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El puzzle de la economía circular: las cuatro claves para que España sea 100% sostenible

El hidrógeno como fuente de energía, la movilidad sostenible, las energías renovables y los pequeños gestos en casa, unidos, configuran el tablero para acercarnos a la economía del residuo cero.

Por EC Brands

L
os mayores de la casa seguramente recordarán que, en sus tiempos, cuando algo se estropeaba o rompía, se arreglaba en vez de ser reemplazado, al contrario de lo que luego impuso la cultura del usar y tirar. En la economía circular, el reciclar ya no es suficiente: el modelo de crecimiento pasa por reducir la cantidad de residuos que generamos, partiendo de cada individuo -igual que hacían nuestros mayores-, abarcando también todo el tejido productivo del país, el energético, el económico. Solo así, como rezan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la nuestra y las generaciones futuras podremos habitar en un planeta sostenible y próspero.

Los españoles generamos 442 kilos de residuos por persona al año, un 9 % menos que la media de los ciudadanos de la Unión Europea. Pero nuestro país presenta un 53 % más de residuos en los vertederos -residuos no reciclados con impacto negativo en el medio ambiente-, según un análisis de EAE Business School. Aquí, donde las pymes son el 99,8 % de las empresas, más de la mitad de estas no conocen aún las ventajas de la economía circular. Aunque en los últimos años se han desarrollado acciones e iniciativas públicas y privadas, la implantación de estrategias circulares es todavía incipiente. La Estrategia de Economía Circular 2030 ha de marcar la hoja de ruta que persigue reducir en un 30 % el consumo de materiales y recortar un 15 % la generación de residuos respecto a 2010. He aquí las cuatro piezas del puzzle que, una vez terminado, nos hace circulares.

Hidrógeno

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Una gran planta fotovoltaica en el sur de España genera en agosto un excedente de energía. Con este sobrante producirá hidrógeno, lo almacenará y lo transportará a una central de ciclo combinado en el norte para que en diciembre, cuando el frío aprieta, la comunidad foral pueda disponer de energía eléctrica. De eso es capaz el hidrógeno verde, obtenido de energías renovables y cuyo único residuo es vapor de agua.

“Las baterías ponen límites a la energía que podemos producir, transportar y almacenar; el hidrógeno verde, no. Y además cubre las necesidades de todos los sectores: energía (combustible), residencial (electricidad, agua caliente), transporte (vehículos con pila de combustible) e industria (petroquímica, acero...)”, explica Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2). En las hojas de ruta mundiales hacia las cero emisiones, el hidrógeno verde se perfila, así, como un vector energético clave, al lado de la electrificación del transporte o el uso de biocombustibles.

Hidrógeno

En diez años, España ha de producir el 10 % del total de hidrógeno renovable de la UE, tener 150 estaciones de servicio y dos líneas de tren y usar un 25 % de hidrógeno renovable en la industria. Son algunos de los objetivos de la Hoja de Ruta del Hidrógeno para nuestro país, aprobada en 2020. Y son ambiciosos porque “España no está en absoluto mal posicionada en el sector del hidrógeno y además posee un enorme potencial”, explica Brey.

La cantidad de proyectos repartidos actualmente por nuestro mapa es la muestra de su penetración en el tejido industrial. “España jugará un importante papel en la economía del hidrógeno: lo podemos producir en gran cantidad y a bajo precio, gracias a nuestra riqueza en energías renovables; por nuestra situación geográfica, que nos postula como el gran puerto de entrada del hidrógeno hacia Europa desde el norte de África; y porque ya poseemos tejido industrial en toda su cadena de valor”, concluye Brey.

Aplicaciones del hidrógeno
Infografía sobre el hidrógeno
Infografía sobre el hidrógeno parte 1 Infografía sobre el hidrógeno parte 1

Precisamente, Naturgy, como miembro de la AeH2, tiene "una apuesta decisiva por este vector energético. Participa e impulsa distintos proyectos que harán viable el uso del hidrógeno verde en la movilidad, bien a través de la inyección en la red de gas natural o en su venta directa en hidrogeneras, para maximizar su demanda y reducir sus costes y alcanzar los objetivos de sostenibilidad en el transporte”, explica Alberto Fariza, responsable de Proyectos de Movilidad de Naturgy.

Así, por ejemplo, trabajará junto a Enagás para impulsar en La Robla, León, la mayor planta de hidrógeno de España. El objetivo es producir hasta aproximadamente 9.000 toneladas al año de hidrógeno renovable a partir de una planta fotovoltaica de 400 MW y un electrolizador de hasta 60 MW. Además de cubrir el consumo local, se posibilitaría una futura exportación de hidrógeno hacia el norte de Europa.

Por otra parte, la compañía energética utilizará las instalaciones ferroviarias de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) en Lleida para desarrollar un proyecto para investigar el uso del hidrógeno como combustible limpio para los futuros trenes no electrificados de la línea Lleida-La Pobla.

Movilidad
urbana

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El transporte por carretera es responsable del 72 % de las emisiones de CO2 en la UE. Los coches son el principal contaminante, con casi el 61 % del total de las emisiones. Entre sus consecuencias negativas, están la emisión de gases contaminantes y de efecto invernadero (GEI), el ruido, los accidentes, la congestión y la pérdida de calidad de vida en las ciudades. La UE se ha comprometido a disminuir las emisiones del transporte un 60 % por debajo de los niveles de 1990 para 2030.

En España, el transporte por carretera genera el 26,9 % de las emisiones de GEI, según alerta el Miteco, origina la mayor parte de la contaminación acústica en Europa, es responsable del 6,7 % de las emisiones de partículas finas y del 30,6 % del total de emisiones de óxidos de nitrógeno a la atmósfera. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé para el año 2030 una reducción de las emisiones del 34% ¿Cómo lograrlo?

“A la implementación progresiva de los biocombustibles, hay que sumar el vehículo compartido, ecológico, a poder ser; el fomento de otras formas de movilidad eléctrica para desplazamientos cortos, como la moto eléctrica (de ‘motorsharing’ o privada), la bici y el caminar, pero, sobre todo, el uso del transporte público de bajas emisiones, que permite descarbonizar a mayor escala que el coche privado y que ahora, con la pandemia, se ha visto algo frenado en favor del vehículo privado”, dice José Víctor Esteban, secretario general de la Fundación Corell. Madrid y Barcelona, además, ya cuentan con su propia Zona de Bajas Emisiones (ZBE), áreas donde se restringe el acceso a los vehículos más contaminantes.

Mujer en bici

Si la cantidad limitada de los puntos de recarga es, quizás, una de las barreras actuales a la expansión de los vehículos eléctricos, la buena noticia es que ya hay proyectos tangibles en marcha con este fin. Un ejemplo es el anuncio este mismo año por parte de Naturgy de desplegar una red de más de 1.100 puntos de recarga rápidos y semirrápidos con carácter público en poblaciones con más de 50.000 habitantes y en las principales vías de comunicación, cada 200 kilómetros. Esto, aprovechando las sinergias de infraestructuras existentes, conectando los puntos de recarga en acometidas eléctricas que den servicio a otras instalaciones, como las estaciones de gas natural.

El proyecto contempla un despliegue acelerado de 450 hubs de energía eléctrica de origen renovable a nivel nacional, vinculado a la tecnología 5G y la conectividad del Internet de las Cosas. También se usará inteligencia artificial para predecir la demanda, analizar en tiempo real el consumo, detectar anomalías y fraudes o llevar a cabo un mantenimiento preventivo del punto de recarga.

Energías renovables

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El primer semestre de este año es la demostración de que los esfuerzos en el camino a la descarbonización son un hecho: más de la mitad de la electricidad generada en nuestro país fue de origen renovable. Para entender su evolución, en esos primeros seis meses de 2021, las energías verdes produjeron en España más que en todo el año 2008. Su producción de enero a junio creció casi un 20 % respecto al mismo periodo del año anterior, hasta los 65.563 GWh, según Red Eléctrica Española.

La eólica supuso casi una cuarta parte de la producción semestral (24,7 %) y en el mes de febrero subió hasta el 29,8 %. La hidráulica supuso un 15 %, un 9,3% más respecto al mismo periodo del año anterior. La solar fotovoltaica fue la más destacada de este período, al alargarse las horas de sol hacia el verano (de enero a junio creció un 35,6% respecto al mismo periodo de 2020).

Central eólica

Según el Miteco, las renovables están llamadas a tener un papel protagonista en la recuperación económica nacional, basándonos en su impacto en empleo, PIB o exportaciones en la última década. Sin embargo, algunas renovables han encontrado escollos en camino. Como la eólica, "que ha topado con cierto rechazo social por su impacto paisajístico y el poco retorno al territorio donde se instalan los molinos", dice Álvaro Luna, profesor del departamento de Ingeniería Eléctrica de la UPC.

"La instalación de las renovables debe ir de la mano con el desarrollo del territorio. La energía tiene que ser social, de nada sirve trufar los tejados de placas solares si eso no revierte en la comunidad". Esa es una de las claves para que las renovables sigan avanzando en España, según Luna. Quedan tres más, además de una esperable bajada del precio de la energía.

Gráfico

"Que las redes eléctricas sean flexibles para poder satisfacer la demanda de energía y anticiparse a picos en esta; que todos adquiramos una cultura energética comenzando por ahorrar en casa con nuestros actos cotidianos y, no menos importante, dar un paso más con el ecodiseño y fabricar placas sostenibles que dentro de 25 años, cuando termine su vida útil, no supongan un impacto para el medio ambiente y las generaciones futuras". El punto que nos faltaba para cerrar este círculo de la sostenibilidad.

Ciudadanos

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Lo decíamos antes: reciclar es un primer paso, pero ya no es suficiente: hay que empezar por reducir nuestros residuos. España generó 138 millones de toneladas de residuos al cierre de 2018, según el Instituto Nacional de Estadística. El 16,5 % procedió de los hogares. Eso significa que cada habitante generó 486 kilos de residuos urbanos.

¿De qué manera podemos ser circulares en casa? Además de sustituir plástico por papel o la tela en las bolsas para ir a comprar, y llevar los táperes al mercado para llenarlos de pescado o carne, una opción es envasar al vacío la comida cocinada en tarros de cristal en lugar de usar fiambreras. También se pueden usar bolsas para congelar de varios usos, reciclar el aceite de freír para hacer nuestro propio detergente o comprar legumbres o galletas a granel. Son consejos que lanzan desde el proyecto Ola Sostenible, una comunidad para ayudar a las personas a cambiar de hábitos para ser circulares, “lo cual no es fácil, porque en la sociedad en que vivimos no hay demasiada información sobre cómo serlo”, explica Clara Calvo, su fundadora.

Mujer reciclando

Ducharse con jabones sólidos, biodegradables, ecológicos y que suponen cero desperdicio; comprar menos ropa y de mejor calidad o incluso fabricar nosotros mismos los yogures y los helados, también es circular. Consumir energía conscientemente también nos hace circulares: “Pensar cuándo la energía es más barata para cargar el móvil o para programar una lavadora hará que ahorremos en casa y seamos más sostenibles”, recuerda Álvaro Luna, profesor del departamento de Ingeniería Eléctrica de la UPC. Pero ojo, "no se trata de caer en el ‘ecoagobio’, en el radicalismo. Al final esto va de tomar decisiones que puedas mantener, que tengan que ver con tu estilo de vida, puesto que para cambiar de hábitos hay que ser constante y acabar transmitiendo esos valores a las siguientes generaciones", dice Clara Calvo.

Como hemos visto, la lucha por la economía circular no es exclusiva de un solo sector o un solo agente social, sino que se trata de un eje transversal que afecta a todos. Es por ello que, en definitiva, el objetivo pasa por componer todas las piezas del puzzle para que encajen y España consiga convertirse en un país lo más sostenible posible.