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El Banco de España pide subir los impuestos a la gasolina y al diésel... pero no ahora
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Advierte de los riesgos para España

El Banco de España pide subir los impuestos a la gasolina y al diésel... pero no ahora

La entidad recuerda que la fiscalidad medioambiental es "el mecanismo más eficiente" para internalizar los costes de las acciones contaminantes

Foto: Foto: EFE/Toni Galán.
Foto: EFE/Toni Galán.

El cambio climático es uno de los mayores retos que enfrenta la humanidad y, como tal, tiene un impacto evidente sobre la economía. El Banco de España ha destinado un capítulo de su informe anual a analizar la incidencia de la subida de las temperaturas sobre la actividad en España y las políticas públicas para frenar esta tendencia. La entidad concluye que una de las palancas fundamentales que debe accionar España es la fiscalidad verde. "La imposición medioambiental constituye el mecanismo más eficiente para que los agentes económicos internalicen las consecuencias climáticas de sus decisiones", señala el BdE en su informe. Esto es, para que quien contamina pague los costes negativos que esa acción implica para el resto de la población, ya que el mercado es ineficiente en este sentido.

España es uno de los países europeos que tiene menor presión fiscal verde, en concreto, es el tercero por la cola, solo por delante de Luxemburgo e Irlanda. La recaudación con estos impuestos apenas supera el 1,5% del PIB, en contraste con el 2,5% que alcanza la UE. Y la diferencia no se debe a que los agentes económicos contaminen poco, sino a que los impuestos medioambientales son muy inferiores a los europeos, en especial los que gravan la energía. Por este motivo, el Banco de España recomienda un endurecimiento generalizado de los impuestos medioambientales, incluyendo el diésel y la gasolina.

Foto: Los incendios descontrolados son cada vez más frecuentes por la sequía. (EFE/Adra Pallon)

Eso sí, pide que no se haga en este momento en el que la economía española está sufriendo duramente la crisis energética con los precios de los combustibles fósiles ya disparados. "No creemos que sea el momento ahora de empezar ese plan de ajuste fiscal, pero sí es importante aportar certidumbre sobre cuál va a ser la senda futura de la política fiscal", explica Ángel Gavilán, director de Economía y Estadística del Banco de España.

"Existe un amplio margen para elevar los ingresos de la fiscalidad medioambiental en la economía española", señala la entidad. Los ingresos públicos obtenidos por esta vía podrían utilizarse para bajar otros impuestos que lastran el crecimiento económico, como son los impuestos al trabajo (cotizaciones sociales o IRPF), explica el BdE. Otra opción es utilizar estos ingresos para "desplegar políticas compensatorias" hacia las familias y las empresas. Por ejemplo, si se sube la fiscalidad al gas, en paralelo se pueden establecer ayudas a la mejora de la eficiencia térmica de las viviendas o incluso a la sustitución de las calderas de combustión por eléctricas.

El Banco de España señala un caso paradógico: el impuesto sobre la gasolina y el diésel no solo está por debajo de la media europea, sino que se ha reducido en los últimos años en niveles reales. Esto es, si se deflacta esta figura fiscal, que se fija en euros por cada litro de combustible, la realidad es que el coste actual es inferior al que había en el año 1996. Lejos de penalizarse la contaminación, se ha incentivado.

A finales de los 90, España tenía una fiscalidad medioambiental claramente superior al 2% del PIB. Sin embargo, con el cambio de siglo se fue desmontando esta carga fiscal hasta situarse cerca del 1,5% actual. Una parte de este descenso es consecuencia de mantener congelados o con pequeños incrementos los impuestos, de modo que han sido superados claramente por la inflación. Por ello, el Banco de España advierte: "Es imprescindible potenciar y mejorar el diseño de la fiscalidad medioambiental en nuestro país, para que la economía española pueda avanzar eficientemente en el proceso de transición ecológica". Para ello, se apalanca sobre el Libro Blanco de los expertos de Hacienda, que considera "un punto de partida indispensable de cara a valorar una posible revisión integral de la fiscalidad medioambiental".

No en vano, España es uno de los países que más se juega con el cambio climático, ya que la subida de las temperaturas y la reducción de las precipitaciones serán especialmente intensas en la península ibérica y el Mediterráneo. Pero, además del compromiso por frenar el cambio climático, los recursos obtenidos por esta vía pueden ser una buena palanca para mitigar los costes de transición. Sin embargo, estas medidas tienen que ser eficientes y estar sometidas a revisión continua. Por ejemplo, el Banco de España señala que las ayudas públicas a la compra de vehículos eléctricos (Moves) apenas han mejorado los niveles de matriculación de estos coches a nivel agregado. Sin embargo, sí se detectan incrementos significativos en ciertos municipios donde, por ejemplo, hay más puntos de recarga.

En definitiva, los incentivos públicos tienen que estar bien diseñados. Otro aspecto relevante que señala el BdE es que el impulso de las energías renovables no ha venido acompañado de una mejora económica de los municipios en los que se instalan huertos solares o molinos de viento. Este es un aspecto clave, ya que la transición ecológica se está topando con la oposición de muchos municipios a la instalación de estos 'campos energéticos' que generan un gran impacto visual. El Banco de España explica que la evidencia económica no ha encontrado mejoras en la reducción del desempleo en los municipios que aceptan estas instalaciones. Esto es, apenas generan riqueza donde se colocan, lo que supone una nueva ineficiencia de mercado.

Foto: El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. (EFE/Emilio Naranjo)

El Banco de España advierte que los efectos del cambio climático serán heterogéneos por sectores y por familias, de modo que es importante anticipar la lucha contra la subida de las temperaturas. En el caso de las familias, las que tienen menos recursos son las que mayor porcentaje de su gasto dedican a productos y servicios con una alta huella de carbono. En buena medida se debe a que la eficiencia de su consumo es más baja (viviendas peor aisladas, coches con alto consumo, etc.), por lo que son vulnerables al endurecimiento de la presión fiscal verde.

En cuanto a las edades, la huella de carbono es creciente hasta los 40 años, cuando alcanza el pico y empieza a reducirse. El gasto en emisiones de CO₂ es también superior en las zonas rurales y en las viviendas en alquiler. Aquí influye tanto el menor equipamiento como el menor número de habitantes en las casas de alquiler que en las viviendas en propiedad. En definitiva, son los hogares más vulnerables quienes asumen mayores riesgos ante los costes derivados de las políticas públicas contra el cambio climático.

El cambio climático es uno de los mayores retos que enfrenta la humanidad y, como tal, tiene un impacto evidente sobre la economía. El Banco de España ha destinado un capítulo de su informe anual a analizar la incidencia de la subida de las temperaturas sobre la actividad en España y las políticas públicas para frenar esta tendencia. La entidad concluye que una de las palancas fundamentales que debe accionar España es la fiscalidad verde. "La imposición medioambiental constituye el mecanismo más eficiente para que los agentes económicos internalicen las consecuencias climáticas de sus decisiones", señala el BdE en su informe. Esto es, para que quien contamina pague los costes negativos que esa acción implica para el resto de la población, ya que el mercado es ineficiente en este sentido.

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