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La inflación toca techo y empieza una brusca caída: el FMI prevé un 1,3% en 2023
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EL GAS Y LA LUZ CAEN DE FORMA RELEVANTE

La inflación toca techo y empieza una brusca caída: el FMI prevé un 1,3% en 2023

El IPC habría tocado techo. Esto, al menos, es lo que prevé el FMI, que observa una moderación intensa a lo largo de 2023. Este año, sin embargo, los precios seguirán disparados

Foto: Foto: EFE/Javier Etxezarreta.
Foto: EFE/Javier Etxezarreta.
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La tormenta perfecta desatada en la economía global desde comienzos de 2021 alrededor de los precios comienza a remitir. Y lo hace a un ritmo importante. Hasta el punto de que, en el caso de España, el IPC (media anual) se situará en el 1,3% en 2023, según el FMI, muy lejos del 5,3% con que se cerrará este año si se cumplen las previsiones.

Como es lógico, no es un fenómeno estrictamente español. Los tres bloques comerciales más grandes del planeta —eso sí, con un alto grado de incertidumbre— verán cómo se reduce de forma significativa la presión de los precios. El IPC en la eurozona acabará el año próximo en el 2,3%; en EEUU, bajaría hasta el 2,9%, mientras que China, que desde hace 40 años exporta desinflación al planeta, cerrará con un IPC del 1,9%. Para el conjunto de las economías avanzadas, el aumento será del 2,5%, según el FMI.

La presión inflacionista que puede sufrir la economía de China es importante por el papel que cumple en el comercio mundial. El riesgo para el planeta es que el gigante asiático sufra un fenómeno inflacionista y exporte un alza de los precios, pero hoy por hoy China es la excepción y la inflación se mantiene baja. Hasta el punto de que el banco central recortó en enero de 2022 sus tasas de política monetaria para apoyar la recuperación.

Foto: Panadería parisina. (Reuters/Charles Platiau)

Es decir, el escenario que se dibuja para 2023 (2022 se cerrará con tasas no vistas en cuatro décadas) es muy parecido al que buscan los bancos centrales para normalizar su política monetaria, profundamente alterada desde la crisis financiera de 2008, que obligó a la autoridad monetaria a instrumentar estrategias ultraexpansivas. El objetivo del BCE, como se sabe, es situar la inflación en el 2% en el medio plazo, lo que se considera compatible con la estabilidad de precios.

Gas y electricidad, a la baja

Este escenario es el que hace sostener al FMI que las expectativas de inflación “siguen razonablemente bien ancladas en horizontes largos, incluso pese a los incrementos más recientes”. Aunque todavía es pronto para saber si se trata de un fenómeno temporal o permanente, lo cierto es que el precio del gas en el mercado holandés de referencia se sitúa ya en 92,6 euros megavatio, un nivel similar al que había antes de la invasión, mientras que el precio de la electricidad en el mercado ibérico se sitúa este miércoles en 85 euros, el menor nivel en seis meses. El petróleo Brent, por último, se mueve en torno a los 105 dólares, todavía alrededor de un 5% por encima respecto del comienzo de la guerra.

El desplome de la inflación en 2023, siempre que se cumplan las previsiones y no surjan nuevos cisnes negros (intensificación de la guerra en Ucrania, internacionalización del conflicto, nuevos cuellos de botella en la distribución de bienes y servicios, rebrote de la pandemia o interrupción en el suministro de hidrocarburos y otras materias primas), tiene que ver con la naturaleza del actual proceso inflacionista.

En esta ocasión, el fuerte repunte del IPC descansa de forma casi total en los precios de la energía, mientras que en los años setenta y ochenta todavía no se habían materializado algunos de los fenómenos que explican la baja inflación de los últimos 40 años: globalización, avances tecnológicos, envejecimiento o debilidad de los sindicatos, factores que frenan una espiral inflacionista. El mayor riesgo se produce en los países con mercados laborales más estrechos, una circunstancia que, desde luego, no es el caso de España, con una tasa de paro equivalente al 13% de la población activa este año y el siguiente.

Es por eso por lo que el FMI resta importancia a que surja un periodo de estanflación (bajo crecimiento con alta inflación), toda vez que el tamaño del 'shock' petrolífero es hoy mucho menor porque las economías son menos dependientes del petróleo. Entonces, el precio del crudo se triplicó en poco tiempo. Pasó de 20 a 60 dólares a precios constantes de 2021, y además la intensidad de consumo, por la mayor eficiencia del sistema productivo, es sensiblemente menor. Entonces, era unas 3,5 veces mayor que ahora, lo que refleja un mayor grado de eficiencia. Esto explica que el PIB mundial vaya a crecer este año y el próximo un 3,6%, según el FMI. Incluso un punto por encima de antes de la pandemia, aunque hay que tener en cuenta el efecto base tras el hundimiento de 2020 (-3.3%).

Foto: Foto: iStock.

De lo que no hay ninguna duda es de que el fenómeno de la alta inflación ha sido mucho más prolongado en el tiempo de lo que inicialmente preveían tanto los bancos centrales como los gobiernos, como admite el FMI en su WEO ('World Economic Outlook') de primavera, pero una novedad respecto de otros periodos históricos es que ahora reclama una cierta calma a los bancos centrales a la hora de actuar y así evitar un brusco frenazo del crecimiento. De hecho, los tipos de interés reales seguirán siendo negativos pese a la impresionante alza de los precios, algo impensable en anteriores circunstancias. En episodios pasados, se requería una política monetaria más restrictiva, como sucedió en EEUU entre 1980 y 1982, para controlar la inflación. Por aquella época, los tipos de interés federales llegaron a ser más elevados que la propia inflación y, además, los bancos centrales eran menos independientes de los gobiernos.

Inflación y política monetaria

“La respuesta adecuada de política monetaria”, dice el FMI, “difiere entre las economías” en función de dos factores: las causas de la inflación (en EEUU, es diferente a Europa) y su grado de exposición a la guerra. Ahora bien, sostienen los economistas del Fondo Monetario, los bancos centrales deben dejar claro que si la inflación no remite deberán endurecer su política monetaria, camino que ya han iniciado. Como recuerda el Fondo, en todo caso, el repunte inflacionista es anterior a la propia guerra, principalmente en EEUU, donde los salarios están creciendo de forma intensa, algo que no sucede en Europa, lo que refleja la fuerza del consumo privado en ese país por un desequilibrio cada vez más evidente entre oferta y demanda de empleo.

Foto: La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva. (Reuters)

Los datos sugieren, dice el FMI, que los cambios anunciados por los bancos centrales sobre su estrategia monetaria han sido vistos “como suficientes” por los mercados para controlar la inflación, lo que explica que la curva de tipos de interés en EEUU se encuentre hoy prácticamente plana e, incluso, haya estado invertida hace pocas semanas, lo que significa que los operadores no esperan una inflación persistente durante mucho tiempo.

Y si la inflación se modera, el endurecimiento de la política monetaria será temporal, aunque con muchas incertidumbres. Entre otras razones, porque las causas estructurales que explican los bajos tipos de interés siguen vigentes. Como recuerda el FMI, la caída de los tipos de interés neutrales (o naturales) ha sido un fenómeno en muchas economías avanzadas desde la década de los ochenta.

La literatura económica lo identifica con la existencia de bajas tasas de natalidad, que restringe el crecimiento de la demanda nacional agregada (consumo público, privado e inversiones); con la esperanza de vida más larga, que alimenta el ahorro, y con un avance muy débil de la productividad. Sin contar con que la alta desigualdad de ingresos en muchas economías avanzadas también ha contribuido a tasas de interés más bajas. Las rentas más altas destinan sus recursos al ahorro y no al gasto, lo que explica la escalada del valor de los activos financieros. Es decir, un proceso inflacionista de carácter financiero ajeno a la economía real.

La tormenta perfecta desatada en la economía global desde comienzos de 2021 alrededor de los precios comienza a remitir. Y lo hace a un ritmo importante. Hasta el punto de que, en el caso de España, el IPC (media anual) se situará en el 1,3% en 2023, según el FMI, muy lejos del 5,3% con que se cerrará este año si se cumplen las previsiones.

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