L
os mayores de la casa seguramente recordarán que, en sus tiempos, cuando algo se estropeaba o rompía, se arreglaba en vez de ser reemplazado, al contrario de lo que luego impuso la cultura del usar y tirar. En la economía circular, el reciclar ya no es suficiente: el modelo de crecimiento pasa por reducir la cantidad de residuos que generamos, partiendo de cada individuo -igual que hacían nuestros mayores-, abarcando también todo el tejido productivo del país, el energético, el económico. Solo así, como rezan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la nuestra y las generaciones futuras podremos habitar en un planeta sostenible y próspero.
Los españoles generamos 442 kilos de residuos por persona al año, un 9 % menos que la media de los ciudadanos de la Unión Europea. Pero nuestro país presenta un 53 % más de residuos en los vertederos -residuos no reciclados con impacto negativo en el medio ambiente-, según un análisis de EAE Business School. Aquí, donde las pymes son el 99,8 % de las empresas, más de la mitad de estas no conocen aún las ventajas de la economía circular. Aunque en los últimos años se han desarrollado acciones e iniciativas públicas y privadas, la implantación de estrategias circulares es todavía incipiente. La Estrategia de Economía Circular 2030 ha de marcar la hoja de ruta que persigue reducir en un 30 % el consumo de materiales y recortar un 15 % la generación de residuos respecto a 2010. He aquí las cuatro piezas del puzzle que, una vez terminado, nos hace circulares.