El consumo no arranca pese a un exceso de ahorro de más de 85.000 millones de euros
La recuperación del consumo, que supone el 55% del PIB de España, va a depender más del empleo que del ahorro embalsado, si bien ambos factores están interrelacionados
La pandemia ha puesto en jaque la economía mundial. Pero también, incluso, está suponiendo un desafío a la lógica económica. El consumo privado, pese al fuerte incremento del ahorro obligado a causa de la pandemia, no acaba de arrancar. Y lo que no es menos relevante, nada indica que lo vaya a hacer al ritmo que se podría prever en consonancia con el enorme ahorro embalsado desde marzo de 2020. En total, algo más de 85.360 millones de euros. O dicho de otro modo, las familias han ahorrado, pero no gastan a la velocidad que cabría esperar tras año y medio de restricciones.
Detrás de este moderado comportamiento del consumo privado —que en todo caso sigue recuperando el terreno perdido— hay causas coyunturales: el aumento de la inflación o los problemas de aprovisionamiento de algunas cadenas de producción, lo que afecta fundamentalmente al automóvil; pero también estructurales, como el envejecimiento de la población y el hecho de que quienes más han podido ahorrar hayan sido las rentas medias y altas, cuya propensión al consumo es menor que en el caso de las rentas bajas. Por el contrario, su propensión es mayor a la hora de realizar inversiones financieras, cuyo impacto en el consumo es menor.
El resultado se traduce en que todos los indicadores de consumo mantienen un comportamiento más moderado de lo que cabría suponer. Las ventas interiores de bienes y servicios de consumo, en palabras de Funcas, “mantienen una tendencia negativa” tras las caídas registradas en junio y julio, solo compensadas parcialmente con la suave recuperación de agosto. Igualmente, las ventas de comercio al por menor “se encuentran estancadas desde abril”, mientras que las importaciones de bienes de consumo a precios constantes (sin inflación) han desacelerado su tendencia ascendente. Incluso, el indicador de confianza del consumidor continúa en negativo respecto del año anterior (-8,6%). La financiación al sector privado, pese a los tipos de interés ultrabajos, se ha moderado hasta el 0,3%, por debajo del 1% registrado en el segundo trimestre. En el caso de la matriculación de automóviles, el descenso anual es del 15,7%, achacable a los problemas de aprovisionamiento de la industria a causa de la demora en la entrega de componentes.
Los únicos indicadores que repuntan con fuerza son los vinculados al turismo, en particular al nacional, ya que el internacional se ha comportado de forma más negativa de lo esperado a principios de la temporada. Según un informe distribuido entre sus clientes por los analistas de Cimd Intermoney, la relajación de las restricciones a los viajes internacionales ha llegado tarde para que este año el turismo extranjero acabe alcanzando el 50% de las cifras de 2019, si bien esperan que al término de 2022 se sitúe por encima del 75% de los valores de finales de 2019. Es decir, a finales del año próximo aún faltará por recuperar una cuarta parte del turismo internacional.
Esto hace, como sostiene su economista jefe, Francisco Vidal, que la recuperación del consumo, que supone el 55% del PIB de España, vaya a depender más del empleo que del ahorro embalsado, si bien ambos factores están interrelacionados. “Si el empleo no da motivos para la confianza”, asegura, “la activación del exceso de ahorro será limitada”. Por lo tanto, una buena parte de esos 85.360 millones de euros ahorrados durante el confinamiento se quedará sin gastar. Y hay que recordar que el número de horas trabajadas, que es el indicador que mejor refleja la marcha del empleo, por encima del número de ocupados, ya que la afiliación incluye a trabajadores que en realidad están en paro, todavía se encuentra un 3,8% por debajo de los niveles del cuarto trimestre de 2019. Es decir, antes de la pandemia.
Ya el reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) advertía de que si en 2021 el consumo privado en España crecerá un 5,9%, el año próximo ese avance será menor, un 5,1%. En este último caso, por debajo de lo que crecerá el PIB, un 6,4%, que estará más impulsado por las inversiones al calor de los fondos europeos Next Generation. Obviamente, siempre que el ritmo de ejecución sea suficiente para cumplir esas previsiones.
Entre los factores estructurales que explican la moderación del consumo también se encuentra, según los analistas de CaixaBank Research, el hecho de que la economía pospandemia se caracteriza por una fuerte demanda insatisfecha, especialmente en el consumo privado. En este sentido, la demanda está siendo más intensa en bienes ligados a las tecnologías de la información y comunicación de la mano del auge del teletrabajo y de la educación a distancia (ordenadores, tabletas, etc.). “Y estos bienes requieren de elevadas cantidades de chips”, recuerdan. Además, una parte tampoco despreciable de esta demanda se ha dirigido a la compra de automóviles, que también necesitan semiconductores.
Otro factor influye de forma relevante en la moderación del crecimiento del consumo. Y tiene que ver con los salarios, que continúan perdiendo poder adquisitivo a medida que la inflación sigue creciendo. Mientras que las nóminas en convenio suben a un ritmo del 1,4%, el IPC lo hace al 4%, casi el triple, y con una tendencia creciente al menos hasta finales de año. Esto hace, según Raymond Torres, director de coyuntura de Funcas, que se esté produciendo una pérdida de poder adquisitivo de los salarios, especialmente significativa para los hogares más desfavorecidos por la elevada incidencia del gasto energético y en alimentos. Es decir, precisamente los segmentos de población con mayor propensión al consumo.
El propio Torres ha llegado a estimar que el 'shock' de costes energéticos, subida de la luz, el gas y los carburantes, supondrá una pérdida de poder adquisitivo de las familias cercana a 8.100 millones de euros. En cuanto a las empresas, en su opinión, el impacto será mayor por el peso elevado en su cuenta de resultados de los suministros cuyos precios se incrementan. Así pues, asegura, los excedentes de las empresas no financieras se reducirían en al menos 11.300 millones de euros como consecuencia del 'shock' de costes. El propio Torres anticipa que las empresas "podrían incrementar sus precios de venta para compensar el estrechamiento de los márgenes, pero eso solo agravaría la pérdida de poder adquisitivo registrada por los hogares" a través de los salarios. Es decir, lo que unos ganan, los otros lo pierden.
La pandemia ha puesto en jaque la economía mundial. Pero también, incluso, está suponiendo un desafío a la lógica económica. El consumo privado, pese al fuerte incremento del ahorro obligado a causa de la pandemia, no acaba de arrancar. Y lo que no es menos relevante, nada indica que lo vaya a hacer al ritmo que se podría prever en consonancia con el enorme ahorro embalsado desde marzo de 2020. En total, algo más de 85.360 millones de euros. O dicho de otro modo, las familias han ahorrado, pero no gastan a la velocidad que cabría esperar tras año y medio de restricciones.
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