Las empresas zombi capitulan a pesar de la reapertura: los concursos se disparan un 94%
La economía baila al ritmo de la vacunación. Pero las cicatrices se han dejado notar en el número de concursos de acreedores, que se ha disparado en los primeros meses del año
La economía baila al ritmo que marcan la vacunación y el levantamiento de las restricciones a la movilidad social, pero algunas normas aprobadas durante los meses más duros de la pandemia para sostener la actividad subsisten. Y ello permite contener las cifras. Entre ellas, los ERTE o los ceses de actividad de los autónomos. También se ha prorrogado la llamada moratoria concursal, que permite a las empresas en situación de insolvencia retrasar ante el juzgado el deber de solicitar el concurso de acreedores hasta el 31 de diciembre de este año. Eso explica que en 2020, según la Estadística Mercantil que elaboran los registradores, el número de declaraciones de concurso no solo no creciera, sino que descendiera. Pasó de 3.632 a 3.428 concursos.
¿Qué está sucediendo en 2021? Pues que la reanudación de la actividad económica, pese a que la moratoria sigue en vigor, ha propiciado que el número de concursos, que necesariamente no tienen por qué acabar en quiebra, haya vuelto a crecer. Y lo esté haciendo de forma muy significativa. En concreto, entre enero y marzo, se han registrado 1.154 concursos, de los que el 72% fue voluntario. Eso quiere decir que de continuar el actual ritmo, que tenderá a acelerarse en la medida en que se pueda agravar la situación de las llamadas ‘empresas zombi’, el año se cerrará con más de 4.600 concursos de acreedores, rompiéndose una estabilidad en torno a los 3.500 que se había manifestado en la economía empresarial desde 2016. El pico se alcanzó en 2013, cuando se superaron las 8.000 quiebras.
No es, desde luego, un ejercicio teórico. Axesor, la compañía especializada en gestión de riesgos, estima que en los cinco primeros meses de este año 2021 se han incrementado un 76,4% interanual, hasta alcanzar los 2.509 procedimientos frente a los 1.422 del mismo periodo de 2020. Además, el dato supera en casi un 25% a la registrada entre los meses de enero y mayo de 2019 (ejercicio anterior a la pandemia), cuando el número de procedimientos fue de 2.010 (499 menos).
Por sectores, la hostelería registra máximos históricos. Los concursos de acreedores (sin contar los preconcursos) se dispararon un 304%, hasta alcanzar un total de 420 frente a los 104 del pasado ejercicio. Las insolvencias en bares, restaurantes y hoteles se aproximan así a las del comercio que sumó 472, un 206% más que hace un año. Cataluña, con 647 concursos de acreedores y un incremento acumulado en los cinco primeros meses del 96,7%, es la región que concentra el mayor número de insolvencias. Le siguen la Comunidad de Madrid, con 518 y un 98,5% más y Valencia, con 375 y un 71% de incremento.
En esta misma línea, según los datos de Iberinforn Crédito y Caución, entre enero y mayo de este año se registró un incremento del 94% de las insolvencias empresariales en relación con el mismo periodo del año pasado. Pero si solo se tienen en cuenta los datos de mayo, el crecimiento es del 290% frente al mismo mes del año anterior. No hay que olvidar, como se ha dicho, que las moratorias decretadas durante la primera ola de la pandemia redujeron drásticamente la presentación de procesos concursales. Para obtener estas cifras, Iberinforn utiliza las comunicaciones publicadas en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Es decir, no proceden directamente de los juzgados.
Cataluña (25% del total de casos) y Madrid (20%) son las comunidades autónomas donde más concursos se declaran. A continuación, se encuentran la Comunidad Valenciana (15%) y Andalucía (9%). Por sectores, predominan las insolvencias de compañías dedicadas a servicios (52% del total), seguidas por construcción (20%) e industria manufacturera (13%). En cuanto a su tamaño, y según datos de Estadística, el 40,9% de las empresas concursadas se encontraba en el tramo más bajo de volumen de negocio (hasta 250.000 euros), y eran, principalmente, sociedades de responsabilidad limitada.
Recuperación súbita
La existencia de empresas zombi es una cuestión que preocupa cada vez más a las autoridades. Es decir, aquellas económicamente muertas o insostenibles que se mantienen activas a la espera de nuevas ayudas de las administraciones o de una recuperación súbita que no acaba de llegar. Un ejemplo se encuentra en el número de trabajadores que 14 meses después de que se declarara el estado de alarma continúan con el empleo suspendido.
Esto ocurre, por ejemplo, y a las puertas del verano, en negocios como las agencias de viajes y operadores turísticos, que siguen teniendo en ERTE al 58% de los afiliados del sector; en transporte aéreo, el porcentaje es del 39%, mientras que en servicios de alojamientos se sitúa en el 38%, pese a que las restricciones a la movilidad y a la interacción social prácticamente han desaparecido.
Junto a la exposición al sector, el otro factor que influye en la vulnerabilidad de las empresas a caer en la quiebra es el tamaño
La cultura empresarial española, sin embargo, es muy poco propicia a presentar concurso ante el juzgado, lo que permite negociar con los acreedores. Por el contrario, se suele optar por la quiebra pura y dura, lo que supone un mal irreversible. Un estudio reciente del Banco de España muestra que en la anterior crisis, y pese a su dureza, España tenía, después de Polonia, la segunda tasa de concursos empresariales más baja de entre todos los países analizados. Por ejemplo, mientras que en España hubo alrededor de 15 concursos por cada 10.000 empresas en 2010, en Japón hubo 88; en Alemania, 89; en EEUU, 98; en el Reino Unido, 137, y en Francia, 217.
El Banco de España, según este estudio de Miguel García-Posada, lo achaca a una doble causa en el caso de los autónomos y de las pequeñas empresas. Por un lado, por la baja eficiencia del sistema concursal, que se refleja en la lentitud de los procedimientos y es provocada, al menos parcialmente, por la congestión de los juzgados de lo mercantil, y, por otro, por el reducido atractivo que tiene el sistema para las personas físicas y los dueños de microempresas, debido a la dificultad para obtener una exoneración de deudas, a pesar de las mejoras introducidas en el último lustro. Según estimaciones internas del Banco de España, la duración media de los procedimientos concursales sería de casi cuatro años en 2019.
Junto a la exposición al sector, el otro factor que influye en la vulnerabilidad de las empresas a caer en la quiebra es el tamaño. Y según datos del Banco de España, en términos de ventas, las empresas más pequeñas, las que tienen menos de 10 trabajadores, sufrieron en 2020 un desplome del 19% interanual, mientras que en las que tienen entre 10 y 49 trabajadores el descenso fue muy similar, un 18%. Por su parte, aunque las empresas medianas y grandes también sufrieron los efectos de la crisis con intensidad, estas declararon descensos algo menos acusados, cercanos al 12%. En los sectores más afectados (turismo, hostelería o transporte) el recorte fue sustancialmente mayor.
La economía baila al ritmo que marcan la vacunación y el levantamiento de las restricciones a la movilidad social, pero algunas normas aprobadas durante los meses más duros de la pandemia para sostener la actividad subsisten. Y ello permite contener las cifras. Entre ellas, los ERTE o los ceses de actividad de los autónomos. También se ha prorrogado la llamada moratoria concursal, que permite a las empresas en situación de insolvencia retrasar ante el juzgado el deber de solicitar el concurso de acreedores hasta el 31 de diciembre de este año. Eso explica que en 2020, según la Estadística Mercantil que elaboran los registradores, el número de declaraciones de concurso no solo no creciera, sino que descendiera. Pasó de 3.632 a 3.428 concursos.
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