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La recaída del PIB obliga al Gobierno a elevar hasta el 8,4% su previsión de déficit
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La recaída del PIB obliga al Gobierno a elevar hasta el 8,4% su previsión de déficit

Hacienda comunica un importante aumento del déficit previsto para este año como consecuencia de la rebaja de las previsiones económicas y la prolongación de las restricciones

Foto: La hostelería estuvo cerrada en una parte del territorio durante la tercera ola. (EFE)
La hostelería estuvo cerrada en una parte del territorio durante la tercera ola. (EFE)

La prolongación de la crisis obligó hace unas semanas al Ministerio de Economía a rebajar en nada menos que 3,3 puntos su previsión de crecimiento para este año, una rebaja de tal magnitud que es casi equivalente a la cuantía máxima de crecimiento anual que registró España durante la anterior fase expansiva del ciclo. Ahora es el turno del Ministerio de Hacienda, que se ha visto obligado a elevar su previsión de déficit en 0,7 puntos del PIB, pasando del 7,7% previsto en los presupuestos generales del estado al 8,4%.

El Gobierno presentó las cuentas de 2021 con la estimación de que la pandemia apenas tendría influencia sobre la actividad, de modo que se conseguiría un fuerte crecimiento desde el inicio del año, lo que permitiría contener el gasto público anticrisis y elevar la recaudación. Sin embargo, la persistencia de la crisis hizo que esa estimación de crecimiento de casi el 10% se quedara en papel mojado y ahora el Ejecutivo estima una recuperación del 6,5%. La duración de la crisis obligará, por ejemplo, a prorrogar los ERTE durante casi todo el año 2021, lo que contrasta con el fin de las ayudas que presupuestó el Gobierno para el 31 de enero.

La variación de las previsiones económicas altera por completo los números comunicados por el Gobierno hace apenas seis meses a Bruselas. Si en los presupuestos estimó que el déficit se reduciría en 3,6 puntos del PIB (excluyendo las ayudas financieras) ahora considera que la mejora será de menos de la mitad: 1,7 puntos. Esto es, el déficit bajará del 10,1% del PIB registrado en 2020 hasta el 8,4%.

La senda de déficit que dibuja el Ministerio de Hacienda y que remitirá este mismo viernes a la Comisión Europea dentro del Programa de Estabilidad contempla un déficit del 5,0% para 2022, lo que significaría una reducción del déficit de 3,4 puntos del PIB: una vez más un Gobierno pasa al año siguiente una estimación de reducción de déficit que supera claramente los registros históricos conseguidos por el país. En cuanto a los años siguientes, Hacienda estima un déficit del 4% para 2023 y del 3,4% para 2024. Eso significa que España se pasará al menos cinco años con un déficit superior al que marca la regla de estabilidad, que sitúa el umbral en el 3%. La ministra del ramo, María Jesús Montero, ha comunicado que España solicitará a Bruselas que amplíe un año más la suspensión de las reglas fiscales, esto es, durante el año 2022, hasta que la recuperación esté plenamente asentada. Esta previsión de déficit está elaborada sobre un escenario sin las reformas que se comprometerán con Europa, de modo que no se incorpora el efecto de la reforma fiscal o del posible aumento del PIB potencial.

Estas previsiones de déficit se construyen sobre la base de un crecimiento de la recaudación que será dos décimas inferior al crecimiento del PIB nominal: del 7,6%. Eso significa que los ingresos públicos recuperarán los niveles precrisis y su peso en el PIB aumentará en nada menos que 1,3 puntos, hasta el 40,5%. Un cambio muy significativo que requeriría de un comportamiento muy dinámico de la recaudación. Montero estima que el IRPF elevará su recaudación un 5,9% gracias a la creación de empleo, el IVA generará un 7,8% más gracias a la mejora del consumo y el impuesto sobre sociedades aumentará un 13,9%.

Por su parte, el gasto público se situará en el 48,9% del PIB, esto es, 3,4 puntos menos que en 2020 por la limitación de algunos gastos anticíclicos y el crecimiento del PIB. Sin embargo, si se compara con los niveles precrisis, el peso del gasto público será casi 7 puntos superior.

La recaída del PIB

La economía española sufrió una nueva contracción durante la tercera ola del coronavirus posterior a la navidad. El INE ha confirmado este viernes que el PIB se redujo un 0,5% en el primer trimestre del año, principalmente como consecuencia de la caída del consumo de los hogares, que perdió un 1% respecto al trimestre anterior. España ha evitado la recesión por unas décimas, ya que el INE constató que la economía se congeló en el cuarto trimestre de 2020. Eso significa que no se produjeron dos trimestres consecutivos en negativo, que es la definición técnica de recesión. En cualquier caso, lo que confirman estas cifras es que la economía sufrió una recaída a partir del mes de noviembre, cuando se recupera el estado de alarma y las restricciones a la movilidad. De esta forma, la economía española se sitúa un 9,3% por debajo de los niveles de actividad previos a la crisis y desde el suelo de la crisis se ha recuperado un 58% de la producción perdida.

[Consulte aquí los principales indicadores de la economía española]

La demanda nacional, que había crecido de forma ininterrumpida desde la reapertura, sufrió una recaída en el primer trimestre del año del 0,9%. El motivo fue el parón del consumo de las familias y de la inversión empresarial. Las restricciones a la actividad y a la movilidad, que se concentraron en los meses de enero y febrero, provocaron un pinchazo en ambos componentes de la demanda nacional, ya fuese por efecto ahorro o por imposibilidad para realizar esas operaciones por las limitaciones. En total, el consumo de los hogares se contrajo un 1%, el primer descenso desde el gran confinamiento.

Por su parte, la inversión en formación bruta de capital fijo sufrió un descenso del 1,9%. Sin embargo, en este indicador conviene diferenciar la inversión productiva en maquinaria y bienes de equipo y la inversión en vivienda. La primera siguió creciendo a lo largo del trimestre, con un avance del 0,9%, lo que indicaría que la confianza de las empresas en la recuperación se mantiene. La segunda, la inversión en vivienda, sufrió una dura recaída del 5,2%.

Foto: Imagen del 'skyline' de Madrid. (Reuters)

Solo el crecimiento del gasto en consumo de las administraciones públicas sostuvo la actividad en España. En concreto, registró un aumento del 0,5% respecto al cuarto trimestre de 2020 y se sitúa ya un 5% por encima de los niveles previos a la crisis. Este incremento del consumo no incluye la prestación de servicios públicos, sino la compra de bienes y servicios finales, ya sea la adquisición de material, por ejemplo vacunas, o la compra de servicios privados para proveer a sus ciudadanos como transferencia en especie, esto es, la externalización.

La recaída de la actividad tiene su reflejo (o su origen) en el descenso del empleo. El número de horas trabajadas se redujo un 2% respecto al trimestre anterior, en gran medida como consecuencia de los ERTE. Este descenso en las horas de trabajo se compensó levemente con un aumento de la productividad por hora trabajada, que aumentó algo más de un 1,5%. El motivo puede estar en la reducción del empleo en la hostelería, que aporta menor productividad por hora.

El efecto ERTE ha evitado centenares de miles de despidos, lo que también se percibe en los datos de la contabilidad nacional. Por primera vez en la historia España creó empleo con destrucción de PIB. En total, el número de personas ocupadas se incrementó un 1% respecto al trimestre anterior. Esto significa que el ajuste se realizó por la vía de la reducción de las horas de trabajo y no de los despidos, lo que acerca a España a las estadísticas de otros países, como Alemania, quien ha sido el ejemplo para el diseño de los ERTE.

Por sectores, los peores datos de producción se concentraron en la industria y la construcción, lo que indica que las restricciones pasaron factura a otras actividades aparentemente más resistentes a esta crisis. La industria manufacturera redujo su producción un 2,8% en el trimestre y la construcción cayó un 4,8%. Por el contrario, el sector servicios siguió recuperándose en el inicio del año, con un dato especialmente sorprendente en el comercio, la hostelería y el transporte, que creció un 1,4%.

En cuanto al sector exterior, las exportaciones se mantuvieron inmunes a la tercera ola del virus y en el mismo nivel que en el cuarto trimestre de 2020. Por el contrario, las importaciones cayeron como consecuencia de la menor demanda interna, registrando un descenso del 1,3%. De esta forma, el deterioro de la demanda nacional se compensó con una leve mejora del saldo exterior gracias a la caída de las importaciones.

La prolongación de la crisis obligó hace unas semanas al Ministerio de Economía a rebajar en nada menos que 3,3 puntos su previsión de crecimiento para este año, una rebaja de tal magnitud que es casi equivalente a la cuantía máxima de crecimiento anual que registró España durante la anterior fase expansiva del ciclo. Ahora es el turno del Ministerio de Hacienda, que se ha visto obligado a elevar su previsión de déficit en 0,7 puntos del PIB, pasando del 7,7% previsto en los presupuestos generales del estado al 8,4%.

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