la construcción del gasoducto Nord Stream 2, Alemania. (EFE)
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La noticia buena es que el alto precio de las materias primas no energéticas se bate en retirada; la mala es que lo hace por una intensa caída de la demanda ante el temor de que la economía global entre en recesión.

Las materias primas energéticas, gas y petróleo, por el contrario, todavía siguen cerca de máximos, pero las que sirven para producir bienes industriales o de consumo (madera, cobre, aluminio o níquel) ya caen por encima de los dos dígitos en lo que va de año. También están descendiendo con fuerza algunas materias primas agrícolas como el azúcar, el café, el algodón o el cacao, que se encuentran un 12% más baratas —o incluso más— desde los máximos de abril. Y eso que China, el principal consumidor de materias primas del planeta, se está recuperando tras el levantamiento de los cierres por la política de covid cero.

El caso de la madera es el más significativo (-44%), mientras que el cobre desciende un 25%, el aluminio cerca de un 13% y el zinc lo hace un 8%. El segundo trimestre, de hecho, será el peor desde 2008 desde el punto de vista de los precios de las materias primas no energéticas, tras la escala en vertical registrada en los trimestres anteriores al calor del incremento de la demanda que se produjo en la recuperación poscovid, más intensa de lo previsto, además de problemas logísticos y cortes de producción. Y, por supuesto, a partir de 2022, a causa de la guerra en Ucrania. El nuevo escenario de tipos de interés, sin embargo, ha dado la vuelta a los precios.

El mercado de metales de Londres ha caído un 30% desde los máximos alcanzados en marzo de este año, inmediatamente después del comienzo de la invasión. Detrás del descenso se encuentran las perspectivas sombrías para la economía, en particular la europea, aunque también la estadounidense, si a la vuelta del verano se produce una reducción significativa —o, incluso, un corte en el suministro— de los flujos de gas ruso, lo que podría desencadenar una recesión y un aumento desmesurado de los precios energéticos. Algo que llevaría al cierre de las plantas industriales, de todos los sectores, que hoy consumen materias primas no energéticas, pero que verían cómo se encarecen las energéticas, alimentando, a su vez, la recesión. Y con la economía en contracción, la demanda se hunde. Sobre todo si, en paralelo, los bancos centrales endurecen su política monetaria en línea con lo que han anunciado.

Activo refugio

La caída es muy significativa porque el coste de las materias primas influye de forma decisiva en los procesos industriales, y su evolución se traslada posteriormente a la producción de bienes intermedios —aquellos que sirven para fabricar otros bienes— o de consumo. Incluso el precio de la onza de oro, considerada un activo refugio, ha retrocedido un 12% desde los máximos alcanzados tras la invasión: hoy cotiza en torno a los 1.813 dólares.

El caso del cobre es el más relevante, por su importancia en los procesos manufactureros, desde la maquinaria pesada hasta la tecnología más avanzada, pasando por los vehículos eléctricos. De hecho, es considerado una especie de termómetro de la situación económica, ya que es muy sensible a los cambios de coyuntura. Su cotización está ya por debajo de los 8.000 dólares la tonelada, cuando a comienzos de año alcanzó los 10.600 dólares por tonelada. Expertos de BMO Capital Markets lo achacan, en parte, a que los gestores de compras sobreactuaron a primeros de año para no quedarse cortos y hoy los inventarios son demasiado altos.

Los precios industriales, en el caso de España, ya recogen alguna mejora, aunque todavía se sitúan en niveles excepcionalmente elevados. En particular, en algunos sectores, como la construcción. La Asociación Nacional de las Constructoras no Cotizadas (ANCI) ha estimado un incremento en el índice de costes del sector durante el primer trimestre equivalente a 18 puntos por encima de la media de 2021, que ya registró fuertes alzas. Todavía no hay datos del segundo trimestre, que es cuando se ha producido el descenso.

Es el mercado bajista el que explica que el índice de precios industriales pudiera tocar techo en marzo con una increíble subida del 47% en términos interanuales, pero en mayo ya se había producido un ligero descenso, hasta el 43%. Ahora bien, si se excluye la energía, que es el componente más alcista, los precios industriales se han estabilizado en torno al 15%, una cifra, en todo caso, que sigue siendo extraordinariamente elevada. Esta tasa es la más relevante porque es la que tiene un carácter estructural al eliminar la energía, que es la rúbrica más volátil.

Menos consumo, menores precios

La evolución durante la última semana del petróleo está en sintonía con esta moderación de los precios industriales. Después de alcanzar un pico de 123 dólares el barril Brent a principios de junio, la semana pasada acabó en torno a los 109 dólares, en lo que puede estar influyendo ya el enfriamiento económico que se está produciendo en las economías avanzadas. Algo que puede explicar que la OPEP, en previsión de un enfriamiento de la economía global, haya optado por no aumentar su producción. Menos consumo supone automáticamente un descenso de precios.

El gas, por el contrario, está cerca de máximos, alrededor de 150 euros el megavatio en el mercado holandés, en este caso, por la reducción de los flujos procedentes de Rusia, que compensa la caída de la demanda. El gas, como se sabe, es un elemento fundamental en el proceso de refino y sirve para convertir el petróleo en gasolina, por lo que también influye de forma determinante en el precio de los carburantes, a su vez muy condicionados por la debilidad del euro frente al dólar (en torno a 1,05 unidades).

Este descenso de la actividad es lo que está detrás, precisamente, de la fuerte caída que se ha producido en el precio de los fletes marinos, que han bajado alrededor de un 40% desde los máximos de septiembre del año pasado, cuando la política de covid cero impulsada por Pekín, que cerró algunos puertos chinos, disparó los costes. Los mayores descensos, según Freightos, se han detectado en los pedidos de importación de bienes producidos en China con destino EEUU, fundamentalmente la existencia de elevados inventarios.

La noticia buena es que el alto precio de las materias primas no energéticas se bate en retirada; la mala es que lo hace por una intensa caída de la demanda ante el temor de que la economía global entre en recesión.

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