El Confidencial

Los rebrotes desbaratan la previsión de crecimiento del Gobierno

Las previsiones apuntaban a un año 2021 con la pandemia ya controlada, pero la realidad es que la convivencia con el virus significa una crisis duradera que solo desaparecerá con las vacunas

Texto: Javier G. Jorrín
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Laura Martín Carlos Muñoz
Pablo L. Learte Luis Rodríguez

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acer previsiones económicas en medio de una pandemia es un ejercicio de alto riesgo, y más si la evolución de los contagios depende de decisiones políticas inesperadas. Cuando el Ministerio de Economía elaboró el cuadro macroeconómico que soporta los Presupuestos Generales del Estado, a principios de octubre, la situación sanitaria en España era favorable y apenas existían restricciones a la movilidad y la actividad económica. Desde entonces han pasado más de tres meses en los que la situación sanitaria se ha descontrolado con dos nuevas olas del virus.

La economía española se frenó repentinamente a finales de octubre como consecuencia del restablecimiento del estado de alarma y desde entonces ha mantenido unos niveles de actividad inferiores a los del final de septiembre e inicio de octubre. La entrada en 2021 no ha sido mejor. A medida que pasan las semanas y avanza el virus se retrasa la recuperación económica y ya es difícil pensar en un primer semestre de crecimiento. Más bien al contrario, los agentes económicos se preparan para medio año más de crisis que llegará hasta las puertas del verano. Esto es, todo el periodo que dura el estado de alarma y la prórroga de las medidas extraordinarias de protección del empleo del Gobierno (ERTE y cese de actividad). Y todo ello confiando en que el proceso de vacunación se produzca tal y como está diseñado por el Gobierno y la Comisión Europea.

Una de cada cinco empresas prevé reducir su plantilla en el inicio del año

La encuesta de confianza empresarial publicada esta semana por el INE muestra cómo las empresas ya han asumido que vienen curvas. En materia de empleo, por ejemplo, el 22,5% prevén reducir su plantilla en el primer trimestre del año y solo el 5% espera aumentarla. En cuanto a las expectativas de facturación, el 45% son pesimistas y solo el 9% son optimistas. Con ya casi un año conviviendo con el virus, la realidad ha terminado por imponerse: la nueva normalidad significa crisis permanente hasta que la vacunación consiga doblegar al virus.

Un tercio de las empresas considera que no recuperará su nivel de actividad precrisis hasta la segunda mitad de 2021 y otro tercio cree que este momento se retrasará hasta 2022. Datos que muestran claramente cómo la recuperación se pospone definitivamente hasta el momento en el que se consiga la ansiada inmunidad de grupo.

Perder el primer semestre del año supone un golpe mortal para las previsiones de crecimiento, ya que este periodo tiene un gran impacto sobre el PIB anual. Las matemáticas permiten aclarar las dudas. Si la economía española creció un 0,5% en el cuarto trimestre de 2020 (cifra que está por conocerse), se estanca en el primer trimestre y crece un 2% en el segundo (un escenario nada pesimista), sería necesario un crecimiento del 7% en cada uno de los dos últimos trimestres del año para alcanzar las previsiones de crecimiento del Gobierno. Y, si se cumpliesen esas cifras, el PIB del último trimestre del año tendría que ser un 6% superior al máximo previo a la pandemia (cuarto trimestre de 2019).

Esto significa que, para las previsiones del cuadro macroeconómico del Gobierno, perder el inicio del año supone un golpe mortal. Esto explica las revisiones a la baja que han realizado en los últimos días las casas de análisis. El panel de Funcas, que recoge las previsiones de algunos de los mayores expertos en coyuntura española, estiman un crecimiento para 2021 del 6,3%, muy lejos ya del 9,8% proyectado por el Gobierno. De hecho, la estimación más optimista de todos los panelistas, la de Ceprede, se queda en un 8,7%.

¿Recaída o recesión?

Las restricciones a la actividad en el inicio del año son las más duras desde el confinamiento. En España proliferan los cierres de la hostelería, las limitaciones de aforo, el adelanto del toque de queda..., y en Europa las medidas son incluso más restrictivas, lo que anticipa una caída mayor en el continente. Las limitaciones tienen que extenderse durante varias semanas para doblegar la curva, como así ocurrió durante las dos olas anteriores, lo que significaría que probablemente estén en vigor durante el mes de enero y parte de febrero. El Gobierno de Boris Johnson ya ha anunciado que su confinamiento se prolongará hasta el inicio del mes de marzo. Todo esto en un entorno en el que las nuevas variantes del virus suponen una amenaza adicional para las vacunas.

Los datos económicos de noviembre mostraron una clara recaída de la actividad con restricciones más permisivas que las actuales. Por ejemplo, en materia de empleo se perdieron más de 150.000 empleos efectivos (restando a la afiliación los trabajadores en ERTE). En diciembre se levantaron algunas restricciones y la economía se reactivó, pero no se recuperó todo el trabajo perdido. En enero la vuelta de las restricciones apunta a una nueva recaída de la economía, y esto podría llevar a un descenso del PIB en el primer trimestre del año.

Las restricciones del inicio del año apuntan a una nueva recaída de la actividad

Los datos del mercado laboral minimizan el riesgo de contracción en el último trimestre de 2020 porque la comparativa con el mes de julio (primer mes del tercer trimestre) es muy positiva. En este inicio de año, la comparativa de enero respecto a octubre será muy complicada, disparando así el riesgo de recaída trimestral del PIB. Recesión o no, lo que está claro es que la recuperación ha dado un paréntesis que dura ya tres meses y que se prolongará durante semanas.

El escenario de recesión es más probable en los países europeos, donde las restricciones han sido más severas desde noviembre. En el centro y norte de Europa hay otro factor que aumenta el riesgo de recesión: el cierre de fronteras durante el verano. Sus residentes tuvieron que resignarse al turismo nacional, lo que supuso un estímulo para la economía local y agravó la crisis en los países del Mediterráneo. Un tercer trimestre mejor de lo esperado complica la comparativa del cuarto trimestre, ya en temporada baja del turismo internacional.

La ralentización de Europa será un freno adicional para España por su dependencia de las exportaciones al continente. Ante un escenario tan complicado, la gran esperanza para España es lograr un fuerte repunte de la actividad cuando se retome la normalidad sanitaria. Pero hasta entonces quedan semanas largas por delante que seguirán poniendo a prueba la resistencia de la economía española.