Hace apenas unos meses el monstruo de la inflación parecía sacado de ‘Monstruos SA’. La subida de los precios provocada por los cuellos de botella tenía la ironía en su propia naturaleza: si la inflación era consecuencia del crecimiento de la demanda, una subida de precios que lastrase la demanda provocaría, automáticamente, la moderación de los precios. En definitiva, se trata de la ecuación tradicional del equilibrio entre oferta y demanda (modelo OA-DA derivado de la teoría de John Maynard Keynes).
El modelo keynesiano tenía un cabo suelto: la inflación de costes. Esto es, una subida de precios que no se debe ni al aumento de la demanda ni a la caída de la oferta. En este caso, el equilibrio se rompe y es justo lo que está ocurriendo ahora. Los precios están subiendo por la escalada de la energía que lleva meses en marcha, antes incluso del inicio de la guerra en Ucrania. El Kremlin preparó el terreno para la invasión frenando las ventas de gas a Europa y generando una subida de precios (para así elevar sus ingresos) que ha terminado por afectar al resto de bienes y servicios de la economía.
Este cabo suelto del modelo keynesiano es el más peligroso, porque la inflación no se puede reconducir moderando la demanda. En otras palabras, aunque se provoque un estancamiento o una recesión, la inflación puede seguir siendo elevada porque los factores geopolíticos mantengan precios altos en las materias primas y la energía. Este escenario, el de la estanflación, es un monstruo que realmente asusta a los economistas.
La cesta de la compra de los hogares españoles es hoy casi un 7% más cara que antes de la pandemia. En un primer momento se encarecieron los alimentos (durante el ‘gran confinamiento’), después fue la energía y finalmente la inflación se ha trasladado a todos los bienes y servicios. Así te afecta a ti: