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"¿Cuántos de los que os quejáis del precio de la luz consideráis poner paneles fotovoltaicos?"
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¿Y TÚ DE QUIÉN ERES?

"¿Cuántos de los que os quejáis del precio de la luz consideráis poner paneles fotovoltaicos?"

Gonzalo Muñoz es optimista porque cree que no queda otra y porque observa un cambio en la manera de pensar y proceder. Pasar de Trump a Biden, asegura, también se ha notado. "Ayudó a alinear las piezas muy rápido"

Foto: Entrevista a Gonzalo Muñoz Abogabir. (Ana Beltrán)
Entrevista a Gonzalo Muñoz Abogabir. (Ana Beltrán)

Gonzalo Muñoz coloca su pasaporte chileno encima de la mesa, aunque afirma que es español, que estudió en la Universidad de León y que su mujer es española. Pide un café solo doble y agua con gas. Se baja un poco la cremallera del chaleco y empieza a soltar adrenalina. Hace pocos días aterrizó en Madrid para participar en el encuentro South Summit, en breve le esperan otros cuantos viajes para hablar de lo que sabe, de lo que le entusiasma, de lo que cree imparable e inevitable: la lucha contra el cambio climático.

Muñoz es emprendedor y el primer no político al que las Naciones Unidas nombró 'high level climate action champion', que es algo así como el encargado de convencer a empresas, gobiernos, universidades, ayuntamientos y comunidades autónomas de que el coste de no hacer nada por el planeta será mucho más alto que moverse ahora, aunque vayamos tarde. Aunque haya fricciones o dolores de parto, como el precio de la luz.

Termina su mandato en noviembre, después de dos años que fueron al final tres por culpa del covid. “Imagina que llegas al kilómetro 40, cuando acaba la maratón, y te anuncian que te quedan aún 20 kilómetros más”, afirma. Es optimista, porque cree que no queda otra y porque observa un cambio en la manera de pensar y proceder. Pasar de Trump a Biden, asegura, también se ha notado. "Ayudó a alinear las piezas muy rápido", dice.

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Foto: Ana Beltrán.

PREGUNTA. Necesito que me aclare una cosa. En su tarjeta de visita pone que es 'high level climate action champion' de la COP25, y no entiendo muy bien qué significa. ¿En qué consiste su trabajo?

RESPUESTA. [Sonríe]. Entiendo perfectamente la pregunta. Dedico mi tiempo a ayudar a que el sector privado y los gobiernos subnacionales trabajen para resolver la crisis climática. Este es un asunto que nos involucra a todos: gobiernos municipales, universidades, emprendedores, el que te pone el café o el de la tienda de la esquina… Y mi labor es interactuar con todos ellos, porque no podemos dejar que los gobiernos nacionales o instituciones como la ONU sean los únicos que se ocupen.

Como ciudadanos, debemos tener esa aspiración. Queremos trabajo, salud, pero también vivir en un entorno que sea lo más estable y saludable posible. Y de paso, que eso sea así para los que vengan luego. No me imagino a nadie que diga: “Me despierto cada mañana para destruir todo lo que sea posible”.

P. Y esa tarea ¿cómo se articula?

R. Durante toda mi vida, me he dedicado al sector privado, soy un emprendedor. Creo que las empresas deberían existir solo para resolver problemas, y no deberían existir las que los generen, o las que cuando los identifican no hagan nada para solucionarlos. Tampoco conozco una empresa que sea exitosa porque provoca más problemas de los que resuelve.

Como mi vida profesional ha estado anclada en esa lógica, me planteé: ¿cómo hacemos para que todas las empresas del mundo trabajen para ser las mejores para el mundo? Y que de paso tengan éxito en todo: en el resultado financiero, que la gente las quiera, que los gobiernos locales las valoren, que mejoren el medio ambiente… Una lógica que se reconoció por primera vez en 2015 en el Acuerdo de París.

Pero para poner en marcha ese acuerdo tienen que participar los municipios, las comunidades autónomas, las empresas, las universidades… ¿Cómo empoderamos a esa gente? Fue entonces cuando se decidió crear la figura de un 'high level action' for COP, que es el título más largo y complejo que puede tener alguien en la vida, para que lidere esta agenda a nivel global.

Imagina la complejidad, una agenda de ese tamaño en manos de dos personas, las mías y las de Nigel Topping. Cuando Chile propuso ser la sede de la COP25, me pidieron que asumiera este rol, fue la primera vez que se eligió a alguien que viene del sector privado. Los anteriores eran todos políticos. Mi trabajo, en definitiva, consiste en ser un puente para que todos estos actores cumplan el acuerdo firmado en París.

P. Usted es un convencido, y además cree que es un movimiento imparable…

R. Llevo haciendo esto 20 años.

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Foto: Ana Beltrán.

P. Si aún no se ha rendido, es que la cosa no va mal…

R. No me rendiré nunca porque nací para esto. Lo primero que quiero decir, y creo que es importante, es que no te hablo como un ente de la ONU, por mucho que tenga pasaporte diplomático. Eso es algo circunstancial, porque lo que soy es empresario. Y cuando me siento frente a una empresa, hablo de igual a igual. Les cuento cómo lo he hecho para plantar una viña en Chile y operar bajo estos principios, y hoy es una empresa de economía circular que opera en 13 países. Entiendo el éxito como algo que sucede desde el punto de vista financiero y también desde otras variables que hacen que una compañía se pueda sostener en el tiempo. Eso es la sostenibilidad, no una cosa romántica ni de filantropía.

Mi propia experiencia me permite preguntarles algunas cosas. Por ejemplo: ¿has pensado alguna vez si tu empresa, eso que te desvela por las noches y a lo que le dedicas tanto tiempo, si la llevas a la máxima expresión de éxito, hace que el mundo esté mejor o peor? El mundo está evolucionando en ese sentido, y puede que muchos aún no se hayan dado cuenta.

Déjame que te dé un dato maravilloso: el reporte que nos acaban de dar los científicos, ya sabes, el del código rojo de la humanidad, que ha salido maravillosamente bien en prensa, es muy similar al de hace tres años. Nos dijeron: muchachos, tenemos que trabajar para que el planeta no se sobrecaliente 1,5 grados. Las consecuencias son tan desastrosas que no hay empresa que se sostenga en un planeta en descontrol. Para estabilizarlo, tenemos que hacer algo muy simple: reducir a la mitad nuestras emisiones en esta década. Es una tarea titánica, y es una información que ya teníamos en octubre de 2018.

"Nos dijeron: muchachos, tenemos que trabajar para que el planeta no se sobrecaliente 1,5º"

Los que entendimos el reporte entonces activamos el código rojo y nos planteamos como objetivo la neutralidad en el carbono en 2050. En junio de 2019, el número de empresas comprometidas en estos temas era cero. En septiembre de 2019, lanzamos la primera iniciativa para movilizar al sector financiero y conseguimos 2,4 billones de dólares. No nos lo podíamos creer. Pero nos dijimos: hay que seguir. En diciembre de 2020 se sumaron los gestores de activos financieros, y pensábamos obtener cuatro o cinco billones más. Fueron nueve.

En estos momentos ya tenemos 90 billones de dólares comprometidos en ese absoluto. ¿Te lo puedes creer? Es un cambio absoluto de paradigma. Y es normal que aún no se haya detectado el impacto, pero, señores: el dinero ya se movió y el camino es inevitable. A esos que piensen que voy a echarles otro rollo solo puedo decirles: ¿sabes dónde está el dinero que necesitas? En otro sitio distinto del que te hizo hasta ahora tener éxito. Sugerencia: muévete para allá.

P. Usted habla de acelerar transformaciones, de que es un camino inevitable y que el coste de no hacer nada es infinitamente más alto. Pero hoy en España el precio de la luz ha alcanzado un nuevo récord, hasta los 288,53 euros por megavatio/hora. Imagine que no tiene a un líder político o empresarial delante, sino a un ciudadano de un país llamado España que comprueba cómo la luz no para de subir, y que cuando políticos, periodistas, etcétera, intentan explicárselo, le dicen que es que ha aumentado el precio de las materias primas y que Europa ha apostado por un modelo energético más sostenible que conlleva este tipo de efectos inmediatos. ¿Cree que nos hemos pasado de ambiciosos?

R. Te guste o no te guste, la trayectoria de descarbonización es inevitable. Estamos hablando de cómo llegamos ahí, no de si llegamos o no. Me encantaría escuchar a gente sumamente honesta, que diga que le encantaría volver al carbón y que el que venga después se aguante. Porque es mucho más fácil trabajar con gente así que con aquellos que te lo ocultan y tienen una narrativa maquillada. Pierdes menos el tiempo.

Estamos en una situación absolutamente inevitable. El coste de no actuar es muy alto porque es que no se trata solo del coste de la luz, también es el de la tortilla de patata, o la posibilidad de comprarte unos zapatos. ¿Por qué? Porque en un planeta desestabilizado es imposible producir. ¿Vender alimentos o turismo en un planeta descontrolado? ¡Olvídate!

Tenemos que estabilizarlo como sea, y como ya vamos tarde, es normal que pasemos por puntos de fricción que hubiésemos querido no tener. Porque han pasado muchas cosas en muy poco tiempo, y también tenemos que pensar en hacer una transición justa; pensar qué hacemos con todos esos trabajos que dependen del carbón, del petróleo, del gas… Es normal que alguien se diga: está genial lo de cuidar el planeta, ¿pero qué pasa con mi curro?

No es una tarea fácil. Pero si vas al bar y el pincho de tortilla es 300 veces más caro, ¿qué haces? Te lo comes en casa. Así que, ¿cuántos de los que os quejáis del precio de la luz estáis considerando poner paneles fotovoltaicos, si tenéis esa oportunidad? Porque las energías renovables ya demostraron ser mucho más eficientes y baratas que los fósiles. Quien no lo haga y pueda hacerlo es porque no está queriendo entender. Ese es el mundo que estamos construyendo, aunque hacerlo conlleve dolores del parto.

P. ¿Cuántas veces le han llamado loco o iluminado?

R. Cada vez menos, y no es porque no esté loco [sonríe]. Si alguien me llamara iluminado, me daría mucha vergüenza porque eso significaría que estoy proyectando algo que es incorrecto. Soy un ciudadano más, un emprendedor que empezó de cero en el sur del mundo y he llegado aquí, no sé muy bien cómo. Intento aprovechar este mandato de dos años (aunque en realidad seré el primero en estar tres por culpa de la pandemia) que acaba en noviembre para que el sector empresarial sea el que construye el mejor mundo para todos, incluyendo accionistas, empleados e inversores de cada una de esas empresas. Lo he dado todo de mí, aunque el resultado no dependa solo de eso.

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Foto: Ana Beltrán.

P. En estos tres últimos años, la sociedad española y la política se han polarizado. Estamos en un momento en que la preocupación por el medio ambiente también parece cosa ideológica. ¿Qué España se ha encontrado?

R. En todas partes del mundo los partidos han tendido a capturar y a secuestrar conceptos. Mi impresión es que esto está dejando de ocurrir en temas como la igualdad de género o el medio ambiente, porque los líderes de hoy entienden que la forma en que hemos operado en el pasado es inaceptable. Esto ha pasado con términos como el género, el clima, el medio ambiente y la raza. Siempre va a haber extremos, pero en el centro ampliado de la discusión, estos temas son transversales. Y pasa incluso en países como Estados Unidos y Brasil, donde han estado muy polarizados.

Cuando me encuentro con gente de derecha muy dura, suelen ser personas que creen en el poder del empresariado, del mercado, del dinero. Me gusta decirles: déjame contarte qué ha pasado en España. Hay 180 entidades, entre ellas algunas de las más grandes de España, también muchas pymes, que están comprometidas en estas cosas. ¿Te gusta el mercado? Pues no existe el mercado en un ambiente muerto.

Y también, por si quedan dudas, podemos tener esta conversación en términos de talento. Te guste o no te guste, te incomode o no te incomode, los jóvenes que están entrando en el mercado laboral valoran estas cosas y no tienen interés en quien no esté comprometido. ¿Estás siendo capaz de capturar el mejor talento o se te está escapando?

P. ¿Qué nota le pone a España?

R. Te doy mi foto absolutamente personal. No hablo como institución, sino como Gonzalo Muñoz. Chile tomó la presidencia entrante de la COP25 y en octubre tuvimos un levantamiento social que nos impidió llevarla a cabo, y el primero que nos tendió la mano y lo organizó en un mes y medio fue el Gobierno de España. Todo eso se mostró en Madrid.

Si miro el resultado desde el punto de vista las casi 200 entidades no estatales y un Gobierno que están comprometidos con esta agenda, no le pongo un 10 porque siempre hay algo que mejorar, pero le pongo un nueve. Todo país pasa por un momento crítico en que se mezclan el covid, la recesión, la inmigración, el cambio climático… No hemos tenido un desafío igual nunca. Porque no son cosas que pueda hacer y resolver un país solo. Para el clima, como para el covid, no hay fronteras.

P. Le nombró el presidente chileno, Sebastián Piñera, que acaba de salir en los papeles de Pandora. ¿Qué cara se le quedó cuando se enteró?

R. [17 segundos de silencio]. Te diría que enterarte de cada nombre en estos 'papers', como en los de Panamá, como en los de Cambrigde Analytica, ha sido frustrante y doloroso. Pero nadie dijo que esto iba a ser fácil. Otra razón más para seguir avanzando con determinación.

Gonzalo Muñoz coloca su pasaporte chileno encima de la mesa, aunque afirma que es español, que estudió en la Universidad de León y que su mujer es española. Pide un café solo doble y agua con gas. Se baja un poco la cremallera del chaleco y empieza a soltar adrenalina. Hace pocos días aterrizó en Madrid para participar en el encuentro South Summit, en breve le esperan otros cuantos viajes para hablar de lo que sabe, de lo que le entusiasma, de lo que cree imparable e inevitable: la lucha contra el cambio climático.

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