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Más crecimiento y menos inflación: el BCE revisa sus previsiones para 2022
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Más crecimiento y menos inflación: el BCE revisa sus previsiones para 2022

La recuperación de la economía en la eurozona sigue adelante. El BCE revisará al alza sus previsiones de PIB, y estima que la inflación será más baja en 2022 que este año

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters)
La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters)
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La noticia mala es que este año la tasa de inflación será más elevada de lo que preveía hace apenas tres meses el Banco Central Europeo (BCE), la buena es que en 2022 la presión de los precios tenderá a bajar en la eurozona. Y todavía más en 2023, cuando el IPC armonizado se situará ya por debajo del objetivo de política monetaria, un 2% “de forma duradera”. Un concepto que no gusta a los halcones porque es demasiado vago, como se discutió en el último Consejo de Gobierno del BCE.

Eso quiere decir, según los banqueros de Fráncfort, que el repunte actual —la inflación ha escalado hasta su nivel máximo en una década— es de carácter coyuntural y estaría vinculada a fenómenos transitorios, principalmente energía, lo que da alas para que, según sus proyecciones, el crecimiento económico siga siendo robusto tras la debacle de 2020. Nada de bajo crecimiento y elevada inflación.

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE. (EFE)

Las últimas actas de la reunión de los banqueros centrales ya consideraban que la tendencia al alza de los precios de los productos básicos distintos del petróleo “se había detenido”, y, en general, los precios de los metales y los alimentos se habían mantenido prácticamente sin cambios desde la reunión del Consejo de Gobierno de junio. Ahora bien, como un guiño a los ortodoxos, las últimas actas del BCE lanzan una advertencia. Si las perspectivas de inflación mejoran “más de lo previsto” a medida que avanza la recuperación, el horizonte temporal hasta el primer aumento de las tasas de interés “se acortaría automáticamente y las condiciones de financiación se endurecerán”.

Inflación estructural

Este es el escenario central que el Consejo de Gobierno revisará el próximo jueves, lo que no significa que no esté sujeto a riesgos. De hecho, los halcones del BCE (los gobernadores de Alemania, Países Bajos y Austria) exigen un recorte más rápido de los estímulos monetarios. Precisamente, para enfriar la economía y evitar que la inflación se convierta en estructural por efectos de segunda ronda.

No parece que vayan a conseguir su objetivo. Al menos, por el momento. Entre otras razones, porque la inflación, si se cumplen las previsiones de mayor consenso, se mantendrá en 2022 en línea con el nuevo objetivo de política monetaria, un 2% en media anual, y por debajo un año después.

Foto: La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde. (EFE)

El BCE esperaba en sus últimas proyecciones un incremento del IPC en 2022 del 1,5%, pero habida cuenta de que en 2021 la inflación se situará por encima del 1,9% previsto anteriormente, es muy probable que revise a la baja sus expectativas por el hecho de que la base de partida es más elevada. Pero también, como dejan entrever algunos informes preliminares, porque la presión de los salarios, aunque haya cuellos de botella en el reclutamiento de trabajadores en algunos países por falta de mano de obra, sigue siendo débil. Entre otros motivos, como puso de manifiesto recientemente un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), por la debilidad del poder sindical.

El propio BCE, en sus últimas actas, concluía que los incrementos salariales seguían siendo moderados y no acompañaban al repunte de la inflación. Esto, decían, refleja la dificultad que entraña negociar salarios más altos en “medio del nivel actual de holgura económica y alta incertidumbre”. Los últimos datos, concluía el informe presentado por su economista jefe, el irlandés Philip Lane, “no dieron ninguna indicación de que el aumento de las tasas de inflación estuviera dando lugar a acuerdos salariales más elevados”. Valga como ejemplo que, en el caso español, con un IPC que se sitúa en el 3,3% anual, el incremento salarial pactado en lo que va de año se sitúa en el 1,5%, lo que supone cuatro décimas menos que en el año pasado, cuando la inflación, en media anual, fue negativa (-0,3%).

Corrección al alza

Lo relevante, como se ha dicho, es que la moderación de la inflación en la eurozona (un 3% en agosto, aunque un 1,6% si se excluyen los componentes más volátiles) coincidirá en el tiempo con un elevado crecimiento, lo que, según los analistas de CIMD Intermoney, indica que hay mimbres para que el BCE empiece a reducir sus compras de deuda. En todo caso, están garantizadas hasta marzo de 2022, aunque con el compromiso de mantenerlas vigentes durante el tiempo que sea necesario. “La corrección al alza en las cifras de crecimiento pondrá de manifiesto que la reducción del programa de compras se produce en un momento en que los datos dan amparo a ello”, sostienen en un informe destinado a sus clientes. La subida de tipos, por supuesto, no se prevé en el horizonte.

Foto: Luis de Guindos. (Reuters)

Para 2022, el BCE estimó en junio un incremento de la actividad económica del 4,6%, y unas décimas más el año próximo, pero es probable, según CIMD Intermoney, que se revise al alza esa tasa en dos décimas, a la luz de lo que sucedió en el segundo trimestre, cuando la eurozona, en tasa intertrimestral, volvió a crecer por encima de China y EEUU, cuyos ciclos están más adelantados.

El PIB de la zona euro, en concreto, creció un 2,2% (2,8% en España). Y más recientemente, el PMI compuesto de la zona euro, que se basa en las expectativas de los gestores de compras, descendió ligeramente en agosto (-1,2 puntos, hasta los 59 puntos), tras haber alcanzado en julio el mayor nivel desde junio de 2006, pero, como sostienen los técnicos del Ministerio de Economía, “continúa siendo uno de los más altos de los últimos 15 años”.

La noticia mala es que este año la tasa de inflación será más elevada de lo que preveía hace apenas tres meses el Banco Central Europeo (BCE), la buena es que en 2022 la presión de los precios tenderá a bajar en la eurozona. Y todavía más en 2023, cuando el IPC armonizado se situará ya por debajo del objetivo de política monetaria, un 2% “de forma duradera”. Un concepto que no gusta a los halcones porque es demasiado vago, como se discutió en el último Consejo de Gobierno del BCE.

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