La nevada da la puntilla al comercio y pone en riesgo 700 millones de euros en ventas
Enero es el tercer mes del año en el que mayor gasto realizan las familias, por detrás de diciembre y julio, pero este año la pandemia y la borrasca amenazan con dejar el contador a cero
El mes de enero suele ser uno de los más activos para el comercio minorista, uno de los pocos sectores que sobreviven a la cuesta de enero. El final de la campaña de Navidad va seguido de la temporada de rebajas, lo que dispara la facturación en los comercios. Las ventas minoristas (excluyendo estaciones de servicio) de enero suele situarse un 2% por encima del promedio anual, siendo enero el tercer mes de mayores compras, solo por detrás de diciembre y julio. En números absolutos, este 3,5% de ventas adicionales supone unos 700 millones de facturación, según los datos de contabilidad nacional del INE (con cifras de 2019, previas a la pandemia). A esta cuantía hay que sumarle la caída de las ventas producida por la pandemia, que será de un 4% adicional en el mejor de los casos.
Pero, además de la actividad ordinaria del inicio de año, este enero representaba la gran esperanza del sector del comercio para iniciar la recuperación tras un año 2020 nefasto. Ni siquiera el Black Friday ni la campaña de compras navideñas consiguieron revitalizar el comercio; de hecho, los datos empeoraron de forma significativa en la recta final del año. Las esperanzas han quedado sepultadas por el temporal de nieve que azota media España y que ha provocado el cierre masivo de tiendas ante las dificultades logísticas. Es la puntilla para un sector duramente golpeado y que ve cómo sus esperanzas puestas en 2021 se congelan.
El centro y este de la Península están gravemente afectados por el temporal y el cierre de comercios está siendo generalizado en estos territorios donde no disponen de maquinaria para luchar contra la nieve. Y lo que es peor, las previsiones meteorológicas apuntan a que las heladas mantendrán la actividad a medio gas al menos hasta el final de la semana.
A los problemas de oferta, esto es, las dificultades de los establecimientos para abrir, se suman los de demanda, esto es, que los consumidores optan por quedarse en sus casas. Al coronavirus se suman ahora los problemas para desplazarse, con carreteras cortadas por la nieve y el hielo, servicios de transporte público a medio gas y colapsados o coches atrapados bajo los restos de la tormenta. Todos estos impedimentos suponen un freno adicional para la demanda en un momento en el que ya existen suficientes problemas.
Todos los sectores no se comportarán igual y es de esperar que el impacto sea mayor en las actividades que ya estuvieron castigadas por la pandemia. Se trata, en especial, del comercio de bienes de uso personal, que incluye principalmente el sector textil (incluye calzado, cuero, etc.). Estas actividades son las que más ingresan durante la temporada de rebajas, disparando su facturación, de media, casi un 30% respecto al promedio de ventas anuales. De ahí que cada día perdido suponga millones de euros en pérdidas. Los problemas de logística también están pasando factura al comercio de bienes de primera necesidad, ya que en muchos supermercados las estanterías están vacías por la falta de suministros. Sin embargo, en su caso, la recuperación será rápida, como ya ocurrió al inicio de la pandemia.
En 2019, año previo a la pandemia, las ventas de bienes de equipo personal fueron casi un 25% superiores a la media del conjunto del año. Sin embargo, es importante señalar que los años de crisis la temporada de rebajas adquiere especial relevancia. Es comprensible que así sea, ya que muchas familias posponen sus compras navideñas hasta que bajan los precios y así evitar gastos innecesarios. En el año 2009, por ejemplo, las ventas de este sector fueron nada menos que un 36% superiores a las del promedio del resto del año. Esto explica que las rebajas de este año generasen unas expectativas elevadas en el sector minorista y la urgencia de recuperar la logística.
La industria reduce la producción
El sector industrial ha sido uno de los motores de crecimiento desde la desescalada, ya que no ha sufrido restricciones a la actividad desde la entrada en la nueva normalidad. Los niveles de producción, excluyendo la energía, estaban en octubre ya cerca de los niveles previos a la crisis. Una auténtica recuperación en V. Por sectores, el de bienes intermedios (utilizados como insumos por otras industrias) y el de productos de consumo duradero (como son muebles, aparatos electrónicos, etc.) estaban ya en octubre por encima de los niveles de febrero.
A finales de octubre, las autoridades volvieron a decretar medidas para limitar la actividad y la movilidad que afectaron principalmente al sector servicios. Sin embargo, la caída de las ventas acabó por contagiar a la industria, que sufrió en noviembre la primera recaída desde la entrada en la nueva normalidad. En concreto, la producción se redujo un 1% respecto a octubre, con datos especialmente malos en el sector de bienes de equipo, esto es, en maquinaria destinada a la producción.
La caída de las ventas vuelve a pasar factura a la inversión empresarial. Aunque las vacunas hayan mejorado las perspectivas de negocio futuras, a corto plazo, la realidad es que las restricciones están limitando gravemente la actividad. La consecuencia es que están posponiendo las inversiones hasta que haya mayor certidumbre sobre la recuperación económica.
De esta forma, la debilidad del sector servicios ha terminado por arrastrar a la industria. Era una situación esperable en medio de las restricciones crecientes y todo apunta a un inicio de 2021 muy complicado también para las fábricas. En definitiva, si no se vende en las tiendas, rápidamente se crean 'stocks' que obligan a recortar la producción. De ahí que la industria no consiga mantenerse inmune al impacto de las restricciones sobre los servicios.
El mes de enero suele ser uno de los más activos para el comercio minorista, uno de los pocos sectores que sobreviven a la cuesta de enero. El final de la campaña de Navidad va seguido de la temporada de rebajas, lo que dispara la facturación en los comercios. Las ventas minoristas (excluyendo estaciones de servicio) de enero suele situarse un 2% por encima del promedio anual, siendo enero el tercer mes de mayores compras, solo por detrás de diciembre y julio. En números absolutos, este 3,5% de ventas adicionales supone unos 700 millones de facturación, según los datos de contabilidad nacional del INE (con cifras de 2019, previas a la pandemia). A esta cuantía hay que sumarle la caída de las ventas producida por la pandemia, que será de un 4% adicional en el mejor de los casos.