Los jubilados han elevado un 20% su gasto en la crisis y son ya la cohorte que más consume
Son el único colectivo que ha elevado su gasto pese a la crisis; por el contrario, los trabajadores todavía consumen un 2% menos que en la burbuja, y los parados, un 13% menos
Cuando estalló la crisis económica, los hogares españoles estaban acostumbrados a gastar cada euro que ingresaban. La tasa de ahorro de las familias en 2007 llegó a ser inferior al 5% de su renta bruta, y lo que no se gastaba, se destinaba a invertir en vivienda y endeudarse. El pinchazo de la burbuja obligó a apretarse el cinturón y muchos hogares siguen ahogados una década después. El impacto de la recesión fue muy desigual, en función de la renta, de la edad, del sector, de la región… Pero si hay una característica general, es que los jubilados han sido quienes mejor han superado la crisis económica.
Su renta ha sido inmune al vaivén económico gracias a la garantía del Estado y a la hucha de las pensiones, y casi todos los años han tenido revalorizaciones de su paga (incluyendo los años de caída de los precios). El resultado es que los jubilados no han tenido que recortar su gasto durante la crisis, al contrario, casi cada año ha marcado récord tras récord.
Desde el pico de la burbuja inmobiliaria, el consumo de los jubilados ha crecido un 20%, según los datos de la 'Encuesta de presupuestos familiares', publicada por el INE. En el año 2018, el gasto en consumo de cada jubilado se situó, de media, en 13.482 euros. Este ascenso ha permitido a los jubilados convertirse en el grupo social que más consume: cada uno gasta ya un 13,4% más que los trabajadores y un 80,6% más que los parados, que son realmente el colectivo social que peor lo ha pasado y lo sigue pasando.
La protección del Estado se ha volcado con los jubilados, ya que son el colectivo más vulnerable por su propia naturaleza: no pueden generar recursos del trabajo. Las pensiones no han sufrido oscilaciones y gracias a esta renta han sobrevivido muchas familias durante la crisis. Los abuelos se han encargado de sostener a sus hijos y nietos durante los años en que la pobreza de los trabajadores se disparó.
[La pensión media sube como los años de la burbuja pero con la mitad de inflación]
Pero su consumo no ha frenado ahora que la crisis está remitiendo. Al contrario, en 2018 cada jubilado gastó un 3,3% más que en el año anterior, marcando un nuevo récord histórico de consumo. Este crecimiento supera claramente al del resto de ciudadanos, de modo que la brecha sigue aumentando. El incremento del gasto del conjunto de la población fue del 2,2% en 2018, esto es, 1,1 puntos menos que los jubilados.
La subida de las pensiones del 1,6% aprobada en los Presupuestos Generales del Estado de 2018 impulsó el consumo de los jubilados por encima de la inflación y del propio crecimiento de la economía española. Sin embargo, este ritmo de crecimiento ya se había alcanzado en 2017 y ese año la revalorización se limitó al 0,25%. Este incremento responde a dos motivos.
El primero, es que la renta de los jubilados es tan sólida que pueden permitirse este ritmo de aumento del consumo. El segundo es que el efecto composición arrastra el consumo al alza: los nuevos jubilados entran con pensiones superiores a la media y, por tanto, con mayor capacidad para aumentar el gasto. Sin embargo, es importante tener en cuenta que durante los últimos años, la pensión de las altas llegó a caer como consecuencia de la crisis y de las medidas adoptadas para disminuir el cálculo inicial de la pensión.
El resultado es que el colectivo de jubilados es prácticamente el único que ha podido elevar su consumo durante la crisis. Ni siquiera los ricos han podido hacerlo. Los hogares con ingresos mensuales netos superiores a 5.000 euros han reducido su gasto en consumo un 5,9% respecto a 2008, una cuantía similar al conjunto de hogares, quienes han reducido su gasto un 5,6%.
Trasvase de rentas
Hasta el año 2008, el consumo de los trabajadores era superior al de los jubilados, pero en cuanto se hundió el empleo, la situación cambió rápidamente. Desde 2008, los jubilados consumen más y tienen más renta y, además, la brecha no deja de ampliarse. Según los datos de la 'Encuesta de condiciones de vida', la renta media de los jubilados es un 8,8% superior a la de los ciudadanos en edad de trabajar (entre 18 y 65 años).
Las pensiones se sostienen con las cotizaciones de los trabajadores y con deuda, lo que significa que se ha producido un trasvase de rentas desde los trabajadores hacia los mayores. La renta de los ciudadanos de 18 a 65 años todavía está un 2,3% por debajo de los máximos previos a la crisis. Por el contrario, la de los mayores de 65 años fue en 2018 un 9,2% superior a la de la burbuja.
Estos datos explican por qué han caído de forma vertiginosa los niveles de pobreza entre los mayores, mientras que han crecido entre los adultos y los jóvenes. Según los datos de la 'Encuesta de condiciones de vida', el riesgo de pobreza de los jubilados (indicador Arope) es del 15,1%, mientras que para el conjunto de la economía está en el 25,6%.
Los parados han sido los olvidados de la crisis y es este colectivo quien ha sufrido la crisis en toda su intensidad. En 2018, el riesgo de pobreza entre los desempleados se situaba todavía en el 58,9%, esto es, más de la mitad de los parados están en una situación delicada. El riesgo de pobreza entre los parados es casi cuatro veces superior al de los jubilados, pero pese a las cifras dramáticas, apenas se han producido avances durante la última década para mejorar la protección social a este colectivo.
El sistema de pensiones ha protegido durante estos años de crisis la suficiencia, pero no se ha hecho nada por asegurar su solvencia
El sistema de pensiones ha protegido durante estos años de crisis la suficiencia, mostrándose clave en muchas ocasiones para el sostenimiento de la renta de los hogares. Sin embargo, no se ha hecho nada por asegurar su solvencia, lo que pone en entredicho su futuro. El reto ya no es solo garantizar la solvencia y la suficiencia, también es fundamental que sea compatible con un Estado del bienestar que no deje en la cuneta a los parados y que no afecte a la creación de empleo. ¿Demasiados retos juntos?
En el caso concreto de los jubilados, un riesgo de pobreza del 15,1% es también un drama para el país, ya que se trata del colectivo más vulnerable, junto con los niños, porque no pueden trabajar. Sin embargo, la renta media de los pensionistas y el consumo medio permitirían garantizar un nivel de vida digno a todos ellos si no existiesen las diferencias que se dan actualmente. El problema es que hay pensionistas con una renta baja y otros con una renta alta, lo que provoca que queden algunos resquicios de pobreza en esta cohorte. Es el problema derivado de la contributividad del sistema (cada uno recibe en función a lo que ha contribuido), sin embargo, esto no impide que se busquen fórmulas para evitar la pobreza de los jubilados.
Cuando estalló la crisis económica, los hogares españoles estaban acostumbrados a gastar cada euro que ingresaban. La tasa de ahorro de las familias en 2007 llegó a ser inferior al 5% de su renta bruta, y lo que no se gastaba, se destinaba a invertir en vivienda y endeudarse. El pinchazo de la burbuja obligó a apretarse el cinturón y muchos hogares siguen ahogados una década después. El impacto de la recesión fue muy desigual, en función de la renta, de la edad, del sector, de la región… Pero si hay una característica general, es que los jubilados han sido quienes mejor han superado la crisis económica.