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La subida salarial se modera hasta el 1,5% en pleno repunte de la inflación (2,7%)
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EL IPC RECORTA EL PODER ADQUISITIVO

La subida salarial se modera hasta el 1,5% en pleno repunte de la inflación (2,7%)

Los salarios y la inflación dibujan ya direcciones distintas. El repunte del IPC apunta a una pérdida de poder adquisitivo para este año. La pérdida hasta ahora es de medio punto

Foto: Una trabajadora realiza tareas de limpieza en una plaza de Girona. (EFE)
Una trabajadora realiza tareas de limpieza en una plaza de Girona. (EFE)

El año 2021 está siendo muy distinto a 2020 por muchos motivos. Pero también por el distinto comportamiento de los dos indicadores clave que reflejan la evolución del poder adquisitivo de los asalariados. Por un lado, la inflación, medida en términos del índice de precios de consumo (IPC), por otro, los salarios, medidos a través de lo que sucede en la negociación colectiva. Y los resultados muestran que mientras que el IPC (2,7% en mayo en términos interanuales) es el más elevado desde febrero de 2017, el crecimiento de los salarios ha continuado a la baja. En concreto, el alza entre enero y abril —no hay datos posteriores— se sitúa en el 1,5%. Es decir, claramente por debajo del IPC, aunque habrá que esperar hasta finales de año para hacer una comparación completa.

El incremento de las nóminas es el más bajo desde 2017, y refleja un agotamiento de las alzas que se produjeron durante la salida de la anterior crisis, cuando sindicatos y empresarios, en los sucesivos acuerdos interconfederales de negociación colectiva, pactaron subidas superiores al 2%. El último se publicó en el BOE hace ahora tres años, y su vigencia expiró en 2020. Ese acuerdo estableció una subida en la parte fija del salario en torno al 2%, más un 1% adicional vinculado a indicadores como la productividad o los resultados de la empresa. El resultado en el último año de la vigencia del acuerdo fue un incremento del 1,8%.

Los salarios, sin embargo, pudieron aprovechar el desplome de la inflación que se produjo el año pasado tras la irrupción del covid. El IPC, el año pasado, de hecho, se situó en un -0,3%, lo que permitió a los salarios ganar en torno a dos puntos de poder adquisitivo en un periodo especialmente adverso para el empleo y, en general, para la actividad económica.

Con datos hasta abril, los sectores que más han subido los salarios son educación (3,1%), seguido de construcción, actividades profesionales e industrias extractivas, con incrementos superiores al 2%. En el lado opuesto, se encuentran empleadas de hogar, actividades de la defensa, banca y seguros, hostelería y sanidad, con subidas inferiores al 1%. En el caso de las actividades inmobiliarias, se ha producido una congelación de las nóminas.

Foto: Tu salario no es solo una cifra en tu cuenta, es lo que permite vivir mejor. (iStock)

Baleares, paradójicamente, habida cuenta de su situación económica, es la comunidad donde más han crecido los salarios, un 3%, el doble que en el conjunto del país. Esto puede deberse al llamado ‘efecto composición’, toda vez que el empleo que más se ha destruido es el de menor cuantía salarial, y, por lo tanto, la media resulta más elevada. La información sobre el incremento salarial sale de 1.989 convenios colectivos con efectos económicos conocidos y registrados hasta abril de 2021, que afectan a 466.047 empresas y 4,16 millones de trabajadores.

Cuellos de botella

La moderación de los incrementos salariales se ha producido, como se ha dicho, en un contexto claramente inflacionista en el conjunto de las economías avanzadas, básicamente por el tirón de las materias primas, por los cuellos de botella en la producción de determinados bienes y servicios a consecuencia de la pandemia y, por supuesto, por la aceleración de la demanda interna a medida que se ha ido desplegando la distribución de las vacunas contra el covid. La OCDE, por ejemplo, ha revisado al alza sus previsiones de crecimiento para el conjunto del planeta del 5,6% al 5,8%.

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El contexto inflacionista ha llegado también claramente a Alemania, lo que introduce un elemento cualitativo de extraordinaria importancia en un país que históricamente, a la luz de su pasado convulso, ha declarado el alza de los precios como el enemigo público número uno. El IPC en mayo se situó en el 2,4%, la mayor tasa desde octubre de 2018.

En el caso de la inflación española (el 2,7% de mayo), lo más singular sigue siendo, además del repunte, el comportamiento prácticamente plano de la subyacente, que elimina los componentes más volátiles, como la energía y los alimentos no elaborados, y, por lo tanto, tiene un carácter más estructural. En mayo, se situó en el 0,2% anual, lo que debería reflejar que los actuales repuntes tienen un carácter coyuntural.

España fue el país europeo donde más cayó la renta disponible en 2020, el 3,3%

Los técnicos de Funcas han estimado que este año el IPC acabará con una subida media en el año del 2%, lo que quiere decir que si se consolida el actual incremento salarial pactado en convenio (1,5%), las nóminas perderán poder adquisitivo en 2020. Incluido el salario mínimo, que el Gobierno todavía no ha actualizado. Creó una comisión a principios de año que antes del 30 de junio debería de hacer un informe. El IPC, en todo caso, se está comportando mucho peor de lo que se estimaba, Funcas preveía un 2,3% en mayo y ha cerrado con un incremento del 2,7%. El Banco de España, por su parte, preveía para el conjunto del año un aumento del IPC del 1,4% en su escenario central, pero hoy es de casi el doble.

La pérdida de poder adquisitivo es importante en términos macroeconómicos, porque el principal determinante de la evolución de la renta disponible son los salarios y el nivel de empleo. Y España, hay que recordarlo, fue el país europeo en el que más cayó la renta disponible en 2020, un 3,3%. Igualmente, afecta a revisiones tan sensibles como los alquileres, tanto para uso empresarial como particular. Además de ser un lastre para los ahorradores que, de forma pasiva, pierden poder adquisitivo. La parte positiva es que al crecer el PIB nominal, con inflación, se 'come' una parte de la deuda pública.

El año 2021 está siendo muy distinto a 2020 por muchos motivos. Pero también por el distinto comportamiento de los dos indicadores clave que reflejan la evolución del poder adquisitivo de los asalariados. Por un lado, la inflación, medida en términos del índice de precios de consumo (IPC), por otro, los salarios, medidos a través de lo que sucede en la negociación colectiva. Y los resultados muestran que mientras que el IPC (2,7% en mayo en términos interanuales) es el más elevado desde febrero de 2017, el crecimiento de los salarios ha continuado a la baja. En concreto, el alza entre enero y abril —no hay datos posteriores— se sitúa en el 1,5%. Es decir, claramente por debajo del IPC, aunque habrá que esperar hasta finales de año para hacer una comparación completa.

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