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Fin al ahorro por desempleo: el gasto en prestaciones vuelve a subir tras seis años
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Crecerá un 4% este año

Fin al ahorro por desempleo: el gasto en prestaciones vuelve a subir tras seis años

La normalización del mercado laboral unida a las medidas de los viernes sociales han elevado la tasa de cobertura y las prestaciones. La desaceleración del empleo tampoco ayuda

Foto: Imagen de una Oficina de Empleo en Madrid. (EFE)
Imagen de una Oficina de Empleo en Madrid. (EFE)

En el año 2010 España se gastó nada menos que 34.000 millones de euros en prestaciones a los desempleados. Una cuantía equivalente al 75% de todo el gasto corriente en Educación. A partir de ese año, aunque el paro siguió subiendo, el gasto comenzó a descender como consecuencia de que los parados de larga duración iban agotando sus prestaciones.

A partir de 2013, la creación de empleo ayudó a reducir la factura del desempleo y España consiguió así su principal fuente de ahorro para reducir el déficit público. En 2018 el gasto total en desempleo se situó por debajo de los 18.000 millones de euros (el dato concreto de la IGAE no está publicado, pero la ejecución del SEPE muestra un gasto de 17.300 millones). Esto significa que España ha conseguido un ahorro de más de 16.000 millones de euros anuales, esto es, una cuantía que permitiría financiar todo el presupuesto destinado a la educación secundaria en España.

Foto: Proyecto Éxodo
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Esta gran fuente de ahorro se ha secado y 2019 será el primer ejercicio en el que el gasto en desempleo vuelva a crecer. La ralentización del mercado laboral, la caída del paro de larga duración y las reformas para aumentar la cobertura del desempleo han provocado que el gasto en desempleo vaya a subir este ejercicio por primera vez en seis años. Una noticia que evidencia una normalización del mercado laboral y una mejoría de la prestación que, a su vez, complica el ajuste del déficit público.

El Servicio Público de Empleo (SEPE) ejecuta cada año en torno al 95% del gasto en prestaciones de desempleo y hasta agosto había empleado más de 12.200 millones de euros. Esto significa un aumento del gasto ejecutado del 5,8% respecto al mismo periodo del año anterior. Si sigue a este ritmo, el SEPE gastará en prestaciones más de 18.000 millones de euros este año y dado el enfriamiento del empleo en los últimos meses, todo indica que podría incluso ser superior.

En los ocho primeros meses del año el SEPE había agotado el 71% de los recursos presupuestados para todo el año (con las cuentas prorrogadas) de 17.400 millones. Eso significa que la partida presupuestaria asignada será insuficiente y tendrá que aumentarse antes del cierre del ejercicio.

Eso no significa que vaya a aumentar el déficit del SEPE, al contrario, su posición sigue mejorando en 2019 gracias a la subida de las cotizaciones sociales. La creación de empleo, unida a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y las bases de cotización, ha provocado un aumento de los ingresos del SEPE por cotizaciones superior al 7% lo que mejorará el saldo del organismo, presentando un superávit de 0,2 puntos del PIB.

Vuelta a la normalidad

En sus previsiones de julio, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) estimaba que el gasto en prestaciones por desempleo aumentaría en torno al 4% este año como consecuencia de "la normalización del mercado de trabajo y las medidas adoptadas". La recuperación del mercado laboral ha permitido reducir el desempleo de larga duración (más de dos años en el paro) en más de 1,4 millones de personas desde 2014. Todas esas personas ya no cobraban prestación, por lo que no suponían un coste para el SEPE.

Foto: Proyecto Éxodo

Si esos desempleados que encontraron trabajo han vuelto al paro, ya estarán cobrando una prestación. Esta es la normalización del mercado laboral de la que habla la AIReF: que se reduzca el paro de larga duración de modo que la mayor parte de los desempleados estén cobrando una prestación, lo que eleva el gasto del SEPE aunque la tasa de paro sea inferior.

También es importante tener en cuenta que está aumentando el número de parados que cobran la prestación contributiva (por haber superado el umbral mínimo de cotización), lo que hace que tengan derecho a cobrar una cuantía superior. Según los últimos datos del SEPE, la prestación bruta media contributiva (incluye las cotizaciones sociales) asciende a 1.232 euros mensuales, mientras que el subsidio por desempleo se queda en 553 euros.

La subida del SMI provocó un incremento de las bases de cotización. Así, los trabajadores afectados vieron incrementada su aportación a la S. Social

Pero también está aumentando el gasto como consecuencia de las medidas sociales adoptadas al inicio del año. En primer lugar, la subida del SMI provocó también un incremento de las bases de cotización, lo que significa que los trabajadores afectados vieron cómo se incrementaba su aportación a la Seguridad Social y, por tanto, también su protección. Según la AIReF, el aumento del SMI provocará un incremento del gasto de 400 millones de euros (también aumentarán los ingresos y lo harán en una cuantía muy superior).

Por último, el Gobierno también aumentó la cobertura a los desempleados mayores de 52 años con la aprobación del Real Decreto-Ley 8/2019. Esta medida ha permitido extender la protección social con un coste estimado en 225 millones de euros. Gracias a la normalización del mercado laboral y a la ampliación de la protección a los mayores de 52 años la tasa de cobertura de los parados ha ascendido por encima del 66%, un incremento significativo respecto al 55% que llegó a marcar en el inicio de la recuperación.

A medida que el mercado laboral se siga normalizando y aumente la tasa de cobertura y la prestación media, el gasto en desempleo podría seguir aumentando. Y lo hará con más fuerza si el ritmo de creación de empleo se sigue frenando.

En el año 2010 España se gastó nada menos que 34.000 millones de euros en prestaciones a los desempleados. Una cuantía equivalente al 75% de todo el gasto corriente en Educación. A partir de ese año, aunque el paro siguió subiendo, el gasto comenzó a descender como consecuencia de que los parados de larga duración iban agotando sus prestaciones.

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