Es noticia
El 'gran retorno' a los pueblos desde las ciudades por la pandemia era un mito
  1. Economía
Los flujos migratorios

El 'gran retorno' a los pueblos desde las ciudades por la pandemia era un mito

Con el estallido de la pandemia, algunos urbanitas se fueron a vivir al campo y por unos meses parecía que podía ser la cura para la España vacía. Pero finalmente no

Foto: Un niño juega en Molina de Aragón. (Getty/David Ramos)
Un niño juega en Molina de Aragón. (Getty/David Ramos)

Durante los meses más complicados de la pandemia surgieron grandes reflexiones sobre el modo de vida de la sociedad y despertaron antiguos anhelos de una existencia más tranquila y placentera. Uno de ellos era la vida en el campo, más recogida y 'humana', pero con una buena conexión a Internet 5G para teletrabajar. Durante muchos meses pareció que la pandemia y las tecnologías cambiarían el modo de vida de los ciudadanos alterando para siempre los flujos migratorios dentro de España. Serían la cura para la enfermedad crónica de la despoblación. Hoy sabemos que no fue así: los flujos migratorios de las ciudades al mundo rural fueron un deseo convertido en espejismo.

Un estudio sobre la despoblación en España en los últimos 25 años, elaborado por Toni Roldán, Jorge Díaz-Lanchas, Diego Loras y Ángel Martínez y publicado por Esade EcPol muestra la realidad de la demografía de España durante la pandemia. La migración hacia las áreas rurales (municipios de menos de 10.000 habitantes) en 2020 fue idéntica a la de los años anteriores, con algo más de medio millón de altas a lo largo del año. Este dato descarta definitivamente que se haya producido un gran flujo de población hacia el campo.

Esto significa que ni siquiera las estadísticas del año 2020 reflejan una mejora de los flujos de población hacia el mundo rural. Si no se produjo este avance durante el año 2020, cuando el teletrabajo estaba generalizado, nunca se producirá. Lo que sí se observa en las estadísticas es una mejora de la situación de los pueblos, pero se produjo porque se frenó la emigración hacia las ciudades. “Encontramos que en 2020 ha mejorado el saldo de los municipios con menos de 10.000 habitantes en España. Pero esta mejora se explica fundamentalmente por una caída en el número de personas que se han mudado desde estos municipios y no tanto por una llegada extraordinaria de personas desde otros municipios o desde el extranjero” escriben los autores.

Foto: Proyecto Éxodo
TE PUEDE INTERESAR
El éxodo urbano de España: la nueva despoblación del siglo XXI
Jesús Escudero Javier G. Jorrín María Zuil Laura Martín Pablo López Learte Antonio Hernández Luis Rodríguez Pablo Narváez

“Parece que la pandemia frenó buena parte del éxodo rural”, señalan los autores, pero señalan que “seguramente sea temporal y, en el mejor de los casos, tendrán lugar en municipios cercanos a las grandes ciudades. De ahí que no podamos pensar que la pandemia ha favorecido una vuelta hacia las zonas rurales”.

Este comportamiento de los flujos demográficos parece ser más una situación coyuntural que un cambio estructural. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE muestran cómo el ‘boom’ del teletrabajo fue fugaz y en su mayor parte desapareció con el final de las restricciones. Esto ha provocado que los trabajadores hayan tenido que volver a su puesto físicamente lo que complica que puedan diseminarse por los pueblos de España. Aunque el teletrabajo ocasional parece que se está consolidando, esto no evita volver al puesto presencial la mayor parte de los días.

Lo que sí localizan los autores es que se produjo una aceleración de la emigración desde las dos grandes ciudades, Madrid y Barcelona, hacia los pueblos próximos. Se produjo una cierta salida hacia los pueblos desde las urbes más grandes hacia el mundo rural, pero siempre buscando la proximidad, esto es, en la misma provincia o las vecinas. En cualquier caso, se trata de un flujo moderado que no tuvo impacto en los datos agregados a nivel del mundo rural, lo que indica que su efecto no llegó a sentirse en la España vacía. Una vez más, lo que ocurre en Madrid y Barcelona no es representativo del resto del territorio nacional.

A lo largo del año 2020 salieron de Madrid capital hacia los pueblos de las provincias vecinas (Ávila, Toledo, Segovia, Guadalajara y Cuenca) algo más de 10.000 personas, el doble de lo que suele ser habitual. En el caso de Barcelona la situación es muy similar: la salida hacia los pueblos de las otras provincias catalanas duplicó la que suele ser habitual, superando os 4.400 desplazamientos. Esta salida de población no se repite en el caso de los municipios vecinos más grandes, ya sean villas o ciudades dormitorio, lo que evidencia que sí se produjo una cierta salida de población desde las metrópolis hacia los pueblos próximos.

En resumen, en 2020 se produjo una leve salida de población desde las grandes urbes a los pueblos vecinos que no tiene relevancia a nivel nacional y que no sirve para empezar a repoblar la España vacía. Además, se trata de un fenómeno coyuntural que previsiblemente habrá desaparecido con el fin de la pandemia.

Los pueblos no pueden competir

El estudio analiza en profundidad las causas de la despoblación del interior y el norte de España durante las últimas décadas. Estos flujos migratorios tienen causas diferentes a las de la primera mitad del siglo XX e incluso los años sesenta y setenta. En esos momentos el éxodo rural se concentraba en las clases más populares expulsadas del campo por la mecanización de los procesos productivos. Por el contrario, en la actualidad la emigración se produce entre los jóvenes de las clases medias y altas con mejor formación.

Foto: Dos mujeres se hacen un 'selfie' durante la Fiesta de la Trashumancia que se celebra anualmente en Madrid. (Reuters/Susana Vera)

Estos jóvenes emigran a las grandes ciudades en busca de empleos que no existen en el mundo rural, de alto valor añadido y mejor remunerados. A partir de la Encuesta de Condiciones de Vida, los autores del estudio muestran las grandes diferencias de ingresos que existen entre las ciudades y los pueblos.

La renta mediana de la población en las ciudades (percentil 50) es nada menos que 2.400 euros superior que en el campo. Y entre las rentas medias-altas (percentil 75) la brecha escala hasta cerca de los 5.000 euros. “Dadas las diferencias salariales entre territorios, la periferia es incapaz de competir y las generaciones más jóvenes potencialmente más formadas abandonan estos territorios para aprovechar las externalidades positivas de las ciudades”, escriben los autores.

La mejora del transporte es clave en todo este proceso, ya que las empresas no necesitan estar localizadas en cada territorio para tener negocio. De esta forma, las grandes empresas situadas en las capitales compiten por la demanda de los pueblos, desplazando a una buena parte del tejido productivo y del comercio local. Las grandes urbes también explotan los efectos de aglomeración y atraen a las empresas multinacionales, en una carrera en la que ni siquiera pueden competir las capitales de provincia.

Aunque las grandes ciudades generan también importantes externalidades negativas derivadas de su tamaño (precios de la vivienda, tiempo de desplazamiento, contaminación, etc.), el proceso de la despoblación que lleva más de dos siglos en marcha continuará durante las próximas décadas. “La dinámica de despoblación es imparable y difícilmente revertirá en las próximas décadas salvo en determinadas zonas”, escriben los autores.

"La dinámica de despoblación es imparable y difícilmente revertirá"

Este proceso de emigración genera importantes costes para el sector público, ya que las zonas con menos densidad de población requieren de una dotación de servicios públicos y prestaciones más cara, en términos per cápita, que las áreas urbanas. En primer lugar, porque una buena parte de la población vive de rentas públicas, en especial pensiones. En segundo, porque la provisión de servicios en las zonas despobladas se encarece porque no se generan efectos de escala.

“Cuanto mayor sea la despoblación actual de los territorios, mayores serán los costes presentes y futuros en los que incurrirá la provisión de servicios y rentas a las zonas despobladas”, señala el informe. La alternativa es luchar contra este proceso, no con el objetivo de revertirlo, sino de frenarlo. “La opción de actuar, tampoco está libre de costes, pero, seguramente, permitirá alcanzar una sociedad más inclusiva en el largo plazo”, explican.

Foto: Ilustración: Raúl Arias

Los autores repasan la literatura económica y muestran que los grandes proyectos de infraestructuras públicas han fracasado a la hora de retener a la población. “El foco de las políticas, debería centrarse en favorecer las condiciones para que se genere actividad económica en las zonas en declive, adaptando las políticas a las necesidades y oportunidades de cada lugar”, señalan los investigadores.

También es clave que las conexiones en el mundo rural sean competitivas, ya sean de transporte o de conexión a Internet. Sin una buena conectividad, cualquier territorio rural está condenado a la despoblación. Además, el sector público puede poner en marcha otros incentivos, desde ayudas fiscales hasta subsidios públicos, para atraer actividad económica.

Todas estas recetas, muy reconocidas en la literatura económica, pero ignoradas en muchas ocasiones desde el sector público, son fundamentales para frenar el nuevo proceso de despoblación que empieza a tener lugar en España: ya no solo se vacía el campo, sino que las medianas ciudades y algunas capitales de provincia están perdiendo población. Este proceso no solo empobrece a los territorios, también genera un gran malestar social. No es problema exclusivo de las zonas que se vacían, sino que es un problema compartido por todo el país.

Durante los meses más complicados de la pandemia surgieron grandes reflexiones sobre el modo de vida de la sociedad y despertaron antiguos anhelos de una existencia más tranquila y placentera. Uno de ellos era la vida en el campo, más recogida y 'humana', pero con una buena conexión a Internet 5G para teletrabajar. Durante muchos meses pareció que la pandemia y las tecnologías cambiarían el modo de vida de los ciudadanos alterando para siempre los flujos migratorios dentro de España. Serían la cura para la enfermedad crónica de la despoblación. Hoy sabemos que no fue así: los flujos migratorios de las ciudades al mundo rural fueron un deseo convertido en espejismo.

Laboral
El redactor recomienda