De la baguette a la cerveza: el golpe de la inflación a los bolsillos de todo el mundo
El repunte de los precios no solo se produce en nuestro país, sino también en otros europeos y en EEUU, lo que ha encarecido significativamente la factura en el último año
La inflación ha adquirido un papel protagonista en nuestras vidas. Tras casi una década con el problema contrario y dos años de demanda embalsamada, este viejo fantasma ha reaparecido para dar más de un susto a las economías globales. Ahora no podemos dejar de verlo allá donde vamos, desde el café que nos acompaña a primera hora de la mañana, hasta la visita al supermercado o la parada en la gasolinera. Hoy todo es más caro, y aunque la inflación alcanzó el 9,8% solo en España, los altos precios también los sufren los países vecinos y no tan vecinos.
En enero el problema empezaba a preocupar a los economistas. Desde entonces, el término se ha colado en las agendas políticas y ha agitado la opinión pública. Aquí la 'patata caliente' en su recorrido por Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos. O mejor dicho, por la baguette, el 'currywurst', el café o la pasta.
La sombra de los chalecos amarillos
¿Primera parada? Una de las gastronomías más famosas del mundo. En Francia, además del queso o el vino, no hay nada más icónico que su baguette, su 'croissant' o sus pasteles. La primera de ellas es, además, la manera más clara para los hogares de detectar la inflación, por su alta exposición a los precios de la energía, materias primas y mano de obra. Tanto es así, que la baguette no ha aumentado más de veintiún céntimos en los últimos veinte años; aunque a finales del año pasado, los panaderos se vieron obligados a subir simbólicamente los precios para compensar el incremento de los costes del horno o la electricidad y de productos esenciales como el trigo o la harina.
2021 cerró con un precio medio de 0,90 euros por baguette, según las cifras del INSEE. Tres meses y medio después, el gremio vuelve a verse en la tesitura de subirlo entre 5 y 10 céntimos más tras los recientes aumentos derivados de la guerra en Ucrania. Una situación que, según la Confederación Nacional de la Industria Panadera y Pastelera de Francia, no pondrá en peligro el suministro alimentario, porque el país es productor y exportador de trigo, pero inevitablemente sí elevará los precios.
"La gente va a seguir comprando pan, es un hábito muy arraigado. Y nuestros clientes entienden este aumento", explica su presidente a Ouest France. Se espera que con este último incremento, la barra alcance el euro de media. Un dato que tiende a la baja por la oferta de las grandes superficies como Leclerc, que ha congelado en 29 céntimos la barra durante unos meses para "reforzar tu poder adquisitivo en el momento que más lo necesitas".
La acción trajo rencillas con los panaderos independientes, que son más de 33.000 en Francia y representan una parte integral de la vida de los franceses y sus vínculos con los comercios de cercanía. Cada francés tiene su panadero y estos no tienen margen para producir a un precio tan bajo. Lo mismo ocurre con los pasteles, que además de harina o trigo, emplean mantequilla, cuyo precio ha tocado los dos euros el kilo, y pasan largos tiempos en el horno a altas temperaturas.
Precisamente, el poder adquisitivo se ha convertido en la principal preocupación de los franceses y, por eso mismo, también en el arma arrojadiza de las elecciones, pese a que la inflación se ha mantenido más baja que en otros países europeos (4,5%). A la espera de la segunda vuelta, que determinará si Macron es reelegido o no, su mayor rival, la ultraderechista Marine Le Pen no ha dudado en poner en tela de juicio los intentos del actual presidente por calmar la frustración pública. El Elíseo ya ha puesto en marcha cerca de 26.000 millones de euros en medidas como el tope a los precios del gas y la electricidad, o la rebaja al combustible y los cheques a los hogares con menos ingresos para comprar productos de primera necesidad. Pero la sombra de las protestas de los "chalecos amarillos" se cierne sobre el candidato progresista a medida que disminuye el poder adquisitivo de sus ciudadanos.
Cuatro años después del enfado popular derivado de los elevados impuestos al combustible y los bajos salarios, la ira ciudadana vuelve a despertarse pese al crecimiento económico del país galo en los últimos años; y tanto Le Pen como el izquierdista Mélenchon tratan de redirigir esa frustración pública hacia un mensaje: las medidas de Macron no son suficientes. La líder de la Agrupación Nacional ha prometido incluso "devolver el dinero" al bolsillo de los ciudadanos mediante una reducción drástica de los impuestos sobre la energía y otros productos básicos, y ha ofrecido a las empresas incentivos para aumentar los salarios más bajos.
Ni un 'espresso' hará que te olvides de ella
En Italia, el presidente de la asociación de consumidores Codacons lo resume bien: "El elevado coste de las facturas hace que el café italiano te deje un sabor salado" (aunque en España diríamos amargo). El ejemplo no es baladí. En el país vecino se consumen 9,3 millones de 'espressos' al día en sus bares, por lo que unos céntimos más suponen "un aumento significativo del gasto de los consumidores", dice Carlo Rienzi.
Con los datos del Ministerio de Desarrollo Económico (MiSE), la OCU italiana ha elaborado un estudio para comprobar cómo ha afectado el alza de los costes a los precios cobrados al público por una pequeña taza de café en Florencia, Venecia o Padua. ¿El resultado? Hasta 25 ciudades tienen un precio medio del 'espresso' superior a 1,10 euros, aunque con notables diferencias entre la región norte y sur del país.
Ya lo muestra una encuesta de la Confederación Italiana de Empresas, los perdedores de la inflación (6,7%) son todos aquellos consumos más ligados al puro estilo de vida italiano: cenas y comidas fuera, moda y hasta el café. Aunque tampoco se libra la cesta de la compra, y un plato tan habitual como la pasta ha registrado un aumento de los precios del 13% en marzo, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (ISTAT). En Calabria, al suroeste de Italia, el kilo pasó de 1,22 a 1,41 euros de media en tan solo un mes. Una situación que ha llevado por primera vez en la historia a todas las asociaciones de consumidores italianas a unirse en una Asamblea General para presentar al Gobierno un paquete de medidas contra la subida de precios.
Por el momento, para remediar los altos costes de las facturas, el gobierno transalpino destinará 4.400 millones de euros hasta finales de abril a los esquemas para estabilizar los precios energéticos, lo que se traduce en una reducción de 25 céntimos por litro al carburante. Hace un mes, cuando se anunció la medida, el precio que los italianos pagaban por la gasolina se disparó hasta los 2,184 euros por litro.
El brindis con pintas, más caro
En Alemania, la situación es muy similar. A pesar de las condiciones climáticas favorables durante los últimos meses, los productores de lúpulo alemanes alertan de una posible disminución de la producción, lo que será una señal negativa para los amantes de la cerveza, pero no la única. La calidad también se verá algo perjudicada. Así, este elemento hará que, junto con el repunte de todas las materias primas, dispare el precio de esta bebida.
El responsable de la Unión Alemana de Cerveceros, Holger Aichele, así lo constata, puesto que ha pronosticado un fuerte repunte en el precio de la bebida alcohólica por el aumento del precio de la materia prima, pero también por el repunte de combustibles y logística. Así, tomarse una famosa pinta en una taberna de Alemania ha pasado de unos 3,5 euros a 3,7 euros, aunque lo peor aún podría estar por llegar.
Si esa pinta de cerveza germana la queremos acompañar de dos productos típicos en Alemania, como son el chucrut o una buena 'bratwurst', la salchicha típica del país, la radiografía es aún más desfavorable. El precio de las verduras se ha disparado un 12,4% y han sido las que más se han encarecido tras los combustibles. Por su parte, los productos cárnicos han repuntado en torno a un 5,1% en los últimos doce meses.
El fuerte repunte de todo tipo de precios ha llevado al Gobierno de Alemania a entregar un subsidio energético de pago único de 300 euros a todos los trabajadores del país y un bono familiar de 100 euros por hijo, que se duplica en el caso de los hogares con ingresos más bajos.
El desayuno americano, por las nubes
Al otro lado del Atlántico, los ciudadanos estadounidenses y los turistas que vayan al país a disfrutar de las visitas a sitios tan emblemáticos como el Empire State, Central Park o la Estatua de la Libertad harán un alto en su camino en algunos de los restaurantes de comida rápida que inundan el país presidido por Joe Biden. Desde una 'burger' hasta un 'hot dog' que se han encarecido con fuerza. El comer fuera del hogar en la principal potencia económica es, a día de hoy, un 7% más caro que hace un año. Esta cifra es la más alta desde 1981 y aún la notarán más los que opten por pedir productos de carne de vacuno o buey que haya en la carta, puesto que son un 16% más caros que hace un año.
En Estados Unidos, una práctica muy habitual es desayunar fuerte, combinando huevos con panceta y otros alimentos. Esta práctica común es, hoy en día, mucho más cara para todos los bolsillos. Según el Departamento de Agricultura de EEUU, el precio de la docena de huevos casi se ha duplicado en los últimos doce meses y el tocino ya cuesta un 20% más que en 2021. De ahí que la mayoría de los restaurantes hayan sucumbido a esta presión de aumento de sus costes y la hayan trasladado, antes o después, a sus consumidores.
La inflación ha adquirido un papel protagonista en nuestras vidas. Tras casi una década con el problema contrario y dos años de demanda embalsamada, este viejo fantasma ha reaparecido para dar más de un susto a las economías globales. Ahora no podemos dejar de verlo allá donde vamos, desde el café que nos acompaña a primera hora de la mañana, hasta la visita al supermercado o la parada en la gasolinera. Hoy todo es más caro, y aunque la inflación alcanzó el 9,8% solo en España, los altos precios también los sufren los países vecinos y no tan vecinos.
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