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Esta vez sí es diferente: las exportaciones no tirarán de la recuperación
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EL SECTOR EXTERIOR CONTRIBUYE A LA RECESIÓN

Esta vez sí es diferente: las exportaciones no tirarán de la recuperación

El sector exterior, por una vez, no será el motor de la recuperación. Este año apenas se recuperará la mitad del terreno perdido en 2020. El patrón de crecimiento ha cambiado

Foto: Foto: Reuters.
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En economía no hay verdades absolutas. Pero hay una evidencia generalmente aceptada por la mayoría de los economistas: España, desde el Plan de Estabilización de 1959, siempre ha salido de las crisis gracias a las exportaciones. En todos los casos, bajo el expeditivo método de las devaluaciones de la peseta para ganar competitividad vía salarios: 1967, 1976, 1977, 1982… Así hasta la última devaluación, en 1993, cuando saltó por los aires el sistema monetario europeo, antecedente directo del ECU y, posteriormente, del euro. En total, una decena de devaluaciones desde que la peseta se hizo convertible. O, lo que es lo mismo, una cada tres años.

Esta vez, sin embargo, no va a ser así. Va a ser diferente. Ni hay obviamente devaluaciones porque España pertenece al euro ni existe una estrategia deliberada de política económica para reducir los costes laborales. Las exportaciones de mercancías siguen hundidas y, lo que no es menos relevante, también las ventas al exterior de servicios, que en los últimos años han crecido de forma muy notable, ahora se están viendo arrastradas por los efectos económicos del covid-19.

Foto: Importaciones y exportaciones

En el cuarto trimestre de 2020, en concreto, la caída fue del 8% respecto de igual periodo del año anterior, lo que significa que el superávit (diferencia entre exportaciones e importaciones) se ha desplomado un 14%, tres puntos más de lo que lo ha hecho el producto interior bruto (PIB). En este caso, sobre todo, por el mal comportamiento de las ventas de telecomunicaciones, informática y propiedad intelectual, sectores en los que el desplome ha sido mayor, con descensos superiores al 24%.

El resultado es que el conjunto del sector exterior, según el avance realizado por Estadística, restó 2,7 puntos de crecimiento del PIB el año pasado, lo que da idea de su influencia sobre la economía, y hubiera sido mayor si no es por el hundimiento de las importaciones, un 16,4%, lo que ha permitido que el déficit comercial se haya reducido hasta un mínimo desde hace 23 años.

Lo peor, sin embargo, es que 2021 no ha empezado mucho mejor. En enero, la caída de las exportaciones de bienes fue del 11,4%, o del 6,6% si se desestacionalizan los datos para hacerlos homogéneos. Las ventas al exterior en términos mensuales (20.498 millones), de hecho, han vuelto a niveles de 2018, básicamente por el mal comportamiento de las exportaciones energéticas, manufacturas de consumo, automóvil y bienes de equipo. Pero si se observa lo que ha sucedido en los últimos 12 meses, el resultado es que las exportaciones en volumen (258.530 millones de euros) han retrocedido a niveles de 2016. Para 2021, en el escenario central, el Banco de España estima que solo se recuperará la mitad del terreno perdido.

Cambio radical

Esto quiere decir que, pese al repunte de la actividad económica en el tercer trimestre del año pasado, no solo en España, sino también en los principales socios europeos, el sector exterior no despega, lo que supone un cambio radical en el patrón histórico de crecimiento de la economía española. Algo que obliga a confiar en el impulso de la demanda interna (consumo público, privado e inversiones) para crecer.

En la última crisis, al igual que sucedió en las anteriores, la recuperación vino de la mano del ajuste en precios y de los costes laborales a consecuencia de lo que se llamó devaluación salarial, que era uno de los objetivos de la reforma laboral de 2012. Esto permitió compensar en parte los incrementos producidos en los costes laborales durante los años anteriores al estallido de la burbuja de crédito, en particular desde 1999, cuando se lanzó el euro y comenzó una largo periodo de expansión. Estas ganancias de competitividad se han mantenido en los últimos años, aunque de forma más moderada.

Foto: Foto de archivo de una fábrica de automóviles. (EFE)

Hay que tener en cuenta que el factor precio es fundamental en las exportaciones españolas, toda vez que, como sostiene el Banco de España en sus informes, “están especializadas en ramas de intensidad tecnológica media, más sensibles a pérdidas de competitividad-precio que los productos con mayor intensidad tecnológica”.

Patrón de crecimiento

Este patrón histórico de crecimiento fue especialmente visible durante la última crisis económica. Las exportaciones de bienes se hundieron hasta un mínimo del presente siglo equivalente al 15,4% del PIB en 2009, coincidiendo con la primera recesión, pero a partir de ahí, y a medida que los socios comerciales salían de la crisis, se alcanzó un máximo histórico del 24,2% del producto interior bruto en los años 17 y 18. En 2019, sin embargo, la economía comenzó a debilitarse, en parte por el sector exterior, salvo en las ventas de servicios, que llegaron a alcanzar un 11,3% del PIB inmediatamente antes de la pandemia. Un registro desconocido en las series históricas.

Foto: Imagen de una fábrica de automóviles. (EFE)
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Este fuerte dinamismo de las exportaciones hasta la actual crisis explica, precisamente, que la economía española sea cada vez más dependiente de las ventas al exterior. En particular, al calor de los bienes de equipo (20,4% del total), alimentación, bebidas y tabaco (16,8%), automóvil (15,2%) y productos químicos (14,5%). Y de hecho, ha mantenido a nivel global una cuota de mercado cercana, aunque algo inferior, al 2%. En 2020, sin embargo, España habrá perdido cuota de mercado, como lo demuestra que la caída de las exportaciones (-11,4%) es superior a la que se registra en países como Alemania (8%), Francia (9,6%) o EEUU (-1%).

La OMC ha estimado que el año pasado el comercio mundial de mercancías cayó un 9,2% y, lo que no es menos relevante, el comercio exterior de la zona euro, adonde se dirige más de la mitad de las exportaciones, ha comenzado el año con “intensos retrocesos”, como asegura Economía en su último boletín de coyuntura, tanto en las exportaciones como en las importaciones.

En economía no hay verdades absolutas. Pero hay una evidencia generalmente aceptada por la mayoría de los economistas: España, desde el Plan de Estabilización de 1959, siempre ha salido de las crisis gracias a las exportaciones. En todos los casos, bajo el expeditivo método de las devaluaciones de la peseta para ganar competitividad vía salarios: 1967, 1976, 1977, 1982… Así hasta la última devaluación, en 1993, cuando saltó por los aires el sistema monetario europeo, antecedente directo del ECU y, posteriormente, del euro. En total, una decena de devaluaciones desde que la peseta se hizo convertible. O, lo que es lo mismo, una cada tres años.

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