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"Licinio de la Fuente y otros franquistas, hasta Suárez, hubieran sido del PSOE felices"
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ENTREVISTA A LEANDRO PRADOS DE LA ESCOSURA

"Licinio de la Fuente y otros franquistas, hasta Suárez, hubieran sido del PSOE felices"

Leandro Prados de la Escosura tiene a la economía española en la cabeza. Y no es un juicio literario. Sus series históricas son leyenda y son el material imprescindible para entender lo que ha pasado en España desde 1850

Foto: Entrevista a Leandro Prados de la Escosura. (Jesús Hellín)
Entrevista a Leandro Prados de la Escosura. (Jesús Hellín)
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Entrevistar al profesor Prados de la Escosura (1951) es un acto heroico. No porque se explique mal o porque quiera rehuir las respuestas. Al contrario. Es heroico porque, acompañado de su ordenador, es capaz de navegar con precisión por tres siglos (del XIX al XXI) para explicar con datos cómo hemos llegado hasta aquí. En concreto, entre 1850 y 2020. Ha construido, incluso, series históricas de cómo era lo que hoy llamamos España en el siglo XIII. No es de extrañar, por eso, que su trabajo sea imprescindible para cualquier economista. No hay conclusión ni afirmación que no la quiera avalar con datos, y de ahí que cualquier entrevista se convierta en una sucesión de cifras, cuadros o gráficos que él enseña con una pasión desbordante delante del ordenador, como si estuviera ante un tribunal de oposición. Prados de la Escosura es doctor por la Universidad de Oxford y por la Universidad Complutense de Madrid. Es catedrático emérito de Historia Económica de la Universidad Carlos III.

PREGUNTA. En los últimos años, probablemente desde la crisis financiera, se ha instalado la idea de que los jóvenes, en los países avanzados, vivirán peor que sus padres. Para un historiador económico, qué le sugiere esta idea.

RESPUESTA. La respuesta corta es que este es un temor razonable, pero no está plenamente fundado. Si me he dedicado a la historia económica, como economista, es que no me gusta predecir lo que va a ocurrir. Prefiero hacer de forense y predecir lo que ha ocurrido, y, aún así, me equivoco [ríe]. Hay un libro de hace ya algunos años de Robert Gordon sobre crecimiento a largo plazo que tuvo mucho éxito en EEUU, y que era una visión muy pesimista. Decía que los avances derivados de la aparición de internet habían cambiado muy poco la vida de la gente, al contrario que la calefacción o el agua caliente. Él estaba pensando en los años 40 y 50. Cuando leí el libro, pensé: "Estas son reflexiones de una persona mayor que tiene en la cabeza una determinada cesta de la compra y que la proyecta para el futuro". Él no va a usar las redes sociales o va a viajar por el mundo como lo hacen los jóvenes. La cesta ideal que tiene una persona mayor hoy día está condicionada por sus vivencias, mientras que una persona joven tiene su propia cesta en términos de preferencias y, además, los precios han cambiado. Es probable que nuestros hijos no tengan un trabajo fijo, tampoco sean propietarios de una casa o tengan dos coches, pero yo, que trato a muchos jóvenes en la universidad, veo que muchos no tienen coche, pero tienen mucho más dinero del que yo tenía a esa edad. Cuando lo necesitan, lo alquilan o van a BlaBlacar. Es decir, tienen unas pautas de consumo distintas. Lo que han cambiado son las preferencias. Las personas del pasado vivían muy mal. Las cosas que valoran los jóvenes son distintas a los mayores. Mi impresión, como historiador económico, es que los jóvenes no van a vivir peor.

"Mi impresión, como historiador económico, es que los jóvenes no van a vivir peor"

P. Pero estará de acuerdo en que los jóvenes van de crisis en crisis…

R. Sí, es verdad. Ha habido una recesión en 2008 que es solo comparable en términos de caída de la renta disponible real por persona a la que ocurrió durante la Gran Depresión en España, que fue del 29 al 33. La economía retrocedió en torno a un 11%, pero se recuperó, y también la crisis derivada de la pandemia se recuperará rápidamente. La economía va a seguir creciendo. Le voy a dar una comparación. El PIB per cápita en términos reales en 2019 era el doble que en 1986. Vivimos dos veces mejor que cuando entramos en la Unión Europea.

P. Entonces no hay razones para tanto pesimismo.

R. Es un temor comprensible, pero infundado. Dudo que una persona joven, si le trasladan a nuestra juventud, pensase que entonces se vivía mejor. Van a tener un trabajo más inseguro, pero van a cambiar más de empleo. Van a ser más cosmopolitas y tendrán mucha mayor calidad de vida. Hay un cambio cualitativo. Este ordenador [y lo enseña de forma muy ostensible] cuesta lo mismo que el que yo me compré en el año 85. Aquello era una cafetera. Si ajustas por la calidad, por lo que los economistas llamamos precios hedónicos, no hay color. No está justificado el pesimismo, como hacen Pérez-Reverte y otros, sobre España. Nuestros niveles de vida son 17 veces más elevados que en 1850.

P. Fíjese, pero en el debate académico se ha llegado a recuperar la idea del estancamiento secular, que viene de los años 30, en plena Gran Depresión. Mucho pesimismo.

R. La idea del estancamiento secular la puso en circulación Alvin Hansen, y luego la reivindicó Larry Summers. Nace en EEUU pensando, sobre todo, en problemas de demanda, más que de oferta. Lo que ha sucedido, sin embargo, es que el PIB per cápita, también en España, ha seguido avanzando; pero, a partir de mediados de los años 70, se produce un estancamiento de la productividad. Lo que sabemos desde 1850, en el caso de España, es que la productividad crece por dos razones: porque se produce más por hora trabajada o porque se trabaja más horas. Lo que está ocurriendo es que la gente trabaja hoy muchas menos horas. Hemos pasado de 3.000 horas al año a unas 1.500. Pero el PIB avanza porque somos más eficientes por hora trabajada. Ahora bien, a partir de mediados de los años 70, hasta el ingreso de España en UE, lo que se produce es una formidable crisis industrial y, por lo tanto, más desempleo, pero es que también se trabajan muchas menos horas. La crisis fue brutal. A partir de 1986 y 2007, el optimismo fue general, pero, curiosamente, el avance del PIB per cápita fue menor que lo que ha sido desde 1954 en adelante e, incluso, menor que en los años 20. Eso se debió al aumento de las horas trabajadas más que al incremento de la productividad. Durante la Gran Recesión se vuelve a producir una caída brutal de las horas trabajadas por el desempleo.

placeholder Leandro Prados durante su entrevista. (Jesús Hellín)
Leandro Prados durante su entrevista. (Jesús Hellín)

P. Por lo que dice, todo depende, al margen de los avances tecnológicos, de las horas trabajadas.

R. Lo que diferencia a una sociedad preindustrial de una industrial es que hacemos una clara distinción entre ocio y trabajo. En una economía tradicional, la gente no tiene un empleo: es agricultor, es transportista, es comerciante… Todo a la vez. Los medios le dan poca importancia, pero una cosa muy importante es la eficiencia de una economía, la llamada productividad total de los factores. Tú puedes producir más por hora trabajada porque utilizas más capital físico o porque utilizas más capital humano, o porque utilizas ambos mejor. ¿Cómo lo mides? Ese es el problema, de aquella manera [sonríe]. Lo que yo he calculado es que la productividad crece poco desde 1850, excepto en los años 20 del siglo pasado; empieza a crecer mucho a partir de los años 50 y vemos que, desde los años 80, más o menos desde la entrada de España en la Unión Europea, la productividad, según unas estimaciones, está estancada y, según otras, disminuye. Es decir que, cuando se buscan culpables: esto es culpa del PP o culpa del PSOE, hay que recordar que, desde Felipe González, la eficiencia de la economía española está estancada.

P. Curioso que al mismo tiempo la renta per cápita se haya duplicado.

R. Como le he dicho, la renta per cápita es la resultante de dos fuerzas, de cuánto se produce por hora trabajada y cuántas horas trabaja la gente, y lo que hemos visto es que aumentan las horas, por el mayor empleo, pero no por la productividad. En los años 20, la eficiencia fue importantísima, porque la economía cambió. Se pasó de trabajar en sectores de baja productividad, la agricultura, a mayor productividad, las manufacturas. En España, ha habido un paréntesis entre esos años, tras la Gran Depresión, hasta los años 50, pero con una diferencia. La urbanización, la industrialización y la electrificación se consolidaron, y eso permitió que, entre 1954 y 1958, los años que llamamos de la autarquía, aumentara la eficiencia, aunque sea una época con muy mala fama, ya que era previa al Plan de Estabilización. ¿Qué es lo que sucede? Pues que, entre esos años y 1985, aumentan las horas trabajadas, y nada menos que un tercio se debe a la eficiencia de la economía. Después, hasta 2007, apenas crece la productividad total de los factores. Crece por la mayor intensidad del capital. ¿Por qué? Porque invertir en España tiene menos riesgo al estar en la UE, hay seguridad jurídica. Lo que ha ocurrido es que se ha generado empleo en sectores de baja productividad, servicios de bajo valor añadido y construcción. Los sectores que menos se expanden desde mediados de los años 80 son los sectores que menos atraen la innovación y la inversión de vanguardia.

"Cuando PP y PSOE buscan culpables, hay que recordar que desde Felipe González la eficiencia de la economía española está estancada"

P. ¿Hemos superado como país eso que los regeneracionistas llamaban atraso histórico de España?

R. En 1850, en dólares internacionales, que es la comparación más rigurosa, y que es la que utilizan las instituciones internacionales, el PIB per cápita de España representaba el 70% del de EEUU, y, si te vas a 2007, el resultado es que España tiene el mismo nivel. Con Francia, estábamos al 90% a finales del siglo XIX, pero se hundió durante la mitad del siglo XX. A la muerte de Franco, todavía estábamos por debajo. Después mejoramos. La mala noticia, ya que ha sido una convergencia en U, es que estamos como hace 150 años. Siempre nos alegramos de estar en la Unión Europea, pero hay que reconocer que la botella está medio llena. Lo que nos debe preocupar es que no hemos convergido con esos países y así evitaremos el triunfalismo. No hemos convergido porque nuestra productividad ha sido menor. Un argumento muy típico dice que es muy fácil que crezca la productividad total de los factores [la eficiencia] cuando partes de más abajo, conforme te acercas a la frontera tecnológica, pero, y Taiwán, y Corea, y la República Checa o Israel… Hay una larga lista de países que nos ha pasado.

P. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué no convergemos?

R. Es un problema de regulación. También por el amiguismo, los incentivos perversos a invertir en sectores de baja productividad o por la baja cualificación de nuestros jóvenes. Pero también por la falta de competencia en los mercados de productos y de factores. No se trata de desregular y de vender los monopolios a los amigos, como hicieron el PP y el PSOE. No, eso es cambiar de dueños los monopolios, de lo que se trata es de aumentar la competencia.

placeholder Leandro Prados durante la entrevista con El Confidencial. (Jesús Hellín)
Leandro Prados durante la entrevista con El Confidencial. (Jesús Hellín)

P. ¿Cómo ha influido la calidad de las instituciones?

R. Las instituciones son como una caja negra, hay de todo y son difíciles de medir. Yo lo que he hecho es medir la libertad económica, que es la ausencia de interferencias en los agentes económicos, que es la definición que haría Isaiah Berlin cuando hablaba de libertad negativa. En España ha aumentado mucho, porque en el franquismo no había. Hasta finales de los 80 no se recuperaron los niveles de 1913, pero, por medio, hubo dos dictaduras y una República que era muy intervencionista. Tú puedes tener un Estado muy pequeño, como en el franquismo, sin libertad, un Estado, diríamos, matón, porque distorsiona la economía. Pero puedes tener uno más grande, que permite la libertad. Cuando se asocia el concepto de libertad económica al tamaño del Estado, ahí están Suecia o Somalia como dos modelos totalmente distintos, no se está diciendo la verdad. Cuando se habla de capitalismo de amiguetes, como diría Luis Garicano, se habla de distorsiones a la competencia, porque se favorece a sectores que atraen poca innovación. Lo que ha sucedido en los últimos años, desde luego hasta 2010, y sospecho que también después, es que no solo se ha aplanado la curva de la eficiencia, sino también de la libertad.

P. En términos históricos, ¿cómo estaría ahora España en desigualdad?

R. Hay una desigualdad buena y una desigualdad mala. Hay gente que trabaja mucho y lo hace muy bien, eso es desigualdad de esfuerzo, y hay personas a las que se paga mucho porque tienen los tentáculos bien puestos, como el señor Slim [empresario mexicano]. Desigualdad de oportunidades es: ‘yo he heredado mucho dinero y parto de mejor posición que tú’. O 'yo he tenido acceso a una buena educación y tú no’. Lo que tenemos en España es una maravilla de sanidad que es para todos igual, y eso es un elemento brutal de reducción de la desigualdad. Si ponemos a España en el mundo en 2007, nos encontramos que es uno de los países con menor desigualdad. Pero es que, hace 45 años, a la muerte de Franco, España también estaba entre los países con menor desigualdad, algo que puede explicar por qué la Transición salió tan bien.

"Desde los años 80, se han estancado la libertad económica, la eficiencia, la productividad laboral y la convergencia regional"

La gente a veces no se toma en serio a Piketty porque hay dos, un académico fabuloso y el que defiende una agenda política de extrema izquierda. Piketty se centra en la parte alta de la distribución, el famoso 1%. Pero hay otra gente que le interesa la parte de abajo. España, a mitad del siglo XIX, tenía baja desigualdad porque era una sociedad pobre que tenía poco que distribuir. Era una desigualdad basada en la diferencia entre propietarios y trabajadores, pero, a partir de los años 60 del siglo pasado, la gente pasa del campo a la ciudad. Lo que descubre la famosa curva de Kuznets es que, a medida que los trabajadores tienen mayor cualificación, aumenta la desigualdad, porque sus habilidades son distintas. La desigualdad ya no aumenta solo porque los ricos se alejan de los trabajadores, sino porque los propios trabajadores pasan del campo a la ciudad y, en la medida en que aumenta la cualificación, crecen también las diferencias en las remuneraciones, hasta que llega un punto de inflexión en el que todos los trabajadores son cualificados.

En los años 20 y los primeros años 30, se produjo una caída muy grande de la desigualdad, ¿por qué?, porque las diferencias entre propietarios y trabajadores se aminoran, ya que España comienza a ser una sociedad urbana e industrializada. La guerra civil se ha explicado muchas veces porque la pobreza era extrema y la desigualdad muy grande, pero no. La guerra civil se produce en un contexto de reducción de la desigualdad y de la pobreza absoluta. En el primer franquismo, lo que ocurre es una caída brutal del PIB per cápita a causa de la ruralización y de las políticas autárquicas. Lo que hace el franquismo es redistribuir en favor de los propietarios, con el resultado de que en los primeros años 50 tienes una desigualdad parecida a la del final de la Primera Guerra Mundial, cuando la huelga del 17. La desigualdad fue la revancha del franquismo.

placeholder Leandro Prados durante la entrevista. (Jesús Hellín)
Leandro Prados durante la entrevista. (Jesús Hellín)

Ahora bien, la caída de la desigualdad arranca en la segunda mitad de los años 50. El pistoletazo de salida es la demagogia de Girón cuando dobla los salarios. Puedes tener políticas populistas y peronistas que a corto plazo pueden tener un efecto positivo sobre la reducción de la desigualdad. A partir de los 60, sin embargo, cada vez hay más trabajadores cualificados y las diferencias de remuneración de los trabajadores disminuyen. Con el paso del campo a la ciudad, lo que ocurre es que la gente gana más dinero. Y es en ese momento cuando la ley de propiedad horizontal del franquismo permite el acceso a la propiedad, cuando se reduce la desigualdad, ya que las nuevas clases son propietarias. Desde los años 70, la desigualdad ha oscilado entre 0,30 y 0,35, y así nos hemos mantenido en los últimos 45 años. Ni siquiera ha aumentado de forma significativa en los años de la Gran Recesión, solo unos puntitos.

P. No parece que esa sea una percepción general…

R. Como tenemos unos políticos tan ignorantes e irresponsables… Yo recuerdo cuando Rajoy se metía con Zapatero diciéndole que la participación del trabajo en la renta nacional había disminuido. Ese análisis no vale para sociedades complejas. ¿Qué es lo que sucede? Que la remuneración del capital aumenta su participación en la renta nacional, y tiene sentido porque tenemos una economía en la que se ha intensificado la utilización del capital, de la inversión.

"No convergemos por el amiguismo y por los incentivos perversos a invertir en sectores de baja productividad"

P. ¿Qué ha pasado con el estado de bienestar en los últimos años?

R. Se ha dicho que ha habido una gran redistribución a favor de los ricos y que el estado de bienestar se ha destruido entre 2008 y 2013. Pero la realidad es muy distinta por la fiscalidad progresiva, que en definitiva es el estado de bienestar, ya que permite al Estado redistribuir a través de transferencias sociales: pensiones, sanidad… En los años 70, comienza el estado de bienestar en España. Piensa que Licinio de la Fuente y otros franquistas, hasta Suárez, hubieran sido del PSOE felices. ¿Qué es lo que ocurre con la democracia? Que la capacidad redistributiva del Estado es muy grande, como sucedió en los años de la Gran Recesión. En 2013, si no fuera por eso, hubiéramos tenido unos niveles de desigualdad de Chile, de México, de Turquía y casi de Sudáfrica.

P. Tampoco parece que esa sea la percepción de muchos ciudadanos, que piensan que el Estado redistribuye mal.

R. Es verdad que mucha gente piensa ahora que vivimos en el mayor momento de la desigualdad y que lo que hay que hacer es aumentar la presión fiscal, pero Branko Milanovic, en su famosa curva del elefante para España, pone cifras. ¿Qué ha pasado con la renta real disponible por persona entre 2008 y 2013? En lugar de ver las medias vamos a verlo por percentiles. El 1% más rico lo ha visto aumentar cerca de un 10%. En el caso del 10% más rico, no ha salido perdiendo. Si consideras a la clase media alta, del percentil 50 al 75, pues se ha llevado un cierto golpe. Y, si miras a la clase media baja, verás que ha podido tener una caída de hasta el 15%. Y, si miras a la clase baja, la bofetada puede llegar al 20-30% del ingreso para los más pobres.

¿A qué se debe esto? Lo presenté hace algunos años y entonces se me acercó un joven muy alto que hoy es gobernador del Banco de España, y que entonces era discípulo de González-Páramo: al desempleo. Lo que ha ocurrido en España por razones institucionales es que, cada vez que hay una crisis, siempre la pagan los mismos vía cantidad. Ocurrió entre 1975 y 1986, entre 2008 y 2013, y ha ocurrido ahora con la pandemia. Tienes un mercado dual y jóvenes, mujeres e inmigrantes son quienes pagan las crisis. Es un desastre. Estamos en un tercio de la máxima desigualdad que podríamos tener, mientras que en el siglo XIX estábamos en dos tercios de la máxima. Lo que ha ocurrido en España es que, desde los años 80, se ha estancado la libertad económica, la eficiencia, la productividad laboral y la convergencia regional.

Entrevistar al profesor Prados de la Escosura (1951) es un acto heroico. No porque se explique mal o porque quiera rehuir las respuestas. Al contrario. Es heroico porque, acompañado de su ordenador, es capaz de navegar con precisión por tres siglos (del XIX al XXI) para explicar con datos cómo hemos llegado hasta aquí. En concreto, entre 1850 y 2020. Ha construido, incluso, series históricas de cómo era lo que hoy llamamos España en el siglo XIII. No es de extrañar, por eso, que su trabajo sea imprescindible para cualquier economista. No hay conclusión ni afirmación que no la quiera avalar con datos, y de ahí que cualquier entrevista se convierta en una sucesión de cifras, cuadros o gráficos que él enseña con una pasión desbordante delante del ordenador, como si estuviera ante un tribunal de oposición. Prados de la Escosura es doctor por la Universidad de Oxford y por la Universidad Complutense de Madrid. Es catedrático emérito de Historia Económica de la Universidad Carlos III.

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