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La última despoblación de la España rural: los pueblos se vacían de mujeres jóvenes
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El camino hacia la desaparición

La última despoblación de la España rural: los pueblos se vacían de mujeres jóvenes

El éxodo rural se está intensificando entre las mujeres jóvenes, que optan por formarse y emigrar a las ciudades. Para muchos pueblos será la despoblación definitiva porque no tendrán otra generación

Foto: Imagen de Villablino. (Bárbara Álvarez)
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El éxodo rural afronta en las dos próximas décadas un momento decisivo. A los problemas tradicionales de despoblación se ha unido en las últimas décadas la emigración de mujeres jóvenes hacia las ciudades. El proceso ha llegado tan lejos que la escasez de mujeres empieza a suponer un problema para el sostenimiento de la población. Sencillamente, el mundo rural se está quedando sin mujeres para garantizar una nueva generación, lo que está creando un nuevo problema para muchas comarcas del interior de España. La incorporación de la mujer al mercado laboral ha acelerado el proceso: las jóvenes optan por formarse y emigrar a las ciudades en busca de mejores oportunidades.

El avance de la despoblación provoca que ya no sean solo los pueblos más pequeños los que tengan dificultades para garantizar otra generación; el problema se ha extendido también a las cabeceras de comarca. Las ciudades medianas, que actúan como núcleo de concentración de los servicios básicos para el mundo rural (desde educativos o sanitarios hasta el comercio), también se están vaciando de mujeres jóvenes. Este proceso está siendo más intenso en el noroeste de Castilla y León, pero también se extiende a la cornisa cantábrica, el sistema ibérico y Castilla-La Mancha.

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El campo se ha masculinizado en las últimas décadas. Aunque también se ha producido un éxodo de jóvenes varones, ha sido más intenso en el caso de las mujeres. Principalmente por dos motivos: se forman más y tienen peor acceso al mercado laboral. Como consecuencia, en el mundo rural la mayoría de la población son hombres, mientras que en las ciudades ocurre lo contrario.

Así lo pone de manifiesto el Consejo Económico y Social (CES) en un informe elaborado este año: "Se hace patente la masculinización en el tramo de 20 a 60 años; esto constituye, por la escasez de mujeres en edades reproductivas y en general por el desequilibrio en la denominada generación soporte, uno de los principales problemas para la pervivencia de muchos pequeños núcleos de población". Muchos pueblos están condenados a desaparecer porque ya no tienen mujeres jóvenes que garanticen un reemplazo de la población.

El informe advierte, en relación con la demografía, que existe "una aceleración de los procesos identificados como problemáticos" en anteriores estudios. No solo pierden habitantes los municipios más pequeños, también otros más grandes que son cabeceras de comarca e incluso ciudades medianas y capitales de provincia. "En la última década, perdieron población el 70% de las cabeceras, y más del 60% de las ciudades entre 20.000 y 50.000 habitantes. No obstante, la mayor pérdida se sigue recogiendo en las zonas rurales. En concreto, estas perdieron un 6,2% de la población entre 2010 y 2019, frente a un 1,4% en las cabeceras", dice.

Existe una relación directa entre el tamaño del municipio y la cantidad de mujeres. En los que tienen menos de 5.000 habitantes (casi tres cuartas partes de todos los que hay en España), los hombres son mayoría. Pero cuando se supera ese umbral, la proporción de mujeres aumenta, hasta el punto de que solo un 12% de las ciudades de entre 50.000 y 100.000 habitantes tienen más presencia masculina y en todas las que tienen más población hay más mujeres.

La España vaciada, pues, está más vacía de mujeres que de hombres. Ellas son menos y de mayor edad, consecuencia de una constante reducción del número de mujeres en edad reproductiva en las áreas rurales durante las últimas décadas. Desde 2001, España ha perdido el 15% de su población femenina entre 15 y 39 años. En las zonas rurales, ese porcentaje se multiplica.

Este fenómeno es especialmente relevante en el noroeste del país. Las diez provincias con una mayor pérdida son las cuatro gallegas, Asturias y cinco de las nueve de Castilla y León (León, Zamora, Salamanca, Valladolid y Palencia). En todas, el número de mujeres entre 15 y 39 años ha descendido entre el 32 y el 42%. En otras dos, Bizkaia y Cantabria, la disminución también supera el 30%.

El mapa a nivel municipal muestra aún más detalle de la caída de mujeres jóvenes en esos territorios. En las provincias señaladas, más del 90% de los municipios ha perdido mujeres de entre 15 y 39 años en lo que va de siglo. En los últimos 20 años, 144 municipios, todos de menos de 100 habitantes, ya no cuentan con las pocas mujeres de ese tramo de edad que quedaban. Por el contrario, las zonas que han ganado mujeres en ese grupo de edad son puntos de la costa, como Baleares, Tarragona, Girona, Almería o Melilla, y provincias limítrofes con Madrid, como Guadalajara y Toledo, que se han beneficiado del crecimiento económico de la capital y alrededores.

Faltan oportunidades laborales

El mercado laboral en el mundo rural sigue siendo cuestión de hombres, con una brecha de género superior a la que hay en las ciudades. "Una de las manifestaciones más preocupantes de la evolución sociodemográfica del medio rural en España es su tendencia a la masculinización de la población, tanto por sus causas, como por sus consecuencias —explica el informe del CES—, los datos siguen mostrando importantes desigualdades respecto al trabajo productivo, además del reproductivo, que explicarían la importante emigración femenina, especialmente entre las mujeres jóvenes, y los consiguientes procesos de masculinización, envejecimiento y despoblamiento del medio rural.

El motor de la actividad en el mundo rural sigue siendo la industria agroalimentaria, desde el trabajo en el campo hasta los centros de procesamiento. La mano de obra que se demanda en el campo sigue siendo masculina, en la mayoría de los casos sin cualificación. Y de forma habitual, las explotaciones son de empresas muy pequeñas o autónomos directamente, de las que el titular casi siempre es el hombre cabeza de familia. La presencia de la mujer se concentra en los servicios, pero dado que su peso es menos relevante en el campo que en las zonas urbanas, también lo es su participación en la fuerza de trabajo.

En el mundo rural, apenas un 54% de las mujeres entre 15 y 64 años tiene un trabajo, seis puntos menos que en las ciudades. Por el contrario, los hombres tienen una tasa de empleo de casi el 70%. Además de las razones culturales, que son más fuertes en los pueblos, la propia demanda de trabajo deja fuera del mercado laboral a las mujeres. "El empleo en el sector agrario está muy masculinizado —el 77% son varones, frente a una media del 54% en el conjunto de la economía— y la edad media es superior a la del resto de actividades económicas", explica el CES.

Lo que hacen las jóvenes de los pueblos es formarse mejor. La tasa de abandono escolar es la mitad que la de los hombres de 18 a 24 años, del 13% frente al 25%. De hecho, la tasa de fracaso escolar de la mujer en el campo español es similar a la del europeo, mientras que la de los hombres es muy superior. Además, la incorporación de la mujer al mercado laboral en las últimas décadas ha acelerado este proceso: las jóvenes no se resignan a renunciar a su vida profesional, sino que buscan mejores oportunidades que consiguen a través de la formación y la emigración.

Las mujeres se forman y emigran buscando oportunidades laborales que no encuentran en el mundo rural. De hecho, tienen que emigrar para estudiar, ya que la oferta formativa de FP y universitaria es muy escasa en el mundo rural o, directamente, inexistente en muchos territorios.

En ocasiones, la emigración para la formación ya provoca que muchos jóvenes no vuelvan al campo si encuentran arraigo en la ciudad. De ahí que las asociaciones rurales reclamen a las administraciones públicas que inviertan para ofrecer formación específica requerida en el mundo rural en los propios pueblos y cabeceras de comarca. Sería no solo una forma de retener a la población local, sino también de ofrecer una vía de oportunidad para jóvenes procedentes de las ciudades.

El futuro del mundo rural dependerá de la capacidad para ofrecer oportunidades a los jóvenes y, en especial, a las mujeres. Muchos pueblos de la España interior que son muy pequeños están condenados a la desaparición, ya que se han quedado sin soporte de mujeres en edad fértil. Sin embargo, el problema se ha extendido a las cabeceras de comarca y eso agrava la situación, ya que implica que municipios de incluso hasta 5.000 habitantes podrían tener un futuro muy complicado.

El éxodo rural afronta en las dos próximas décadas un momento decisivo. A los problemas tradicionales de despoblación se ha unido en las últimas décadas la emigración de mujeres jóvenes hacia las ciudades. El proceso ha llegado tan lejos que la escasez de mujeres empieza a suponer un problema para el sostenimiento de la población. Sencillamente, el mundo rural se está quedando sin mujeres para garantizar una nueva generación, lo que está creando un nuevo problema para muchas comarcas del interior de España. La incorporación de la mujer al mercado laboral ha acelerado el proceso: las jóvenes optan por formarse y emigrar a las ciudades en busca de mejores oportunidades.

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