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Bañuelos corteja al Museo del Prado para rescatar su rascacielos de Nueva York
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Quiere incluir el Prado en su proyecto

Bañuelos corteja al Museo del Prado para rescatar su rascacielos de Nueva York

Tan perseverante como ambicioso, Enrique Bañuelos vuelve a intentarlo en Nueva York. Quiere incluir la marca del Prado en su L Tower como pilar capital del proyecto

Foto: Museo del Prado. (EFE)
Museo del Prado. (EFE)
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Tan perseverante como ambicioso, Enrique Bañuelos vuelve a intentarlo en Nueva York. El famoso promotor valenciano, símbolo de la burbuja inmobiliaria de la primera década del siglo XXI, está buscando inversores para acompañarle en otro de sus sueños de grandeza: levantar un rascacielos en la capital financiera del mundo. Lo intentó ya sin éxito cuando estaba en la cumbre de su gloria empresarial, siendo el tercer millonario del país, y prueba suerte de nuevo casi 20 años después.

Entonces era la Spanish Tower, cuando la marca país aún sumaba puntos en la esfera internacional. Ahora que ya es un hombre de mundo, presenta su rascacielos como un concepto más global, ya que el proyecto de L Tower aglutina el poder de lo latino ('latin'), del amor ('love') y de la vida ('life'). Aun así, el fundador de la extinguida Astroc, piedra angular de su actual fortuna, tiene entre ceja y ceja asociarse con una de las marcas españolas más globales para avalar su sueño.

Según fuentes próximas al empresario, instalado en Londres desde hace años, Bañuelos ha estado presentando el proyecto por Madrid antes del verano. Ha llamado a la puerta del Museo del Prado, uno de los primeros exponentes internacionales de la cultura española y con una marca global, para abrir una sucursal permanente de la pinacoteca en la L Tower. Sin duda, sería un gancho comercial de primer orden para convencer a inversores y apuntalar el tirón comercial del rascacielos.

Foto: Uno de los accesos del Museo del Prado. (EFE Fernando Villar)

Está claro que se ha sofisticado. En el ya lejano septiembre de 2006, el de Sagunto organizó una paella con cuchara para 20.000 personas en Central Park y pagarse así una campaña de publicidad ‘barata’ que sirviera para resucitar su Spanish Tower, cuando en realidad el proyecto estaba a punto de aparcarse ante la falta de inversores que le acompañaran. Aquel fue un intento pomposo y popular de llamar la atención, ahora todo es bajo el radar y con el Prado como señuelo.

Si algo tiene Bañuelos es visión. Lo hizo en el sector inmobiliario y hasta lo replicó en varios países. Lo hizo con el coche eléctrico y ganó dinero con la Fórmula E de Alejandro Agag. Y quiere hacerlo con el Museo del Prado, que aún no ha explorado el crecimiento de otras grandes marcas museísticas como Pompidou, Hermitage, Guggenheim, Thyssen..., que en los últimos tiempos han abierto sedes y filiales en diferentes ciudades del mundo, más allá de su país de origen.

Se ofrece como intermediario ideal para que el Museo del Prado saque partido

Aquí es donde el inversor español se ofrece como intermediario ideal para que el Museo del Prado saque partido de su condición de museo de referencia, extienda su marca y aproveche su gran inventario, pues tiene expuestas menos de 2.000 obras, pese a contar con un fondo de armario de casi 35.000. El último año antes de la pandemia, la pinacoteca española recibió algo más de 3,5 millones de turistas, muy lejos de las cifras alcanzadas por los 10 primeros museos del mundo.

Bañuelos quiere incluir la marca del Prado en su L Tower como pilar capital del proyecto. Es un patrón similar a otros empleados antes, como cuando se aventuró a promover un Barcelona World con el aval de la Generalitat como réplica al Eurovegas que planeó sobre Madrid. Entonces, el señuelo fue la marca del gigante Hard Rock Café para dotar de solvencia al proyecto. Ahora lo intenta con las obras de arte coleccionadas durante siglos por la familia real española.

Tan perseverante como ambicioso, Enrique Bañuelos vuelve a intentarlo en Nueva York. El famoso promotor valenciano, símbolo de la burbuja inmobiliaria de la primera década del siglo XXI, está buscando inversores para acompañarle en otro de sus sueños de grandeza: levantar un rascacielos en la capital financiera del mundo. Lo intentó ya sin éxito cuando estaba en la cumbre de su gloria empresarial, siendo el tercer millonario del país, y prueba suerte de nuevo casi 20 años después.

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