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Las empresas 'pagan' la crisis: los salarios superan el 50% del PIB por primera vez
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Asumen el primer golpe de la pandemia

Las empresas 'pagan' la crisis: los salarios superan el 50% del PIB por primera vez

Durante los años de expansión económica las empresas mejoraron su situación financiera, lo que les ha permitido mantener los salarios mientras sus ingresos se hundían

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Esta crisis económica es diferente a todas las demás, ya que ha sido provocada de forma voluntaria con las medidas de confinamiento para frenar al virus, y como tal, está generando resultados extraordinarios. Uno de los más destacados es cómo la renta de los hogares se está manteniendo de forma relativamente estable a pesar del hundimiento de la producción. Los esfuerzos realizados para proteger los ingresos de las familias permitirán recuperar la demanda con mayor dinamismo y, lo que es más importante, está permitiendo limitar el sufrimiento de los hogares.

El sostenimiento de la renta disponible de los hogares se debe a dos motivos. El primero es el esquema de protección de rentas diseñado por el Gobierno a través de los ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo), con los que el Estado ha asumido una parte de los costes salariales que las empresas no podían soportar y que se financian con déficit público. El segundo es el compromiso de las empresas por mantener la masa salarial a costa de recortar sus beneficios, o incluso entrar en pérdidas.

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Esta estrategia también responde a las características propias de esta crisis: muchas empresas han evitado los despidos ante la expectativa de que la recesión será corta. Lo que han hecho es aprovechar su situación financiera saneada (cosa que no ocurría en 2008) para soportar una masa salarial superior a sus ingresos. Gracias a esta estrategia de las empresas, la remuneración de los asalariados es la macromagnitud del PIB de rentas que menos se ha reducido durante las semanas de desplome de la economía.

Si el PIB se ha hundido un 21%, la remuneración de asalariados se ha reducido un 13% (dato del segundo trimestre de 2020 respecto al mismo periodo de 2019). Esta caída es claramente inferior al descenso del Excedente Bruto de Explotación (EBE), que recoge principalmente los beneficios empresariales y las rentas de la inversión, que fue del 26% en este periodo. Si se tiene en cuenta que las rentas del capital son muy inerciales y cambian poco en un periodo tan corto de tiempo, entonces se entiende que la caída del EBE es consecuencia del hundimiento de los ingresos empresariales.

La caída de la facturación duplica al recorte de la masa salarial, lo que muestra el esfuerzo que han realizado las empresas durante los últimos meses. Estos datos excluyen el pago de los ERTE, simplemente muestran cómo se ha distribuido los ingresos generados con la producción. Por primera vez en la serie histórica, más de la mitad de la producción se ha destinado a remunerar a los trabajadores, lo que explica por qué la renta disponible de los hogares está siendo relativamente inmune a esta crisis. Si realmente se hubiese trasladado toda la caída del PIB a los ingresos de las familias, la situación se habría vuelto dramática.

Es importante señalar que la crisis ha provocado que perdieran nada menos que el 25% de las horas de trabajo de España (dato del segundo trimestre del año). Una caída que es comprensible si se tiene en cuenta que durante la mitad del trimestre la economía española estuvo cerrada como consecuencia de las medidas de confinamiento. Si esta pérdida de horas se hubiese traducido en destrucción de puestos de trabajo, uno de cada cuatro trabajadores se habría quedado en el paro. Sin embargo, el número de personas que perdieron su empleo apenas fue del 7,6%.

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Si se hubiese producido una destrucción de empleo proporcional a la caída del PIB, teniendo en cuenta la correlación histórica de los dos indicadores durante las recesiones, se habrían perdido 4,7 millones de empleos adicionales en España (sumando asalariados y autónomos).

La figura de los ERTE de fuerza mayor ha jugado un papel clave para minimizar la destrucción de empleo, siguiendo el ejemplo de lo que ocurre en otros países de Europa. Las empresas han podido reducir sus costes fijos pasando al Estado el grueso de sus gastos en salarios. Sin embargo, han mantenido una parte en forma de cotizaciones sociales y de complementos voluntarios (algunas empresas han mantenido íntegro el poder adquisitivo de sus empleados cubriendo la diferencia del ERTE con los salarios). De esta forma, han realizado un gran esfuerzo por mantener la masa salarial protegida frente a la brutal recesión económica.

Las empresas que están publicando los resultados del segundo trimestre del año revelan unas pérdidas históricas que son coherentes con esta caída en picado del EBE. Y esto solo ha empezado. Según la Central de Balances del Banco de España, las empresas sufrieron en el primer trimestre del año sus primeras pérdidas netas desde el año 2002, y eso a pesar de que el confinamiento se limitó a las dos últimas semanas de marzo. Los datos del segundo trimestre prometen ser espeluznantes.

Las empresas han podido soportar el empleo gracias a los ERTE y también gracias al saneamiento de balances generalizado que realizaron desde el estallido de la crisis financiera de Lehman Brothers. La deuda de las empresas españolas al cierre de 2019 se había reducido por debajo del 73% del PIB, casi la mitad que antes del estallido de la crisis de 2008, cuando superaba ampliamente el 110% del PIB. Esta situación financiera ha permitido que las empresas hayan realizado un importante esfuerzo por mantener los salarios mientras sus ingresos se hundían.

Esta crisis económica es diferente a todas las demás, ya que ha sido provocada de forma voluntaria con las medidas de confinamiento para frenar al virus, y como tal, está generando resultados extraordinarios. Uno de los más destacados es cómo la renta de los hogares se está manteniendo de forma relativamente estable a pesar del hundimiento de la producción. Los esfuerzos realizados para proteger los ingresos de las familias permitirán recuperar la demanda con mayor dinamismo y, lo que es más importante, está permitiendo limitar el sufrimiento de los hogares.

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