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Michel busca ganarse a los ‘frugales’ con ajustes en el presupuesto de la UE
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CUMBRE EL PRÓXIMO 17 Y 18 DE JULIO

Michel busca ganarse a los ‘frugales’ con ajustes en el presupuesto de la UE

Esta semana, Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, presentará una nueva propuesta para el presupuesto europeo con la que busca ganarse a los norteños

Foto: Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. (Reuters)
Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. (Reuters)

En solo unos días, los líderes europeos volverán a reunirse en Bruselas. La última vez que lo hicieron fue en una cumbre que se alargó durante 30 horas y en la que los Veintisiete fueron incapaces de ponerse de acuerdo sobre un Marco Financiero Plurianual (MFP), unos presupuestos para los próximos siete años que marcan la financiación de las prioridades de la UE a medio y largo plazo. La reunión finalizó el 22 de febrero. Ese día, las calles de un pueblo de Lombardía aparecían desiertas y el debate europeo giró 180 grados en solo unas semanas con una pandemia que puso el mundo al revés y la economía europea de rodillas.

Ahora, cinco meses después, los líderes vuelven a prepararse para viajar a Bruselas sin que las posiciones de los núcleos duros hayan cambiado. En cierto modo, es como si el debate se hubiera congelado. Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, presentará en los próximos días una nueva ‘NegoBox’, el nombre con el que se conoce la propuesta sobre la que los diplomáticos de los Veintisiete tendrán que pelear cada euro y cada céntimo para intentar proteger sus intereses.

Esta vez hay muchísimo menos tiempo y, por lo tanto, menos margen de maniobra. La anterior propuesta de Michel, antes de la cumbre de febrero, no fue para nada bien recibida. El presidente del Consejo Europeo se reúne este próximo miércoles 8 de julio con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, David Sassoli, presidente de la Eurocámara, y Angela Merkel, canciller alemana, que acude a la reunión al ostentar Alemania la presidencia rotatoria del Consejo, con el objetivo de acercar posturas de cara a la negociación. Probablemente en ese encuentro Michel compartirá la propuesta con la que busca desatascar las conversaciones.

placeholder Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. (Reuters)
Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. (Reuters)

¿De qué se discute?

A diferencia de febrero, esta vez la negociación no incumbe solo al MFP, un 'paquete' donde se encuadran siete ejercicios, una idea que la UE adoptó a finales de los años ochenta para esquivar las continuas crisis presupuestarias, sino que también debe lograr que los líderes se pongan de acuerdo sobre el fondo de recuperación, el plan con el que la UE quiere reactivar la economía europea tras el covid-19, y cuya primera propuesta puso sobre la mesa la Comisión Europea a finales de mayo.

El tamaño con el que los líderes llegaron a la cumbre de febrero era del 1,074% de la renta nacional bruta (RNB) de la Unión, unos 1,095 billones de euros, muy por debajo del 1,3% que exigía la Eurocámara y del 1,114% que propuso la Comisión Europea en mayo de 2018, cuando intentó comenzar a avanzar en las negociaciones, y algo por debajo de la última propuesta de Bruselas, que se situaba en 1,1 billones de euros. Pero Michel sabía que esas propuestas eran imposibles de aceptar para un grupo de países, los llamados 'frugales', una alianza conformada por Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Austria y también Finlandia. Este grupo de Estados miembros exigía que el tamaño del MFP no superara el 1%.

Foto: Visión general de los líderes de la Unión Europea durante la cumbre. (Reuters)

No solo el tamaño divide a los socios. Un grupo de países sureños y del este, los llamados 'amigos de la cohesión', se centran en que no se toquen sus prioridades: la política agraria común (PAC) y la política de cohesión. Y para que no se toquen esas dos partidas, el MFP debe ser grande. Los 'frugales' quieren tener un presupuesto pequeño y a la pregunta de por dónde recortar responden sin dudar: por la PAC y la cohesión.

Las posiciones eran difíciles de reconciliar en febrero y lo son en julio. Los nórdicos tienen una carta más que jugar: el MFP y el fondo de recuperación se negociarán juntos. Y eso les permite estar en dos mesas a la vez y mover cartas de una a otra. Los diplomáticos saben que evitar un 'quid pro quo' va a ser difícil. Los líderes 'frugales' utilizarán su oposición férrea a un fondo de recuperación grande, sin condicionalidad y en transferencias para obtener compensaciones en el MFP.

Por eso, Michel tendrá que jugar bien sus cartas. Lo que está claro es que los rebates, devolución de dinero a los Estados miembros que más contribuyen al presupuesto, que un grupo de países querían que se acabaran cuando el Reino Unido abandonara la UE, seguirán durante bastantes años. El presidente del Consejo Europeo tendrá que reflejarlos en la propuesta que haga esta semana.

El debate ya es difícil sin abordar nada más que el MFP, pero cuando toca incluir el fondo de recuperación, las cosas se ponen todavía más difíciles. La propuesta de la Comisión Europea, una emisión de bonos por valor de 750.000 millones de euros que se destinen a los países más golpeados en forma de créditos y transferencias, cuenta con el apoyo de París, Berlín, Madrid, Lisboa o Roma, pero con la oposición férrea de los países norteños.

placeholder Reunión del Consejo Europeo en Bruselas. (EFE)
Reunión del Consejo Europeo en Bruselas. (EFE)

Hay algunos puntos de acuerdo. Aunque los escépticos siguen negándose a un paquete tan grande, parece un hecho que la Comisión Europea realizará una gran emisión de deuda común, algo que no se consideraba una opción hace meses. De la misma forma, los países que buscan beneficiarse de ello saben que va a ser muy difícil que el fondo tenga una condicionalidad laxa como la que se barajaba con la propuesta de la Comisión Europea, que requería únicamente que los Estados miembros enviaran sus propuestas de reformas en línea con el llamado semestre europeo, una serie de recomendaciones del Ejecutivo comunitario. Los nórdicos quieren que las capitales tengan mucho que decir en qué reformas son válidas así como en su monitorización, no quieren que el proceso quede en manos de la Comisión Europea.

No solo contará el dinero total que tenga el fondo. Uno de los asuntos más espinosos es la llamada ‘clave de reparto’, es decir, cómo y dónde se dirigen los fondos. La Comisión Europea propuso que se utilizaran los datos de desempleo desde 2015, y algunas capitales de los países más golpeados por el covid-19, como España, se quejaron de que eso no reflejaba de manera fiel el impacto de la pandemia. Sin embargo, fuentes diplomáticas explicaban que en realidad hay poco espacio de maniobra: los datos de la actual contracción económica son todavía poco claros y hará falta más tiempo para conocerlos con detalle, un tiempo precioso que la UE no puede malgastar si quiere que el fondo de recuperación sea efectivo.

Foto: Portada de la revista conservadora holandesa EW.

Esas son las líneas de batalla generales. Pero luego cada Estado miembro tiene sus prioridades particulares, y en eso no hay amigos. Los países de Visegrado, por ejemplo (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia), se niegan a que exista ningún tipo de vínculo entre el cumplimiento con el Estado de derecho y el desembolso de las ayudas europeas, una de las cruzadas de los países nórdicos, que exigen que haya esa relación como una manera de frenar la deriva autoritaria en países como Polonia y Hungría.

Estos mismos países del este de Europa también conforman su propio grupo en lo que se refiere al dinero para reactivar la economía tras el covid-19: consideran que el fondo de recuperación no les beneficia lo suficiente, y creen que el hecho de que los millones vayan a parar a países que no son los más pobres en la UE va en contra de la idea de solidaridad europea.

La cumbre del próximo 17 y 18 de julio será clave, pero no tiene por qué ser definitiva. Aunque Alemania o Francia consideran que es urgente que todo se ponga en marcha cuanto antes y que se llegue a un acuerdo antes de que termine julio, otros Estados miembros, como Países Bajos, quieren restarle urgencia. Lo hacen porque saben que el tiempo corre a su favor: cuanto menos tiempo quede en el reloj, más fácil será que los países sureños acepten recortes, ajustes y rebates.

En solo unos días, los líderes europeos volverán a reunirse en Bruselas. La última vez que lo hicieron fue en una cumbre que se alargó durante 30 horas y en la que los Veintisiete fueron incapaces de ponerse de acuerdo sobre un Marco Financiero Plurianual (MFP), unos presupuestos para los próximos siete años que marcan la financiación de las prioridades de la UE a medio y largo plazo. La reunión finalizó el 22 de febrero. Ese día, las calles de un pueblo de Lombardía aparecían desiertas y el debate europeo giró 180 grados en solo unas semanas con una pandemia que puso el mundo al revés y la economía europea de rodillas.

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