Sánchez admite que el eurofondo de rescate podría resultar "útil" a corto plazo
A horas de un Eurogrupo clave para la respuesta económica al coronavirus, el presidente acepta el rol del eurofondo de rescates pero no renuncia a medio plazo a los coronabonos
España e Italia están en primera línea de batalla en la respuesta económica al coronavirus. Son los dos países más golpeados por el virus, y, al mismo tiempo, los dos que están dando una respuesta económica más errática. Y eso demuestra la necesidad de una coordinación a nivel económico.
Por eso los ministros de Finanzas, que se reunirán en un Eurogrupo el próximo 7 de abril, tienen decisiones importantes sobre la mesa. Planean aprobar un esquema paneuropeo de garantías por valor de 200.000 millones propuesto por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y un programa de apoyo al empleo de la Comisión Europea que podría alcanzar los 100.000 millones de capacidad.
Pero también tienen que decidir qué papel juega el Mecanismo Europeo de estabilidad (MEDE), con una capacidad de crédito de 410.000 millones de euros. El rol del MEDE es muy polémico. Italia rechaza que los programas del eurofondo de rescate incluyan condicionalidad, es decir, un Memorando de Entendimiento (MoU), porque consideran que estigmatizará a los países que lo pidan.
Los números dos de los ministros de Finanzas tratan de alcanzar un acuerdo sobre el rol del MEDE. Roma mira con mucha desconfianza, y París ha puesto sobre la mesa la posibilidad de un gran fondo que se financie con una única emisión de deuda conjunta. Ni Roberto Gualtieri, ministro italiano, ni su homólogo francés Bruno Le Maire, están dispuestos a aceptar el MEDE como una solución.
España, sin embargo, ha rebajado levemente el tono. En una tribuna publicada en distintos medios internacionales, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, acepta el rol del MEDE si las líneas de crédito son “universales” y sin condiciones. Esa puede ser una solución a corto plazo, pero a medio es necesario considerar los coronabonos, defiende el presidente español.
“El Mecanismo Europeo de Estabilidad puede ser útil en una primera fase para inyectar liquidez a las economías europeas mediante una línea de crédito, siempre que esta sea universal y no condicional, pero no va a ser suficiente en el medio plazo”, ha escrito Sánchez.
El problema es que no podrán ser completamente incondicionales. Se está debatiendo que las líneas de crédito que se creen tengan muy poca condicionalidad, pero el tratado del MEDE exige que haya algún tipo de memorándum, y de una forma u otra se tendría que cumplir con ese requisito en el que se apuntaría al respeto del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Roma y París, si bien comparten la idea de Sánchez de que no debe haber condicionalidad, son más agresivos: quieren que no haya referencias a las normas fiscales en el texto, y tanto Gualtieri como Le Maire consideran que el momento de debatir medidas más ambiciosas no es en el futuro, ni siquiera en el futuro próximo, el momento es ya. El Gobierno francés quiere que se tenga en cuenta y se discuta su propuesta del fondo europeo.
Italia está dispuesta a vetar si no se elimina cualquier condicionalidad que no sea la de gastar los fondos recibidos en la lucha contra el coronavirus. La posición de Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno, representa una “vía intermedia” entre las posturas de Roma y las del resto.
Sánchez señala: "Es el momento de actuar de forma solidaria: creando un nuevo mecanismo de mutualización de deuda"
El ambiente es el propicio para un nuevo choque de trenes. Por eso Mário Centeno, presidente del Eurogrupo, teme que, una vez más, la reunión de la semana que viene pueda terminar sin un acuerdo. Tiene miedo precisamente de lo que pueden hacer Roma y París: tomar de rehenes el resto de la agenda si no se habla de medidas más ambiciosas. El portugués ha pedido concentrarse en lo que sí es posible el acuerdo, como los planes de la Comisión Europea o el BEI, y seguir el debate de los coronabonos “sin líneas rojas”.
Pero Gualtieri no está dispuesto a que la posibilidad de seguir discutiendo los coronabonos quede en el aire, y quiere que haya señales que indiquen en esa dirección. Cuenta con el respaldo de Giuseppe Conte, primer ministro italiano, que ha señalado a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que lo que hace falta no es un “flotador” para Italia, sino un “bote salvavidas” para toda la Eurozona.
Sánchez también señala en esa dirección. “Es el momento de actuar de forma solidaria: creando un nuevo mecanismo de mutualización de deuda”, ha escrito en su tribuna. La postura española está bastante alineada con la de Roma y París, pero con un perfil mucho más bajo.
España e Italia están en primera línea de batalla en la respuesta económica al coronavirus. Son los dos países más golpeados por el virus, y, al mismo tiempo, los dos que están dando una respuesta económica más errática. Y eso demuestra la necesidad de una coordinación a nivel económico.