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El 'efecto ERTE' sobre la recuperación: por primera vez España crea empleo sin crecer
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¿Un nuevo patrón de crecimiento?

El 'efecto ERTE' sobre la recuperación: por primera vez España crea empleo sin crecer

La economía española se estancó en el cierre de 2020, sin embargo, el empleo siguió creciendo, tanto en términos de personas ocupadas como de puestos de trabajo activos

Foto: Un repartidor descarga mercancía en Madrid. (Efe)
Un repartidor descarga mercancía en Madrid. (Efe)

La crisis del coronavirus es diferente a las demás por tratarse de una recesión provocada por las autoridades y no causada por comportamientos irracionales de los agentes económicos. Pero en el caso de España también es diferente por la forma de afrontar la recesión. Por primera vez se han utilizado de forma masiva los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), ya que se han concedido unas ayudas extraordinarias para salvar el empleo similares a las existentes en otros países europeos. La protección del empleo evitó la destrucción de más de tres millones de empleos durante el ‘gran confinamiento’ y también ha permitido la creación de empleo incluso sin crecimiento económico, una situación totalmente novedosa para la economía española.

Según los datos de contabilidad nacional del INE, el PIB de España se estancó en el último trimestre del año 2020, de modo que la recuperación se quedó congelada como consecuencia de los rebrotes del virus. Sin embargo, el empleo sí mantuvo la recuperación, aunque evidentemente a un ritmo inferior al de la reapertura (tercer trimestre). Se trata de la primera vez en toda la serie histórica del INE (desde 1980) que la economía española crea empleo con estancamiento económico.

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En concreto, el número de personas ocupadas aumentó un 1,2% a lo largo del cuarto trimestre respecto al tercero; el empleo en términos de puestos de trabajo creció un 1,3% y el empleo en términos de puestos equivalentes a tiempo completo, creció un 1,2%. Se trata de la primera vez que crece el empleo (medido con diferentes indicadores) con la economía estancada.

A lo largo de la serie histórica, que arranca en 1980, la economía española ha registrado 17 trimestres de estancamiento económico (tasas de variación trimestral de entre el -0,1% y el 0,1%), y en todos ellos, salvo en este último trimestre de 2020, se registró destrucción de empleo, tanto en términos de puestos de trabajo como en puestos equivalentes a tiempo completo. La diferencia entre los dos indicadores es importante. El empleo en términos de puestos de trabajo se refiere al número de personas ocupadas y en esta estadística se incluyen como ocupados los trabajadores en ERTE. En cuanto al indicador de empleo equivalente a tiempo completo, se calcula cuántos empleos a tiempo completo habrían existido sumando todas las horas trabajadas a lo largo del trimestre, lo que significa que se corrige el ‘efecto ERTE’. Ambos indicadores revelan que la economía española creó empleo en el trimestre.

Se trata de un hito histórico para la economía española, que tradicionalmente ha necesitado un ritmo de crecimiento importante para crear empleo. La fórmula de los ERTE ha modificado la correlación histórica entre variación de la actividad y del empleo, de modo que minimiza la volatilidad del mercado laboral ante las oscilaciones cíclicas de la actividad.

Pero la variación del empleo no es solo consecuencia de las crisis, sino que también es causa. La destrucción de empleo genera un duro impacto sobre la confianza de los consumidores, lo que amplía las crisis económicas, haciéndolas más largas y profundas. Fue lo que ocurrió, por ejemplo, tras la crisis de Lehman Brothers: en España se perdió tanto empleo que disparó el ahorro preventivo de los hogares, generando una espiral negativa sobre la economía. En esta ocasión el ahorro preventivo ha sido muy escaso, lo que se refleja en el rápido ritmo de recuperación de la demanda de los hogares cada vez que se levantan las restricciones. Además, una empresa tiene más incentivos para recuperar un trabajador del ERTE que para realizar nuevos contratos, lo que significa que estar en ERTE facilita la reincorporación al empleo.

De esta forma, aunque algunos sectores siguieran afectados por las restricciones en el último trimestre de 2020, la mayoría de las actividades estaban ya en una situación de relativa normalidad. Esto explica que se siguiera creando empleo en el cierre del año pese al estancamiento del PIB. Desde el pasado otoño se han producido dos situaciones en paralelo: una recaída de los sectores afectados por las restricciones (hostelería, ocio o transportes) con una recuperación del resto de actividades.

El crecimiento del empleo con el PIB estancado significa una caída de la productividad aparente del factor trabajo. La productividad por hora de trabajo efectiva cayó un 3% y la productividad por cada puesto de trabajo cayó casi un 4%, en ambos casos el mayor descenso de la serie histórica. Sin embargo, este descenso es el resultado de la reducción de la volatilidad del empleo ante las variaciones del PIB, de modo que es posible anticipar que cuando comience la recuperación, el empleo crecerá con más lentitud, en buena medida porque una parte de la mano de obra adicional serán trabajadores que ahora están en ERTE. Eso permitirá recuperar la productividad perdida.

En esta crisis hay otro factor diferencial que explica el buen comportamiento del empleo a pesar de la caída del PIB: la buena situación financiera de las empresas al inicio de la pandemia. Después de una década ajustando sus balances, las empresas entraron en la crisis con un balance más saneado, lo que les ha permitido evitar los despidos incluso acumulando pérdidas. El esfuerzo realizado por las empresas también está siendo clave para minimizar el impacto de la crisis y confiar en la recuperación.

En el último trimestre del año el PIB de España cerró un 8,9% por debajo del PIB del mismo trimestre antes de la crisis. Sin embargo, la destrucción de empleo en este periodo ha sido de la mitad: un 4,5%. El sostenimiento del empleo se ha convertido en un factor clave para contener la crisis. Y eso a pesar de que los avances conseguidos en España siguen siendo insuficientes si se comparan con el resto de Europa.

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De todos los países de la OCDE, España es el único que ha registrado caída de la renta disponible de los hogares. A pesar del esfuerzo realizado con los ERTE, muchos trabajadores se quedaron en el paro cuando comenzó el estado de alarma. En torno a un millón fueron trabajadores temporales con contrato que quedaron protegidos por el paro, pero otro porcentaje elevado procedía de la economía sumergida, de modo que perdieron todos sus ingresos. Esto explica que la renta disponible de algunas familias cayera bruscamente y se multiplicaran las colas del hambre. El avance logrado con los ERTE tendrá que complementarse con avances en la reducción de la dualidad y en la lucha contra la economía sumergida.

Otra cuestión relevante será ver qué ocurre con la reforma laboral del Partido Popular del año 2012 que actualmente está negociando el Gobierno con los agentes sociales. Aunque no existe una conclusión unánime, varios estudios que muestran que consiguió limitar la volatilidad del empleo ante los ciclos del PIB y también fomentó la creación de empleo con niveles de crecimiento de PIB muy bajos (aunque no tanto como los actuales). Eso significa que los avances conseguidos podrían estar en riesgo si se vuelven a endurecer las relaciones laborales.

La crisis del coronavirus es diferente a las demás por tratarse de una recesión provocada por las autoridades y no causada por comportamientos irracionales de los agentes económicos. Pero en el caso de España también es diferente por la forma de afrontar la recesión. Por primera vez se han utilizado de forma masiva los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), ya que se han concedido unas ayudas extraordinarias para salvar el empleo similares a las existentes en otros países europeos. La protección del empleo evitó la destrucción de más de tres millones de empleos durante el ‘gran confinamiento’ y también ha permitido la creación de empleo incluso sin crecimiento económico, una situación totalmente novedosa para la economía española.

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