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Esta crisis es diferente: las empresas asumen la mitad de la caída del PIB
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62.000 millones de euros

Esta crisis es diferente: las empresas asumen la mitad de la caída del PIB

Una de las claves de la crisis del coronavirus es cómo se ha mantenido la renta de los hogares a pesar de la caída de la actividad; y, en gran medida, es el resultado de los sacrificios de las empresas

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En los tres primeros trimestres del año España perdió nada menos que 116.000 millones de euros de PIB. Un desplome nunca antes visto en tiempos de paz. Sin embargo, en esta ocasión el reparto de los costes de la crisis ha sido muy diferente, lo que garantiza una recuperación más rápida cuando la situación sanitaria se normalice. En esta ocasión, las empresas han realizado un gran esfuerzo para proteger las rentas de sus trabajadores y han asumido nada menos que la mitad de la caída del PIB.

Así se extrae de los últimos datos de contabilidad nacional actualizados esta semana por el INE. Entre enero y septiembre se perdieron 62.000 millones de euros en beneficios empresariales y rentas del capital (EBE), lo que supone el 53% de toda la caída del PIB en este periodo. Un dato inédito que explica por qué la renta de los hogares se ha mantenido al margen del hundimiento experimentado por el PIB. De hecho, la remuneración de asalariados (que incluye también las cotizaciones sociales) ha asumido el 27% de la caída del PIB.

Foto: Manifestación de pensionistas en Bilbao. (EFE)

En comparación con las dos crisis anteriores, la de Lehman Brothers y la del euro, en esta ocasión las empresas han asumido la mayor parte del golpe económico. En la recesión de los años 2008 y 2009 la caída del PIB fue de 52.000 millones de euros, de los cuales apenas 16.000 millones fueron como consecuencia de la caída de los beneficios empresariales y del capital. Esto es, apenas un 31%, 20 puntos menos que en la crisis actual.

Y si se compara con la recesión de 2011-2012, la comparativa es más evidente. En ese periodo el PIB acumuló una caída de 60.000 millones de euros, de los cuales apenas el 5% se trasladó a una caída de beneficios. 5.000 millones menos en un periodo en el que las rentas salariales se hundieron en casi 53.000 millones de euros.

Esta crisis está siendo muy diferente a las anteriores y hay varios motivos que así lo explican. El principal es la salud del sector empresarial antes de la crisis. El tejido productivo realizó un gran esfuerzo para reequilibrar sus balances financieros durante los años de la recuperación. Gracias a esta situación saneada han podido asumir una buena parte de los costes de la crisis, provocando fuertes pérdidas empresariales. Según la Central de Balances del Banco de España, el sector empresarial español está sufriendo pérdidas este año por primera vez desde 2002.

Hay otro factor clave en esta crisis: su propia naturaleza temporal. En esta ocasión, la recesión no se debe a los desequilibrios acumulados ni a ningún cambio en las condiciones de mercado, simplemente es consecuencia de las restricciones impuestas. Eso significa que cuando se levanten, las empresas podrán retomar su actividad. Esto explica que muchas empresas hayan optado por retener su capital humano durante los meses de confinamiento para asegurarse su vuelta tras la pandemia. Por ejemplo, muchas empresas enviaron a sus empleados al ERTE y les complementaron la diferencia de ingresos, un gasto que solo se explica si su intención era recuperar pronto a esos trabajadores.

Lo que no era tan predecible era la persistencia de la crisis. Los meses pasan y la situación sanitaria no mejora, lo que podría provocar que muchas empresas terminen desistiendo de esta estrategia de soportar los gastos y terminen recortando sus plantillas. Eso sí, la mejora de las expectativas gracias a las vacunas da un motivo de esperanza para que las empresas sigan soportando a pesar de la crisis.

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Las pérdidas soportadas durante todos estos meses han obligado a las empresas a elevar su deuda para afrontar todos sus gastos. Lo han hecho gracias al apoyo del Banco Central Europeo (BCE), que ha bajado los tipos de interés de mercado a mínimos históricos, y al programa de avales del Gobierno. Gracias a estas dos palancas públicas, las empresas han podido recurrir a la deuda y así evitar la destrucción de empleo o las quiebras.

Desde el estallido de la crisis, la deuda de las empresas ha crecido en más de 10 puntos del PIB, pasando del 92% al inicio de 2020 a superar el 102% del PIB al cierre del primer semestre. Este crecimiento de la deuda ha evitado una mayor destrucción de empleo, pero provocará que las empresas salgan de la crisis debilitadas y tendrán que volver a realizar esfuerzos para reequilibrar sus balances. Eso sí, habrán conseguido evitar una caída del PIB mucho mayor con consecuencias estructurales sobre la economía del país.

En los tres primeros trimestres del año España perdió nada menos que 116.000 millones de euros de PIB. Un desplome nunca antes visto en tiempos de paz. Sin embargo, en esta ocasión el reparto de los costes de la crisis ha sido muy diferente, lo que garantiza una recuperación más rápida cuando la situación sanitaria se normalice. En esta ocasión, las empresas han realizado un gran esfuerzo para proteger las rentas de sus trabajadores y han asumido nada menos que la mitad de la caída del PIB.

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