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El cierre del gasoducto de Argelia subirá los precios y obliga a España a hacer equilibrios
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El cierre del gasoducto de Argelia subirá los precios y obliga a España a hacer equilibrios

Argel cerró el domingo la mayor infraestructura que suministra gas a la península Ibérica para golpear a su vecino marroquí, pero su decisión también perjudica a España

Foto: La ministra Teresa Ribera, junto al embajador en Argelia, Fernando Morán. (EFE)
La ministra Teresa Ribera, junto al embajador en Argelia, Fernando Morán. (EFE)
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Argelia cerró el pasado domingo la mayor fuente de suministro energético de España: el Gasoducto Magreb-Europa (GME), por el que llegaban a Zahara de los Atunes (Cádiz) hasta 11.000 millones de metros cúbicos al año de esa materia prima. Tomó la drástica decisión de no renovar el contrato, que expiraba el 31 de octubre, para castigar así a su vecino marroquí, pero esta tiene también múltiples consecuencias para España y Portugal.

“En vista de las prácticas agresivas del Reino de Marruecos hacia Argelia, que socavan la unidad nacional (...), el presidente de la República ordenó a la empresa nacional Sonatrach que cese su relación comercial con la empresa marroquí y que no se renueve el contrato” del gasoducto, anunció el domingo por la noche un comunicado de Abdelmajid Tebboune, el jefe de Estado argelino.

España no está, por ahora, en riesgo de desabastecimiento, pero sí padecerá un encarecimiento del precio del gas, que repercutirá sobre el de la luz eléctrica. No hay, sin embargo, mal que por bien no venga. La sanción argelina a Marruecos brindará quizá la oportunidad, a la diplomacia española, de acelerar su ansiada normalización de las relaciones con el vecino del sur.

Foto: La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera. (EFE)

La ruptura de relaciones diplomáticas de Argelia con Marruecos, a finales de agosto, y la consiguiente no renovación del contrato del GME ahondan aún más el enfrentamiento entre los dos 'pesos pesados' del Magreb. Que España y, sobre todo, la Unión Europea hayan sido, desde hace casi tres décadas, incapaces de poner paz entre dos países cuyas economías están muy imbricadas con Europa supone un estrepitoso fracaso de la política exterior de los Veintisiete. Argelia cerró su frontera terrestre con Marruecos hace ya 29 años. “La UE disponía de medios de presión para forzarles a mejorar su relación, pero no ha querido utilizarlos”, comenta un diplomático destinado años atrás en Rabat.

A España no le debería faltar gas, aunque a través del GME recibiese más de una quinta parte de su consumo de esa materia prima. Argelia es el primer proveedor de energía de España. El ministro argelino del ramo, Mohamed Arka, llamó, el 26 de agosto, al embajador español en Argel, Fernando Morán, para dejarle caer que su país cerraría el GME, pero que en ningún caso España quedaría desabastecida. Reiteró el mismo mensaje al entrevistarse, este otoño en Argel, con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y con la vicepresidenta Teresa Ribera.

Argelia, a través de la compañía Sonatrach, cumplirá sus compromisos con España con relación al abastecimiento de gas natural y está dispuesta a discutir de las condiciones de un suministro gasístico adicional”, declaró, incluso, en público Arka para despejar cualquier duda del empeño argelino. “Desde Argel, se han dado garantías al más alto nivel”, insiste Toufik Milat, embajador argelino en Madrid.

“Por muchas garantías que haya de por medio, la actitud de Argelia nos trae a la memoria la de Rusia con Ucrania, a la que castigó en varias ocasiones reduciendo o interrumpiendo el suministro de gas, lo que, a su vez, repercutió negativamente sobre la Unión Europea”, recuerda un diplomático europeo que estuvo destinado en la sede de la OTAN. Argelia es el principal aliado de Rusia en el norte de África.

Foto: Trabajadores unen dos tubos del gasoducto Nord Stream 2 en Rusia. (Reuters)

El GME, construido en 1995, arranca en Hassi R’mel (Argelia) y recorre 540 kilómetros de territorio marroquí hasta, después de atravesar el Estrecho, desembocar en Zahara de los Atunes. Dieciséis años después, se estrenó un segundo gasoducto, el Medgaz, que enlaza directamente Argelia con España. Transcurre más de 200 kilómetros por debajo del mar y emerge en El Aquián (Almería).

Medgaz puede bombear hasta 8.000 millones de metros cúbicos, pero sus dos propietarios, la argelina Sonatrach y la española Naturgy, acordaron en junio reforzar su capacidad para que alcanzase los 10.000 millones. La obra estará finalizada dentro de un mes. Aun así, no suplirá el déficit de suministro que conlleva la clausura del GEM.

Foto: Trabajadores unen dos tubos del gasoducto Nord Stream 2 en Rusia. (Reuters)

El gas que falte será proporcionado por Argelia a través de barcos metaneros. Es ahí donde el producto se encarece, no porque el país exportador vaya a subir el precio de la materia prima, que se mantendrá en lo fijado en los contratos, menos de la mitad del que pagan hoy en día potencias asiáticas como China.

Subirá el gas porque los metaneros escasean en estos tiempos de reactivación económica y el transporte está por las nubes. Lo hará también porque, para ser introducido en el barco, el gas debe ser licuado y a su llegada ha de ser regasificado, una operación costosa. Importar gas resultará más caro para España y esto repercutirá sobre la tarifa que pagan los hogares que lo consumen y sobre la luz eléctrica. Casi un tercio de la electricidad es fabricado por centrales térmicas de ciclo combinado que se nutren de gas.

“España tiene un exceso de infraestructuras” para acoger a metaneros “y regasificar el gas natural licuado”, en media docena de puertos de la Península, asegura Aurelia Mañé, profesora de economía de la energía de la Universidad de Barcelona. Las plantas de regasificación españolas representan el 40% de la capacidad de almacenamiento de Europa y el 5,3% de la de todo el mundo.

Foto: La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera. (EFE)

Si para España la decisión argelina es un serio contratiempo, para Marruecos es un grave problema, aunque la prensa oficialista trata de disimularlo. Por permitir el tránsito del gasoducto cobraba anualmente entre 50 y 200 millones de euros en función de la cantidad de gas bombeada. Adquiría además a buen precio cerca de 800 millones de metros cúbicos —el 60% del total de sus importaciones de gas— con los que alimentaba dos centrales de ciclo combinado, las de Ain Beni Mathar y Tahaddart, que producían el 12% de la electricidad.

Con la vista puesta en los intereses de España, pero también en los de Marruecos, José Manuel Albares y Teresa Ribera se esforzaron este otoño, en Argel, en convencer a sus interlocutores de que mantuvieran abierto el GEM o, por lo menos, aplazaran su clausura hasta después del invierno, según fuentes argelinas. En vano.

El gas que se bombee hacia el sur a través del gasoducto debería tener otro origen, quizás el de algún país del Golfo afín a Marruecos

Marruecos no lo tiene fácil para colmar ese déficit. El Ministerio de Transición Energética marroquí licita a marchas forzadas la construcción y explotación de una planta flotante de almacenamiento y regasificación; acaba de conceder una licencia a la empresa israelí Ratio Petroleum para buscar hidrocarburos en aguas del Sáhara Occidental lindantes con Canarias, y se plantea importar más electricidad de España a través de los dos cables submarinos que unen ambos países.

El proyecto más ambicioso sugerido por Rabat para paliar el déficit consistiría en revertir en gasoducto para que desde Tarifa se exporte ahora gas a Marruecos. La adaptación técnica de esa infraestructura llevaría unos nueve meses. A finales de octubre, se celebraron ya dos reuniones técnicas de, por el lado español, representantes del Ministerio de Transición Ecológica y de las empresas Enagas y Naturgy, y de, por el marroquí, estuvo el Organismo Nacional de Hidrocarburos y Minas y, en una ocasión, la propia ministra del ramo, Leila Benali, según el diario digital marroquí 'Le 360', reputado por sus lazos con el palacio real.

placeholder La ministra Teresa Ribera conversa con el ministro argelino de Energía, Mohamed Arkab. (EFE)
La ministra Teresa Ribera conversa con el ministro argelino de Energía, Mohamed Arkab. (EFE)

Ninguna fuente española ha confirmado estas reuniones, quizás porque nadie quiere comprometerse hasta asegurarse de que, además de no padecer desabastecimiento, España dispondrá de suficiente gas para reexportarlo. Argelia vetaría probablemente que los hidrocarburos que vende a España acaben en Marruecos. El gas que se bombee hacia el sur a través del gasoducto debería, por tanto, tener otro origen, quizás el de algún país del Golfo afín a Marruecos.

El interés marroquí por la reversión del gasoducto puede acelerar el ritmo, por ahora a paso de tortuga, de la normalización de relaciones entre Madrid y Rabat tras más de 10 meses de crisis. Esta fue desatada por las autoridades marroquíes el 10 de diciembre de 2020 con el propósito de que la diplomacia española siguiera los pasos del presidente Donald Trump, que reconoció la soberanía marroquí sobre la antigua colonia del Sáhara Occidental, hoy en día controlada por Marruecos.

Argelia cerró el pasado domingo la mayor fuente de suministro energético de España: el Gasoducto Magreb-Europa (GME), por el que llegaban a Zahara de los Atunes (Cádiz) hasta 11.000 millones de metros cúbicos al año de esa materia prima. Tomó la drástica decisión de no renovar el contrato, que expiraba el 31 de octubre, para castigar así a su vecino marroquí, pero esta tiene también múltiples consecuencias para España y Portugal.

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