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La lección aprendida del Plan E: esta vez las ayudas van a empresas y familias
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Para amortiguar la crisis del coronavirus

La lección aprendida del Plan E: esta vez las ayudas van a empresas y familias

El Gobierno movilizará unos 130.000 millones de recursos públicos para amortiguar la crisis económica, pero esta vez, a diferencia de 2008, el objetivo es mantener el sector privado

Foto: La vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado (d), junto a la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega (c), y el presidente Zapatero. (EFE)
La vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado (d), junto a la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega (c), y el presidente Zapatero. (EFE)

El Consejo de Ministros aprobó el pasado martes un plan de choque para amortiguar la crisis económica provocada por el coronavirus que asciende a 117.000 millones de euros y que se suma a los 18.000 millones ya activados la semana anterior. Un plan de estímulo que a muchos les recordó al denostado Plan E, bautizado también como 'Plan Zapatero' en 'honor' al presidente que lo llevó a cabo. Era el año 2008 y el estallido de la crisis había pillado a España despistada celebrando que jugaba en la Champions League de la economía. El Gobierno optó por poner en marcha un gran plan de inversiones públicas para sostener el empleo en una estrategia que generó poco rédito por la magnitud de la crisis que se venía encima y que agravó la situación de las cuentas públicas españolas.

Muchos reconocieron en el plan de estímulo aprobado esta semana el estímulo público del Plan E; sin embargo, las lecciones de Zapatero aún no se han olvidado. Es cierto que estas medidas supondrán un importante salto del déficit público, pero la diferencia está en el diseño de las medidas, que es opuesto al Plan E. En esta ocasión el dinero público no se empleará en realizar pequeñas obras públicas con escaso (o nulo) valor añadido, sino que se transferirá al sector privado para mantener sus rentas o, al menos, limitar el impacto negativo.

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE)

En otras palabras: es un plan enfocado a garantizar la salud económica de hogares y empresas. Esta vez no habrá inversión pública, ni productiva ni improductiva. El único objetivo es proteger a la economía privada del 'shock' económico el tiempo que sea necesario para vencer al virus. Para ello, los estímulos se han diseñado de forma que sea el sector público el que soporte las pérdidas y así mantener al privado sin demasiadas alteraciones. Si esto se consigue, cuando se levanten las restricciones a la movilidad, la oferta y la demanda podrán recuperar su dinamismo y generar una recuperación en forma de 'V'.

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De ahí que las medidas aprobadas en España, y también en otros países sean de tres tipos principalmente. La primera, que consumirá la mayor parte del esfuerzo presupuestario, será soportar una parte de los costes salariales para aliviar a las empresas de su principal gasto fijo. El segundo, será garantizar la liquidez para evitar que ninguna empresa solvente tenga que cerrar o despedir por problemas de caja. Y, por último, las destinadas a las familias, enfocadas a mantener subsidios y prestaciones para que mantengan los ingresos y no se produzca un hundimiento de la demanda agregada. "Se trata de gastar, por ejemplo, aumentando la capacidad del sistema sanitario y compensando pérdidas de ingresos con transferencias, y no de estimular", escribe la economista Lídia Brun, "esto es eminentemente una cuestión de política fiscal, no monetaria".

También existe un gran consenso en las propuestas lanzadas por economistas de distinto signo. Así, el eurodiputado de Ciudadanos, Luis Garicano, ha propuesto la activación de un plan de estímulos a nivel comunitario de 500.000 millones de euros que debería destinarse principalmente a sostener los costes salariales de las empresas y garantizar el acceso al crédito. En la misma dirección se han pronunciado los economistas franceses Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, que consideran que "si los gobiernos no actúan, la caída de la producción puede generar grandes pérdidas para las empresas que podrían llevar a despidos masivos".

Si los gobiernos no actúan, la caída de la producción puede generar pérdidas para las empresas y provocar despidos masivos

En ningún caso se plantean planes de inversión pública como el Plan E. Ni en España ni tampoco en el extranjero. La única inversión durante esta crisis será la sanitaria, y por motivos evidentes. Las medidas adoptadas por los principales países del mundo son similares, por lo que esta vez España no está innovando. Los países están atacando el problema "con bastante homogeneidad", escribe el equipo de Bankia Estudios, "en el caso de España, las medidas puestas en marcha están en línea en alcance y magnitud con las implementadas por otros gobiernos europeos y suponen un elevado esfuerzo en la movilización de recursos y una mutualización de los costes que va a suponer la pandemia".

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Las medidas adoptadas por los gobiernos occidentales hasta el momento suponen la activación de recursos públicos por un montante de casi 2 billones de euros, esto es, casi 1,3 veces el tamaño de la economía española, aunque los estímulos fiscales apenas suponen el 10% del total, en torno a 200.000 millones de euros. El resto son medidas de liquidez para las empresas y familias. Una situación similar a la de España: ha movilizado en torno a 130.000 millones de euros, de los cuales, poco más de 10.000 millones tendrán impacto presupuestario directo.

El margen fiscal y los eurobonos

En esta ocasión la crisis económica no se ha producido por la acumulación de desequilibrios, sino porque las medidas de contención contra el coronavirus tienen a la población confinada en sus casas. En 2008 los desequilibrios acumulados en España y el mundo eran incalculables y el hundimiento de la economía no se podía compensar con un programa de inversión pública. Y menos si su destino eran obras improductivas.

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Ahora el objetivo es mucho más sencillo: sostener el sector privado para que esta fase sea apenas un paréntesis de la actividad. La forma de hacerlo será que una buena parte de la factura la asuma el Estado y así se puedan mutualizar las pérdidas. El problema está en que está por ver cuánto tiempo se puede mantener esta estrategia en los países con más deuda pública, entre los que se encuentra España. Si el estado de alarma se prolonga en el tiempo, será más complicado que el Tesoro pueda financiar todas las necesidades del país y asumir el incremento de la deuda pública correspondiente.

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El Banco Central Europeo (BCE) ayudará a aliviar la situación de los países comprando bonos en el mercado secundario, esto es, activos del Tesoro que ya están emitidos y que están en propiedad de otros inversores, principalmente bancos y fondos de inversión. Sin embargo, el incremento de la deuda pública podría aumentar la presión de los mercados, y también de los Gobiernos de países periféricos; sobre Bruselas, para buscar mayor cohesión en la lucha de los países contra la pandemia y la crisis económica.

El abanico de opciones de mutualización de deuda entre los países miembros o de emisión de bonos comunes son opciones que vuelven a estar sobre la mesa. Probablemente, sea políticamente imposible en el cortísimo plazo por la oposición de Alemania y los países del norte, pero si la crisis se prolonga durante varias semanas, la presión de los países periféricos irá en aumento. Esta es otra de las lecciones que dejó la crisis de 2008, pero parece que esta aún no se ha aprendido.

El Consejo de Ministros aprobó el pasado martes un plan de choque para amortiguar la crisis económica provocada por el coronavirus que asciende a 117.000 millones de euros y que se suma a los 18.000 millones ya activados la semana anterior. Un plan de estímulo que a muchos les recordó al denostado Plan E, bautizado también como 'Plan Zapatero' en 'honor' al presidente que lo llevó a cabo. Era el año 2008 y el estallido de la crisis había pillado a España despistada celebrando que jugaba en la Champions League de la economía. El Gobierno optó por poner en marcha un gran plan de inversiones públicas para sostener el empleo en una estrategia que generó poco rédito por la magnitud de la crisis que se venía encima y que agravó la situación de las cuentas públicas españolas.

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