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"La guerra afectará al turismo, porque la gente no sabe cuándo volverá a casa. Es como el covid"
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entrevista al secretario general de la omt

"La guerra afectará al turismo, porque la gente no sabe cuándo volverá a casa. Es como el covid"

Al frente de la Organización Mundial de Turismo desde 2018, Zurab Pololikashvili ha tenido que enfrentar de lleno una de las mayores crisis del sector: la pandemia. Ahora, una guerra en Europa amenaza con echar por tierra su recuperación

Foto: Entrevista a Zurab Pololikashvili. (Isabel Blanco)
Entrevista a Zurab Pololikashvili. (Isabel Blanco)
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Cuando Zurab Pololikashvili (Tiflis, 1977) fue nombrado secretario general de la Organización Mundial de Turismo (OMT), en enero de 2018, apenas tenía canas. Hoy, su cabeza entera es blanca. El cargo desgasta, pero al sector le ha tocado vivir, además, unos años especialmente difíciles. Y los que le quedan. A la pandemia de covid-19, que cerró restaurantes, museos y fronteras, se une ahora una guerra en el este de Europa. La incertidumbre lo ha inundado todo. Y ha hecho que el turismo, que en 2019 representaba más del 10% del PIB mundial, haya reducido su aportación a la mitad (en 2020 fue del 5,5%).

A Pololikashvili le ha tocado lidiar también con desafíos internos. La OMT, el único organismo de la ONU con sede en España, llegó a 2018 en números rojos. El flamante secretario general ordenó entonces una auditoría externa, la primera en la historia de la organización, que destapó irregularidades durante la gestión de su predecesor, Taleb Rifai, a raíz de lo cual Pololikashvili puso en marcha una serie de reformas que no han sentado demasiado bien entre la vieja guardia. El propio Rifai firmó una carta, junto a una decena de ex altos cargos, pidiendo votar en contra de revalidar al secretario general durante la última asamblea, en diciembre del año pasado —Pololikashvili fue reelegido en votación secreta, con un 76% de los votos—.

Ahora, con su mandato revalidado, las cuentas saneadas y el amago saudí de trasladar la sede a Riad superado, el secretario general se enfrenta a una situación inédita: la petición, por parte de un grupo de varios países, de suspender a Rusia como miembro de la organización por su invasión de Ucrania. De confirmarse, sería la primera vez que un país es suspendido por un organismo de Naciones Unidas.

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Foto: I. B.

PREGUNTA. Venimos de una parálisis de prácticamente todo el turismo internacional durante el covid, que se estaba recuperando, aunque de forma muy desigual. ¿Qué perspectivas hay ahora, con la guerra y con la situación de inflación y el aumento de los precios del transporte?

RESPUESTA. En Fitur [enero] vimos que había bastante optimismo, porque si bien es cierto que apareció ómicron a finales del año, con la vacunación y los números que veíamos, la situación era mucho mejor que en 2020. Teníamos la esperanza de que todo iba a recuperarse en verano. Ahora vamos a pasar por una guerra. Todos nos hemos olvidado del covid. Volvemos a esa época de incertidumbre, de dudas sobre cuándo podremos volver a casa si viajamos. Y la subida de precios también esperamos que afecte al sector, porque ya hemos visto lo que ha pasado en el mercado con el precio del combustible en las últimas dos semanas. Eso va a afectar a los viajes tanto por tierra como por aire.

P. De los mercados emisores de turistas, por lo menos hay dos que, por una razón u otra, están bloqueados: Rusia y China. Rusia por la guerra y China por la política de 'cero covid' del Gobierno.

R. Sí, China nadie sabe cuándo va a abrirse. Hemos tenido bastante comunicación con el ministro chino [de Turismo], y ahora, con la guerra, es probable que la apertura se vaya a aplazar. Quizás el mercado chino reabra en verano, no es posible predecir fechas concretas. Pero la guerra va a afectar a los turistas porque la gente tiene miedo a salir de su país. No saben cuándo se van a cerrar las conexiones, si van a poder volver a casa. Es más o menos igual que durante el covid, que la gente no quería viajar porque no sabía cómo iba a terminar su viaje. Cada día cambiaba la situación. Ahora estamos en lo mismo. Es muy difícil en esta situación decir cómo vemos el futuro del turismo.

Foto: Un médico chino, paseando por un centro de testeo de covid. (Reuters) Opinión

P. A veces, cuando una crisis internacional afecta a una zona determinada, los flujos de turistas cambian y se trasladan a otra. Por ejemplo, durante la época de las revueltas árabes, en que desapareció el turismo de Egipto, al norte de África, a España y a Croacia les vino muy bien. ¿Hay algún desequilibrio que se pueda prever o que se esté notando en ese sentido?

R. Durante la pandemia, hemos visto cómo el turismo se recuperaba primero en Europa, porque si bien la región tenía bastantes restricciones, con su infraestructura sanitaria y su infraestructura en general ha tenido la oportunidad de acoger esos primeros viajes y hemos visto, en números, que el turismo se estaba recuperando. Pero ahora se ha convertido en un destino peligroso, porque Ucrania está en el corazón de Europa. Los turistas ahora no buscan aventuras, quieren sitios para descansar, y lugares seguros. Además, tampoco hay que olvidar que entre un 5 y un 7% de turistas en Europa son rusos, y eso va a cambiar bastante.

Por regiones, China va a seguir cerrada. Estados Unidos yo creo que va a volver a ser un mercado importante para Europa. Rusia ya sabemos cómo está. Y Japón y Corea yo creo que, por su carácter y mentalidad, no van a abrirse en un día. Por eso creo que este año va a volver a ser difícil, como el año anterior. Y además no sabemos qué va a pasar mañana, hacia dónde va esta guerra, o cómo va a afectar a las relaciones bilaterales.

P. Ya que hablamos de la guerra, usted es georgiano. Imagino que el asunto le afecta personalmente.

R. Yo he visto esto en mi país hace 15 años. Sé lo que es. El conflicto que tuvimos fue muy doloroso. El de ahora es 10 veces más grande, pero para nosotros aquello fue una tragedia en todos los sentidos. Y siempre alertamos de que iba a pasar en otros países. Pero yo hoy no soy georgiano, soy ciudadano del mundo. Si Georgia invade y bombardea Japón, voy a ser japonés. La guerra es un crimen. Así de claro. Y la decisión que tomamos [la de proponer la suspensión de Rusia del organismo] no tiene nada que ver con mi nacionalidad. Hemos visto que la comunidad internacional está muy unida, la UE está más unida que nunca. Nosotros asumimos nuestra parte de responsabilidad y expresamos nuestra solidaridad, como han hecho otros organismos.

P. De confirmarse, sería la primera vez que un organismo de la ONU suspende a un miembro. ¿Cuáles serían las consecuencias?

R. Rusia no podría participar en ninguna votación. Se desactivaría su voz en el turismo mundial. Ahora, el país es miembro del Consejo Ejecutivo, un órgano superior que toma decisiones importantes. No queremos a un miembro que tome decisiones como las toma el Gobierno ruso. Esa es la razón para pedir la suspensión. Nadie quiere, en la gobernanza, a un país que va en contra de sus principios.

P. ¿Cómo surge esta iniciativa?

R. Yo quería mostrar mi solidaridad con la paz. Se decidió al día siguiente de que Rusia bombardeara Kiev. Todo el mundo me criticaba por ser georgiano, pero no tiene nada que ver con Georgia. Al mismo tiempo, hubo peticiones de países que pedían esto. Seis países lo pidieron, por lo que yo tengo que cumplir. ¿Cuándo va a decidirse? La ONU es el organismo más burocrático del mundo. Nuestros estatutos vienen de los años setenta. Viendo los estatutos, esto va a durar al menos un mes. El Consejo Ejecutivo decidió votar la suspensión en una asamblea extraordinaria. Estamos viendo ahora cuándo se convoca, pero será aproximadamente en un mes.

Foto: El embajador ruso ante Naciones Unidas Vassily Nebenzia. (Reuters/Carlo Allegri)

P. Y usted, ¿qué cree que va a ocurrir?

R. Yo creo que cualquier país normal del mundo quiere paz. Y que van a apoyar la iniciativa del consejo. No veo a nadie que vaya a ir contra la paz. Y si alguno lo hace, es una vergüenza. Yo lo veo así.

[Un apunte: si bien es cierto que durante la votación del Consejo Ejecutivo se decidió, con un 72% de apoyo, presentar la propuesta de la suspensión de Rusia en una asamblea extraordinara, un gran número de países se abstuvieron. Además, votaron en contra Rusia, Sudáfrica, Zambia, China y Emiratos Árabes Unidos. No está nada claro que el resultado de la votación en la asamblea, en la que participarán muchos más países, vaya a ser favorable].

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Foto: I. B.

P. ¿Y después de la votación?

R. Cuando me preguntaban durante el covid cómo veía el futuro, decía que era imposible predecir qué va a pasar mañana. Nadie pensaba que nos iban a cerrar a todos en casa e íbamos a estar dos meses encerrados. Ahora es mucho más complicado, porque nadie sabe qué va a pasar con esta situación. Podría llegar a ser más grave y mucho más difícil. Solo estamos en la segunda semana de guerra. Cada día, más restricciones, más sanciones. Eso va a afectar al sector. Primero en la movilidad, y luego en la mentalidad.

Con el covid, hemos visto que la gente mayor de 60 años tiene miedo a viajar. Así que ahora son los jóvenes los que viajan, pero los precios suben. Sube el precio del transporte, pero también el precio de los alimentos, los restaurantes, los hoteles... El turismo hoy no es como antes. Hoy el precio de un avión, de un hotel, tiene mucho que ver con otros sectores. Hay muchas cosas que analizar.

P. Volviendo al tema de la pandemia. Hace poco se reunió con el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom. ¿Sobre qué hablaron?

R. La idea del viaje era acordar algunos protocolos. Desde que empezó la pandemia, hemos pedido establecer unos protocolos armonizados. Queremos un estándar que sirva para cualquier país, porque al final, con las vacunaciones y las PCR, es muy fácil decidir quién puede viajar y quién no. Se trata de gestión de riesgos, y eso se puede arreglar.

"Hay países que no han cerrado fronteras o puesto cuarentenas y les ha funcionado. Grecia. También España y Madrid son un caso de éxito"

P. La idea de los protocolos armonizados es algo que se lleva intentando mucho tiempo. Cuando empezaron a hacerse test de antígenos, hubo varios aeropuertos que pidieron que se adoptaran como medida para reactivar el turismo. Pero estas ideas nunca han cuajado.

R. Ahí entramos en un tema de gobernanza. Cada país tiene su enfoque, su propio ministerio... Es un proceso muy difícil de establecer. Desde el primer día hicimos recomendaciones a todos los países y analizamos los que han tenido una buena gestión. Esa lista se la presentamos a la OMS. El éxito lo medimos en números de turistas y casos de contagios entre viajeros. Era nuestro mayor motivo para sentarnos a hablar con la OMS, explicarles que se puede gestionar bien.

P. ¿Por ejemplo?

R. República Dominicana. Hay países que nunca han cerrado fronteras o puesto cuarentenas, y les ha funcionado. Como Grecia. También España y Madrid son un caso de éxito. De hecho, la OMS nunca recomendó dejar de viajar, sino que estas decisiones se tomen en base a la evidencia científica. El problema es cuando la gestión de la pandemia se politiza. Suiza para mí es ahora el mejor ejemplo del mundo. Han quitado las mascarillas. Es un país conservador, que no toma decisiones a la ligera. No esperaba que lo hicieran, y les ha funcionado.

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Foto: I. B.

P. Reino Unido también ha quitado las mascarillas.

R. Sí, pero Reino Unido ha hecho una campaña un poco burocrática durante toda la pandemia. He viajado tres veces pensando que iba a llegar a Londres y no me iban a dejar entrar. Por todos los anuncios y la publicidad contra los viajes.

P. En este sentido, la OMT, al ser un organismo de Naciones Unidas, ¿hasta qué punto puede tener un impacto en estas decisiones de gobernanza de los países?

R. Nuestro rol llega hasta la recomendación, porque luego hay países que las siguen y países que las siguen menos. Lo que podemos hacer es explicar los buenos y malos casos. Hacemos el análisis y damos un producto cocinado, y luego es el país el que elige si lo va a hacer o no.

Cuando Zurab Pololikashvili (Tiflis, 1977) fue nombrado secretario general de la Organización Mundial de Turismo (OMT), en enero de 2018, apenas tenía canas. Hoy, su cabeza entera es blanca. El cargo desgasta, pero al sector le ha tocado vivir, además, unos años especialmente difíciles. Y los que le quedan. A la pandemia de covid-19, que cerró restaurantes, museos y fronteras, se une ahora una guerra en el este de Europa. La incertidumbre lo ha inundado todo. Y ha hecho que el turismo, que en 2019 representaba más del 10% del PIB mundial, haya reducido su aportación a la mitad (en 2020 fue del 5,5%).

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