El Confidencial

Un millón de trabajadores, en vilo por la vacuna

Los avances en la investigación generan tanta incertidumbre como la propia pandemia, aunque en sentido opuesto. El momento en el que llegue la vacuna será clave para las nuevas previsiones económicas

Texto: Javier G. Jorrín
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Laura Martín Carlos Muñoz
Pablo L. Learte Luis Rodríguez

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a teoría de las expectativas adaptativas desarrollada a mediados del siglo pasado nos ha enseñado que el ser humano tiene grandes dificultades a la hora de hacer proyecciones económicas ya que estas se ven claramente influidas por su situación actual y las experiencias más recientes. En la pandemia del coronavirus, las expectativas han estado marcadas de forma decisiva por la situación sanitaria de cada momento.

Durante el mes de octubre las previsiones económicas se tiñeron de pesimismo por el avance de la pandemia con una rebaja generalizada de las proyecciones de crecimiento. Pero la publicación de la efectividad de la vacuna de Pfizer y BioNTech devolvió el optimismo. Al menos, así fue en los mercados financieros, donde las bolsas vivieron una subida no vista en una década. Los inversores descontaron así un escenario sanitario más favorable del existente, que apuntaba al inicio de las vacunaciones en primavera y una inmunidad de grupo hacia finales del año. Esto significa que están esperando la vacuna para inicios del próximo año.

Las expectativas se han adaptado rápidamente a la noticia de Pfizer y BioNTech, pero la realidad es que la incertidumbre sobre el futuro de la vacuna es máxima. No sería descartable una nueva recaída de los mercados en las próximas semanas si la vacuna se retrasa. El timing es especialmente clave para el sector turístico, ya que dos meses antes o después marcará decisivamente la próxima campaña de verano. Si en 2021 también se pierde, el golpe financiero para todas las empresas y autónomos de hostelería, ocio y transporte será fatal.

España también se la juega en estos meses. Su dependencia del turismo es tan elevada que sus datos económicos del próximo año estarán sujetos a esa campaña de verano. Un dato muestra la magnitud de la importancia de la llegada de viajeros internacionales: seis de cada diez euros de PIB perdidos en el tercer trimestre fueron del sector de la hostelería, el comercio y los transportes (el INE no ofrece datos más desagregados por sectores). Los datos son incluso más graves si se tienen en cuenta los datos de salarios, porque estos sectores son intensivos en mano de obra. Nada menos del 80% de la caída de la remuneración de trabajadores se concentró en la hostelería, los transportes y el comercio. En números totales, son casi 25.000 millones de euros en salarios perdidos, de los cuales, más de 18.000 millones corresponden a la hostelería, los transportes y el comercio.

Estos datos explican que España sea el país más necesitado de una vacuna temprana. El margen de recuperación en ese caso será muy abultado. Basta con tener en cuenta que el sector del turismo, comercio y transporte perdió nada menos que 45.000 millones de euros de producción entre los meses de abril y septiembre. Esto significa que simplemente con la recuperación del turismo y el consumo desde la semana santa hasta el final del verano, el PIB crecería un 4%. No solo eso, también generaría un efecto arrastre sobre el resto de sectores que también están afectados por la crisis. Desde enero hasta septiembre, España perdió casi 100.000 millones de valor añadido, cifra que ahora está en juego para 2021.

Actualmente, parece muy complicado que esta cifra pueda recuperarse íntegramente, pero sí muestra el gran margen de recuperación que tendría España en el próximo año si finalmente hay un tratamiento temprano contra el virus que permita abrir las fronteras y recuperar el turismo. Este sector tiene otra particularidad importante: es muy volátil ante las situaciones de incertidumbre, pero se recupera rápidamente cuando se supera. En España, las ventajas competitivas del sol y playa, la gastronomía, la cultura y la seguridad jurídica garantizan que la demanda volverá rápidamente cuando se recupere la seguridad sanitaria.

Sin el desplome provocado por el turismo, el transporte y el comercio, la caída del PIB de España en el tercer trimestre del año habría sido del 4,5% en vez del 8,3%. Indudablemente grave, como consecuencia de la magnitud de la crisis sanitaria, pero muy inferior a la que habría sido con algo de turismo. No solo eso: la llegada de viajeros internacionales arregla la balanza de pagos de España, ya que supone una inyección de divisas internacionales, y genera un efecto arrastre sobre otros sectores económicos.

El turismo y el comercio provocaron la mitad de la caída del PIB durante el tercer trimestre

Por el contrario, si España tiene que mantener a todo el sector turístico ‘congelado’ hasta la primavera de 2022, los riesgos económicos se multiplicarán. En primer lugar, porque supondrá un coste elevado para las arcas públicas en términos de protección de rentas de hogares y empresas. Y en segundo, porque se disparará el riesgo de destrucción de tejido productivo, generando así efectos secundarios negativos sobre otras actividades.

España tiene más de un millón de empleos en vilo esperando por la próxima campaña turística. Según los datos de contabilidad nacional, la caída de la actividad, provocó que durante el verano hubiese casi 1,1 millones de empleos menos que en el mismo periodo del año anterior. Una parte de estos contratos ya se han extinguido como consecuencia de la crisis, la gran mayoría temporales de los sectores más precarios. La otra parte son trabajadores con su empleo suspendido por los ERTE (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo) y que espera volver a su empleo en los próximos meses.

Los ERTE permitieron amortiguar la caída del empleo durante las semanas del estado de alarma, y también ahora están jugando un papel muy relevante. Aunque no se conocen las cifras exactas, la vuelta del estado de alarma, con decretos de cierre de la hostelería en numerosas comunidades autónomas, está dando como resultado que más de 100.000 trabajadores ya estén en una situación de ERTE. La Seguridad Social todavía no ha publicado los registros oficiales, pero la cifra se desprende de los datos parciales notificados por los servicios de empleo autonómicos.

Los indicadores del mes de octubre anticipan un nuevo parón de la economía como consecuencia de los rebrotes. Por ejemplo, las cifras de consumo con tarjetas de crédito recogidas por CaixaBank muestran un claro parón de la actividad económica desde principios de octubre. En la primera semana de septiembre, el consumo con tarjetas nacionales sufrió un descenso interanual del 15%, frente a la caída del 5% registrada en octubre.

La hostelería vuelve a los niveles de mayo con un desplome de las ventas que supera el 40%

La caída del consumo presencial alcanzó el 12%, cifra que no había vuelto a verse desde mayo, cuando todavía existían los confinamientos severos. Los datos más preocupantes vuelven a centrarse en el sector de la hostelería y el transporte. En el caso de la restauración y el ocio, la caída del consumo en la primera semana de noviembre alcanzó el 42%, casi el doble que en octubre. El transporte registró un descenso del 47% y el turismo nacional sufrió un hundimiento del 53%.

Estas cifras muestran el impacto que están teniendo las restricciones sobre la actividad económica y apuntan a un invierno muy complicado para el sector servicios. La suma del comercio, la hostelería y el transporte aportó en el último trimestre de 2019 más del 22% del PIB nacional. Esto es, casi uno de cada cuatro euros de la actividad, debido a la campaña de Navidad. Este año las expectativas de las empresas están a medio gas, como muestran las cifras de la encuesta PMI a gestores de compras de las empresas. Este indicador sufrió una grave recaída en octubre y se sitúa claramente en terreno contractivo (por debajo de 50 puntos), dato que contrasta con la mejora de las expectativas en el sector manufacturero.

Los malos datos económicos de inicios del mes de noviembre contrastan con el optimismo generado en las bolsas tras el anuncio de Pfizer y BioNTech. Esto significa que, si los inversores están en lo cierto, habrá una vacuna a principios de 2021 y España tendrá vía libre para liderar la recuperación en Europa gracias al turismo. Sin embargo, si fallan y la vacuna se retrasa, el país tendrá por delante una larga travesía por el desierto que amenaza con generar daños estructurales sobre el tejido productivo.