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España rompe todas las previsiones: es el país europeo que más ha elevado su recaudación
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Los ingresos superan el 43% del PIB

España rompe todas las previsiones: es el país europeo que más ha elevado su recaudación

Los ingresos públicos superaron el 43% del PIB por primera vez, 4,4 puntos más que antes de la pandemia; cuatro veces más que en el conjunto de la eurozona. Los expertos valoran si se trata de un cambio estructural

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE/Eloy Alonso)
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE/Eloy Alonso)

Cuando el Gobierno elaboró los presupuestos de 2022, hace apenas medio año, anticipó que los ingresos públicos llegarían hasta el 41,3% del PIB en 2021 y el déficit terminaría el año en el 8,4% del PIB. Sin embargo, la recaudación se disparó en la recta final del año gracias al crecimiento del empleo y a la inflación. Esta recaudación inesperada elevó los ingresos públicos hasta el 43,7% del PIB, dos puntos y medio por encima de la previsión del Gobierno.

Se trata del nivel más alto de ingresos públicos nunca registrado en España en proporción al PIB, superando el pico de la burbuja inmobiliaria, cuando la construcción generaba pingües ingresos a las arcas públicas y el país registraba superávits. En ese momento, el techo de los ingresos públicos fue del 41,1% del PIB. Esta cifra ha quedado claramente superada en la pandemia.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (3i), preside la reunión del Comité Ejecutivo Nacional. (EFE/Emilio Naranjo) Opinión

Este crecimiento de los ingresos públicos no ha tenido comparativa en Europa. España ha sido, de largo, el país de la eurozona que más ha aumentado los recursos públicos, con un incremento equivalente al 4,4% del PIB. Este incremento multiplica por cuatro el registrado por el conjunto de la eurozona. En Alemania, el aumento es de 1,3 puntos del PIB; en Italia, es de 1,4 puntos, y, en Francia, de 0,4 puntos. Incluso en Portugal, donde el peso de la recaudación ha crecido de forma significativa, está lejos de España, con 2,7 puntos adicionales.

Este comportamiento inesperado de la economía española en la última mitad del año 2021 ha permitido estrechar la brecha estructural de ingresos respecto a los países europeos. Si antes de la pandemia España era el país decimoquinto de la eurozona en ingresos públicos, en 2021 estaba cuatro puestos por delante. La brecha respecto al conjunto de la eurozona en ingresos públicos era de siete puntos del PIB antes de la pandemia y en 2021 se situó por debajo del 4%.

Parte del incremento de la ratio de ingresos públicos sobre el PIB se debe precisamente al descenso del PIB. España es el país europeo que está más lejos de recuperar los niveles de producción previos a la pandemia. La caída de la actividad sumada al incremento de los ingresos públicos significa que la presión fiscal ha crecido intensamente en estos meses, como no se ha visto en el resto de Europa. Sin embargo, en crisis anteriores, la recaudación se hundía incluso más que el PIB. En 2008 y 2009, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, los ingresos públicos cayeron al 35% del PIB, lo que significa un descenso muy superior al PIB, justo lo contrario que en esta crisis.

La principal fuente de estos ingresos extraordinarios ha sido el empleo. El peso de las cotizaciones sociales sobre el PIB ha crecido en 1,4 puntos, mientras que los impuestos sobre la renta han aumentado en 1,5 puntos adicionales. Solo estos dos impuestos directos aportan el 70% del incremento de los ingresos públicos sobre el PIB. Por el contrario, en el conjunto de la eurozona, el incremento ha sido de 0,7 puntos del PIB, esto es, menos de una cuarta parte que en España.

¿Un cambio estructural?

Este salto de la recaudación se mantiene en el inicio del año. De hecho, incluso ha acelerado: entre enero y febrero se han recaudado 6.600 millones de euros adicionales, un incremento anual del 15%. La gran duda que tienen ahora los economistas es si se trata de un incremento estructural de los ingresos públicos o si España volverá a los niveles previos a la pandemia cuando la economía se normalice. Aquí entran en juego varias incógnitas que no es posible responder por el momento.

Foto: El expresidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke. (Reuters)

El primero es la propia contabilidad nacional. Algunos indicadores apuntarían a que la recuperación en España ha sido más rápida de lo que marca el PIB, entre los que se encuentran los registros de empleo de la afiliación a la Seguridad Social, o las bases imponibles que sostienen el crecimiento de la recaudación. Si la medición del PIB es inferior al real, entonces es posible que la presión fiscal no haya crecido tanto como lo que muestran los registros actuales.

El segundo es el afloramiento de economía sumergida durante la pandemia. Esto explicaría que tanto el empleo como las bases imponibles declaradas hayan crecido tan rápidamente por encima del PIB (que sí incluye a la economía sumergida). Durante la pandemia, las prestaciones sociales y ayudas a empresas estuvieron vinculadas a que la actividad estuviese regularizada, lo que ha supuesto un claro incentivo al trabajo ‘en blanco’. Al mismo tiempo, una buena parte de los empleos en negro desaparecieron con el inicio de la pandemia y es posible que no hayan vuelto aún, o que se hayan regularizado.

Estas dos dudas son a las que aún no es posible responder, ya que solo el tiempo las despejará. Sin embargo, hay evidencias que son imborrables. La primera es cómo han crecido las bases imponibles durante la pandemia. Un estudio reciente de Ángel de la Fuente, director de Fedea, pone en evidencia que el incremento de esas bases imponibles es consecuencia de las prestaciones sociales puestas en marcha por el Gobierno y la revalorización de las existentes.

Esto incluye las rentas de los ERTE y del cese de actividad de los autónomos, el ingreso mínimo vital, las prestaciones extraordinarias de desempleo… La mayor parte de estas rentas están sujetas a retención en el IRPF, de modo que elevan la recaudación, aunque se financien con cargo a los presupuestos públicos. En otras palabras, unas rentas públicas financiadas con deuda que pagan impuestos.

Las bases imponibles procedentes de rentas públicas fueron en 2021 nada menos que 35.000 millones de euros superiores a las de 2019. Sin embargo, las rentas del sector privado fueron todavía casi 19.000 millones de euros inferiores a los niveles prepandemia. A medida que avanza la recuperación económica y sanitaria, el sector público se irá retirando. Por ejemplo, los ERTE de la pandemia ya han desaparecido. Y lo mismo ocurre con muchos empleos en el sector sanitario. Por el contrario, el sector privado recuperará terreno, en especial en el sector de la hostelería, que está en plena recuperación.

La vuelta paulatina a la normalidad mostrará si este incremento de la recaudación es un espejismo o si realmente España ha conseguido dar un paso adelante en la recaudación. En cualquier caso, el Gobierno prepara una batería de impuestos de cara al próximo año para reconducir el incremento del déficit estructural que ha dejado el aumento del gasto público durante los tres últimos años.

Cuando el Gobierno elaboró los presupuestos de 2022, hace apenas medio año, anticipó que los ingresos públicos llegarían hasta el 41,3% del PIB en 2021 y el déficit terminaría el año en el 8,4% del PIB. Sin embargo, la recaudación se disparó en la recta final del año gracias al crecimiento del empleo y a la inflación. Esta recaudación inesperada elevó los ingresos públicos hasta el 43,7% del PIB, dos puntos y medio por encima de la previsión del Gobierno.

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