La inversión empresarial no repunta ni con el incentivo de los fondos europeos
El entorno de incertidumbre, costes financieros al alza e inflación desincentivan la inversión productiva de las empresas justo cuando gana velocidad el Plan de Recuperación
La esperanza de repetir los 'locos años veinte' han dado paso a la reedición de los oscuros setenta en la economía mundial. En España, la recuperación seguirá siendo intensa durante el verano gracias a la vuelta del turismo, pero a partir del próximo otoño el escenario puede complicarse abruptamente. En esta coyuntura, las empresas están optando por una política más prudente, reduciendo las inversiones y limitando la solicitud de nuevo crédito ante la dificultad para anticipar el retorno de esos proyectos.
La estadística de cuentas no financieras del INE muestra cómo la inversión productiva de las empresas (formación bruta de capital fijo) se estancó en el inicio del año. Pasaron de realizar un gran esfuerzo inversor a finales de 2021, cuando las expectativas económicas eran todavía muy positivas, a una congelación total en el inicio del año. Esta inercia perdida coincide con el inicio de la guerra en Ucrania y el gran 'shock' energético que está sufriendo Europa.
En concreto, la inversión de las sociedades no financieras apenas aumentó un 0,3% en el primer trimestre del año respecto al cuarto de 2021. Una cifra que se ensombrece más si se tiene en cuenta que a lo largo del trimestre fue avanzando la ejecución de los fondos europeos. Uno de los pilares fundamentales del Plan de Recuperación era la movilización de recursos privados. De esta forma, cada euro de dinero público tendría un efecto multiplicador sobre el PIB superior a la unidad y, además, capacidad para transformar una parte del tejido productivo.
Sin embargo, los pobres datos de inversión empresarial del primer trimestre del año evidencian que en este entorno es muy complicado movilizar la inversión privada. Las empresas soportan un nivel de incertidumbre muy elevado y, en paralelo, un gran aumento de costes. Ya no es solo la energía, es el precio del resto de bienes intermedios, las demandas salariales crecientes de los trabajadores y los costes financieros al alza por la subida de tipos del Banco Central Europeo (BCE).
En este contexto, las empresas tienen muy difícil hacer proyecciones de beneficio para sus proyectos de inversión. Y la incertidumbre se incrementa por la imprevisibilidad del presidente de Rusia, Vladímir Putin. La economía europea tiene la espada de Damocles sobre su cabeza por la dependencia del suministro de gas y petróleo. En cualquier momento, Moscú puede cortar el suministro y desencadenar una crisis económica en la Unión Europea.
Es, por lo tanto, un escenario de incertidumbre máxima para las empresas. Esto explica que desde que comenzó el conflicto el crecimiento de la inversión productiva de las sociedades no financieras se haya estancado. A la espera de los datos del segundo trimestre, las estadísticas de crédito suponen un buen indicador adelantado. Los últimos datos publicados esta semana por el Banco de España revelan que el endeudamiento de las empresas se ha estancado.
El volumen total de préstamos en mayo apenas fue apenas un 0,4% superior al de mayo de 2021, el último mes del estado de alarma. Se trata del menor ritmo de crecimiento desde principios de 2019, esto es, desde antes del inicio de la pandemia. Sin crecimiento del pasivo es difícil pensar que las empresas hayan retomado el ritmo inversor que tenían a finales de 2021. Más bien apunta a lo contrario, una posición prudente por parte del tejido productivo ante el temor por el futuro económico de corto y medio plazo.
La financiación nacional se mantuvo relativamente estable, pero la procedente del exterior sufrió un descenso superior al 2,1% respecto al mismo mes del año anterior. Este dato también es relevante, ya que la caída coincide con el inicio de las tensiones financieras en los mercados por el endurecimiento de la política monetaria del Banco Central Europeo. Para las empresas españolas, mantener abiertas las vías de financiación procedentes del exterior es clave para conservar el acceso a liquidez si la situación en los mercados se deteriora durante el próximo otoño.
Las encuestas de confianza empresarial al sector manufacturero publicadas esta semana por S&P muestran que la coyuntura se está deteriorando en las actividades que no están vinculadas a los servicios. La producción de la industria española siguió creciendo, pero lo hizo al ritmo más lento del último año y medio. Los empresarios señalaron dos causas principales de la caída de la producción: problemas de oferta y caída de la cartera de pedidos. "El crecimiento económico del sector manufacturero español experimentó una ralentización en junio, y la caída de los nuevos pedidos fue la nota más destacada de la encuesta", explica Paul Smith, director de Economía de S&P Global. Y en la eurozona la producción entró en contracción por primera vez desde los peores meses de la pandemia.
Esta caída evidencia que los problemas ya están llegando a los sectores que no están beneficiados directamente por la reapertura económica posterior a la pandemia. Las actividades relacionadas con la hostelería y el turismo seguirán tirando del empleo, pero la industria muestra ya síntomas de debilidad. Esto explica que los datos de inversión productiva estén siendo pobres.
En este contexto, la ejecución de los fondos europeos será mucho menos eficiente por la dificultad para movilizar inversión privada. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ya anticipó hace unas semanas que se produciría este escenario más pesimista cuando todavía no había indicadores que mostraban esta debilidad. En consecuencia, advirtió que el multiplicador fiscal (capacidad de generar crecimiento) de los fondos europeos sería inferior a la unidad. Esto significa que generarán menor PIB que el montante gastado, por lo que España pierde otro de los pilares en los que se asentaban las esperanzas para la salida de la crisis.
La esperanza de repetir los 'locos años veinte' han dado paso a la reedición de los oscuros setenta en la economía mundial. En España, la recuperación seguirá siendo intensa durante el verano gracias a la vuelta del turismo, pero a partir del próximo otoño el escenario puede complicarse abruptamente. En esta coyuntura, las empresas están optando por una política más prudente, reduciendo las inversiones y limitando la solicitud de nuevo crédito ante la dificultad para anticipar el retorno de esos proyectos.
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