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Las trincheras del Eurogrupo: los equilibrios para que Calviño sea presidenta
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ELECCIÓN EL PRÓXIMO 9 DE JULIO

Las trincheras del Eurogrupo: los equilibrios para que Calviño sea presidenta

La vicepresidenta del Gobierno tiene difícil ganar el próximo jueves ante unos rivales que comparten agenda y tienen una alianza más sólida

Foto: Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno. (Reuters)
Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno. (Reuters)

Durante los últimos años las trincheras que dividen al Eurogrupo han ido siendo cada vez más profundas. Eso ha hecho más difícil llegar a acuerdos y ha hecho que el foro de ministros de Finanzas de la zona euro llegue a perder parte de la utilidad que tuvo en el pasado. Y esa misma dificultad para poner de acuerdo a ministros que defienden posturas distintas va a ponerle un precio muy alto a la presidencia del Eurogrupo a la que aspira la vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño.

Hay consenso en Bruselas en que Calviño, que fue directora general de Presupuestos de la Comisión Europea, es la mejor dotada de los candidatos. Compite con el irlandés Paschal Donohoe y con el luxemburgués Pierre Gramegna.

En la elección hay muchas trincheras: los países pequeños votan con una mentalidad y los grandes con otra, hay división norte-sur, también se divide el voto dependiendo de la familia política de los ministros. La principal trinchera, y es la misma que ha hecho muy difíciles los acuerdos durante los últimos años, es la interpretación del futuro de la Eurozona, y también del rol que debe tener la Unión en el mundo. Todas ellas, y las alianzas que se tejen entre las distintas candidaturas, ponen las cosas muy difíciles a Calviño.

placeholder Calviño junto al comisario de Economía, Paolo Gentiloni. (EFE)
Calviño junto al comisario de Economía, Paolo Gentiloni. (EFE)

Trincheras de partidos

Las familias políticas pesan en Bruselas. En la sala donde se reúnen los ministros de Finanzas hay fundamentalmente tres partidos, y cada uno tiene un candidato: socialistas, que cuentan con Calviño, populares, que tienen a Donohoe, y liberales, a los que pertenece Gramegna. Hay, además, algunos ultraconservadores e independientes. No necesariamente todos los ministros del mismo signo votan al candidato de su familia política, pero sí que es un indicador.

Los populares tienen siete ministros sentados en la mesa, pero es cierto que, por ejemplo, el ministro griego comparte mucho más la agenda española que la irlandesa y Atenas apostará por Calviño. Los socialistas tienen cinco ministros, entre ellos Olaf Scholz, de Alemania, pero previsiblemente Malta se sienta poco cómoda con las ideas de la vicepresidenta, y de hecho se le sitúa en la lista de los "dudosos", porque hay elementos de la agenda que no son comunes, como la postura de la titular de economía a favor de la tasa digital.

Los liberales cuentan con sus propias cartas. La campaña de Gramegna se está basando en defender que se trata de un candidato de consenso. En ese sentido ser de la familia liberal, y de un país como Luxemburgo, le beneficia. Bélgica y Países Bajos, dos Gobiernos controlados por liberales, votarán a favor del candidato luxemburgués.

Foto: Angela Merkel en una imagen de archivo. (Reuters)

Países grandes vs. países pequeños

Otro de los enfrentamientos que se tienen en cuenta cuando se produce un pulso de este estilo es el tamaño del país. Tanto Irlanda como Luxemburgo son países pequeños, que en el caso del segundo tiene una estrecha alianza con otros dos Estados miembros pequeños, como son Bélgica y Países Bajos —que conforman el Benelux—.

Tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea, los países pequeños norteños y bálticos han tomado una posición más agresiva, buscando agendas comunes que ayuden a frenar las ambiciones de integración de las grandes potencias. Así, Irlanda y Países Bajos forman parte de la 'Nueva Liga Hanseática' que busca frenar la ambición de una reforma de la Eurozona y con la que tienen puntos en común capitales como Viena.

España contará sin embargo con el apoyo de, al menos, dos de los otros tres grandes países. Italia, que tiene un ministro socialista, Roberto Gualtieri, y, en principio, Alemania. En una reciente entrevista, la canciller Merkel ha mostrado su apoyo a Calviño, que comparte familia política con el titular de Finanzas alemán, Scholz. Todavía no está claro qué votará Francia. El ministerio en París está en manos de los liberales, aunque su titular, Bruno Le Maire, comparte más la agenda con Calviño que con Gramegna.

placeholder La vicepresidenta Calviño durante un Eurogrupo en Bruselas. (EFE)
La vicepresidenta Calviño durante un Eurogrupo en Bruselas. (EFE)

La gran división

Los equilibrios de partido y también los geográficos son importantes, pero ninguno es tan determinante como la fractura que hay en el Eurogrupo respecto al futuro de la zona euro, cómo debe reformarse y qué dirección debe tomar en el futuro. Aquí hay una clara división que parte la Eurozona en norte y sur. Y en este caso los norteños tienen una oposición frontal a la vicepresidenta del Gobierno, considerándola demasiado "divisiva" porque, como miembro del Eurogrupo, ha defendido de manera muy vehemente las posturas españolas. Ha sido uno de los máximos exponenciales del sector prointegración dentro de la habitación, y eso la ha puesto en la diana.

Los apoyos de Calviño aquí son sólidos, contando con el respaldo de los mismos Estados miembros que apoyan una reforma de la Eurozona que apunte a una mayor mutualización de riesgos y una mayor integración: ahí están Portugal, Italia o Grecia. Debería estar también Francia, pero París se sitúa todavía en la lista de los dudosos. Sorprendentemente Alemania, que no se encuentra entre los que impulsan el debate, sino más bien entre los que buscan aguar la ambición de las distintas propuestas, se ha situado públicamente a favor de Calviño.

Foto: Ilustración: El Herrero.
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Al otro lado están tanto los que se oponen frontalmente a una mayor integración, como son los Países Bajos, hasta aquellos países que no están completa y diametralmente en contra, no son tan entusiastas como España o Italia, pero que por distintas razones, ya sea por afinidad ideológica o por el criterio geográfico, apoyan a los otros candidatos.

Los norteños, especialmente los holandeses, están frontalmente en contra de Calviño. Y cuentan con una ventaja importante: no tienen una sino dos oportunidades para vencer a la vicepresidenta del Gobierno. Las rondas hacen que primero se suela retirar uno de los dos ministros con menos apoyo, y que pida a los Estados miembros que le hayan votado que apuesten por uno de los candidatos que queden en la carrera.

Se da por hecho que va a haber una transmisión de votos entre Gramegna y Donohoe. Tienen en común partes muy importantes de su agenda, como es la fiscalidad, y aunque puede haber algunas diferencias respecto a la reforma de la Eurozona algunos elementos, como el debate de la tasa digital, puede alinearlos contra Calviño. De esa forma los norteños, que están dispuestos a votar a cualquiera antes que a la candidata española, tendrán dos oportunidades de tumbarla.

placeholder Pierre Gramegna, ministro de Finanzas de Luxemburgo. (Reuters)
Pierre Gramegna, ministro de Finanzas de Luxemburgo. (Reuters)

Los números no le son nada favorables a la española: tiene unos apoyos muy sólidos, pero son demasiado pocos. Para poder ganar, Calviño tendrá que hacer piruetas, pescar los votos de Francia y Malta, y después apostar porque alguno de los ministros que apoyen a los otros candidatos le voten a ella cuando Donohoe o Gramegna se retiren de la carrera.

No es una operación fácil y las cosas se han puesto cuesta arriba para la vicepresidenta del Gobierno. Tiene el currículum, la experiencia y el perfil. Tiene todo lo que necesitaría para ser presidenta del Eurogrupo, pero tiene también la oposición total de un grupo demasiado grande de países en una votación en la que cada voto cuenta igual. Los días que quedan por delante Calviño tendrá que dedicarlos a convencer a, como mínimo, unos cuatro o cinco ministros más de que ella no es una figura divisiva, de que va a poder representar a toda la Eurozona cuando hable, y de que es la persona adecuada para ponerse al timón del barco en mitad de la tormenta.

Durante los últimos años las trincheras que dividen al Eurogrupo han ido siendo cada vez más profundas. Eso ha hecho más difícil llegar a acuerdos y ha hecho que el foro de ministros de Finanzas de la zona euro llegue a perder parte de la utilidad que tuvo en el pasado. Y esa misma dificultad para poner de acuerdo a ministros que defienden posturas distintas va a ponerle un precio muy alto a la presidencia del Eurogrupo a la que aspira la vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño.

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