Es noticia
Se busca nuevo Draghi: ¿queremos a un gran economista o a un genio comunicador?
  1. Economía
"Y, CRÉANME, SERÁ SUFICIENTE"

Se busca nuevo Draghi: ¿queremos a un gran economista o a un genio comunicador?

Más allá de los vaivenes geopolíticos que marcarán el futuro liderazgo del banco central, los expertos apuntan a un predecesor inteligente y con experiencia, pero sin olvidar las 'soft skills'

Foto: El presidente Mario Draghi. (Reuters)
El presidente Mario Draghi. (Reuters)

Hay una nueva vacante en el supervisor monetario europeo. Después de ocho años al frente del Banco Central Europeo, Mario Draghi cederá la presidencia este octubre. Durante su mandato, la institución ha roto muchos más tabús y cruzado más líneas rojas de lo que nadie había imaginado en 2011. El italiano deja un BCE al borde de los tipos de interés en negativo, con casi tres billones de euros en deuda pública y privada comprados en el mercado, enfrentado a una inflación adormecida y lejos del objetivo a medio plazo de su mandato, una economía en proceso de desaceleración y una eurozona asolada por tensiones geopolíticas como el populismo y el proteccionismo.

Pese a todo, no son condiciones menos desfavorables que las que Draghi, en plena crisis financiera, tuvo que capear en 2011 —condiciones con las que el economista lidió a golpe de creatividad y labia—. El legado del italiano, famoso por su capacidad mediadora, marca un importante precedente para su sucesor: qué primará en la carrera hacia ‘el trono’ del BCE: ¿ser un buen economista o un mejor comunicador? ¿Tener un perfil académico hiperrespetado o ser capaz de convencer a los mercados, aunque sea improvisando, de que la institución sigue teniendo la sartén por el mango?

Foto: El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. (Reuters)

En las quinielas hay varios nombres. El vencedor surgirá del baile de sillas de las demás instituciones de la Unión Europea y su juego de equilibrios: norte-sur, este-oeste, país grande-país pequeño, conservador-socialdemócrata (con permiso de los liberales de Emmanuel Macron). Y a ello, la actitud hacia la política monetaria de los candidatos: heterodoxa y con más hincapié en los riesgos de la deflación ('dovish') o bien ortodoxa y más preocupada por la hiperinflación ('hawkish').

Según la última encuesta de Bloomberg, a fecha del 8 de mayo, en la carrera por la sucesión de ‘super Mario’ están como favoritos el francés François Villeroy de Galhau y el finlandés Erkki Liikanen. En el tercer y cuarto puesto, los economistas apuntan a otro francés, Benoit Coeure, y otro finlandés, Olli Rehn, al frente.

El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, también sonaba fuerte como posible candidato, pero los economistas lo relegan a quinto lugar ante las expectativas de que la Comisión Europea acabe con un alemán al frente del brazo ejecutivo europeo. Dos germanos liderando dos de las principales instituciones europeas sería demasiado. Ese complejísimo sudoku de equilibrios y la posibilidad de llegar a un acuerdo a comienzos de julio hacen casi imposible que los líderes de la UE, reunidos en un Consejo Europeo desde ayer, puedan llegar a un acuerdo.

El arte del discurso

Gregory Claeys, especialista en macroeconomía, política monetaria y gobernanza europea en el ‘think tank’ Bruegel, anima a que no se mire solo la nacionalidad de los candidatos y que también se tengan en cuenta sus capacidades profesionales. “La nacionalidad no debería jugar un papel tan importante en el proceso de selección”, considera Claeys. “Se tiene que prestar atención a las habilidades que tendrá: su conocimiento de la economía y su experiencia como gobernador de otros bancos a nivel nacional, su recorrido en instituciones internacionales, etcétera”.

Para el economista, un buen presidente del BCE tiene que saber de las tecnicidades económicas que marcarán su mandato, aunque también es bueno que tenga experiencia, sobre todo en momentos históricos que luego puedan volverse a repetir en el futuro. El experto pone el ejemplo del estadounidenseBen Bernanke, especialista económico en la Gran Recesión, que luego tuvo que gestionar la crisis de 2008 como presidente de la Reserva Federal.

placeholder Draghi. (Reuters)
Draghi. (Reuters)

Más allá de estas bases, Claeys considera que las habilidades comunicativas serán cruciales para el próximo mandato, sobre todo después de que la era de Draghi haya estado tan marcada por la comunicación. “Hoy en día, los mercados de todo el mundo están pendientes de cada conferencia, cada discurso que da el presidente del BCE, y responden inmediatamente a los mensajes de este”, explica el economista desde Bruegel. “Por lo tanto, también la comunicación es importante, no solo las habilidades técnicas y económicas”.

También Nicolo Carpaneda, director de inversiones del área de renta fija de M&G, considera de peso esta habilidad de comunicar. “En el contexto actual, un buen banquero central, y aún más el presidente del BCE, no solo tiene que comprender lo que está sucediendo en las economías europeas o coordinar su equipo para que trabaje de manera efectiva, sino también tiene que ser capaz de ofrecer claridad a los mercados financieros, que se han acostumbrado al concepto de ‘forward guidance”, explica el analista. “Un presidente nuevo que carezca de esta última capacidad o intención de comunicar correctamente a los mercados va a tener un mandato mucho más complejo”.

"Créanme, será suficiente"

En sus ocho años de mandato, son varias las veces que Draghi ha utilizado la comunicación como arma de política monetaria. Por ejemplo, en 2013, el BCE estableció la pauta de la ‘forward guidance’ —la herramienta de orientación futura sobre política monetaria en base a la evolución de las perspectivas económicas—. Con la asignatura de la normalización de tipos pendiente, y con unas perspectivas económicas que se recrudecen por momento, el ‘forward guidance’ es uno de los índices más seguidos por los inversores actualmente, y uno de los indicadores que más han marcado a los mercados este año.

Pero el principal ejemplo es, de lejos, el famoso discurso del 'whatever it takes' en la crisis de deuda soberana de 2012. Con las primas de riesgo fuera de órbita y los mercados periféricos colgando de un hilo, el italiano fue capaz de reflotar las constantes vitales de la eurozona con apenas una frase: “El BCE está dispuesto a hacer todo lo necesario para preservar el euro y, créanme, será suficiente”.

Todo esto en una conferencia ante un grupo de inversores en Londres —ni siquiera como parte de una comunicación oficial de política monetaria—. Una demostración de seguridad y respaldo que anticipó a los mercados las inyecciones de liquidez posteriores, con varias bajadas de tipos a partir de ese mismo año y con el comienzo del programa de expansión cuantitativa en 2015.

A este discurso se le atribuye gran parte del mérito de que el euro no implosionase en plena crisis europea. El propio presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, lo alabó esta misma semana en las conferencias de Sintra (Portugal). “Sé que no debería comentar la política del BCE, pero déjenme que les diga lo agradecido que estoy de que estuvieses allí”, dijo el luxemburgués ante Draghi y el resto de asistentes.

Esa gesta retórica se considera un ejemplo paradigmático del arma de política monetaria. “Simplemente el anunciarlo cambió las expectativas y las medidas que anticipó en el discurso se hicieron efectivas en los mercados”, explica Claeys. Y es que, según matiza el experto, con unos tipos de interés en el 0% y una economía rebosante de liquidez, el BCE cuenta ahora con unas herramientas de eficacia atenuada, por lo que otras armas, como la comunicación, se vuelven “verdaderos utensilios de política monetaria”.

Queda poca munición

Franck Dixmier, director de renta fija en Allianz, concuerda que la maña para comunicar, al igual que el resto de las habilidades intepersonales (las llamadas‘soft skills’), es esencial en un entorno como el actual. “Las palabras se han convertido casi en algo tan importante como las acciones en los últimos años y continuarán haciéndolo, especialmente cuando al BCE le queda poca munición”, explica el analista. “Según la ‘forward guidance’ ha ido cobrando más importancia, las capacidades de comunicación se han vuelto aún más relevantes”.

“Mientras el primer presidente del BCE, Wim Duisenberg, trabajó con el objetivo de lograr consenso de una institución por entonces joven, la competencia más relevante que ha sobresalido en los últimos años ha sido la de comunicar al mercado con liderazgo”, explica Carpaneda, que considera que el “inolvidable” discurso de 2012 “fue exitosísimo y único por su fuerza y efectividad”.

Sin embargo, Carpaneda también pide cautela. “Esta capacidad de transmitir mensajes con liderazgo es al mismo tiempo un tema muy delicado”, explica el analista, que considera que el liderazgo debe equilibrarse con una necesaria ausencia de ego individual por parte del presidente. “Este debe ser, ante todo, un buen coordinador de un equipo formado por iguales”.

“Al igual que debería suceder con cualquier representante o jefe de una institución de relevancia, es clave contar con experiencia y competencias a nivel individual”, matiza Carpaneda. “Es especialmente relevante en momentos de incertidumbre, cuando las reglas económicas clásicas no funcionan, que las capacidades individuales cobren más sentido para encontrar la solución correcta”, zanja el experto, poniendo de ejemplo a Bernanke en EEUU.

Comunicar es moderno

Pese a todo, Claeys recuerda que la tendencia hacia una mayor transmisión de información también es general de la política monetaria contemporánea. “En una sociedad democrática, los tecnócratas tienen la obligación de comunicar sus decisiones tanto a los mercados como a los ciudadanos, fomentando la responsabilidad y transparencia por parte de las instituciones a su cargo”. Según apunta el experto, hasta finales del siglo pasado los bancos centrales de los distintos países a menudo ni siquiera anunciaban al público los cambios en los tipos de interés —unas condiciones que ahora serían inimaginables—. “Al final, este nivel de comunicación en política monetaria es un fenómeno moderno”.

De hecho, el caso de Draghi no es particular. El que fuera gobernador del Banco de Inglaterra entre 2003 y 2013, Mervyn King, bautizó y popularizó esta habilidad para hacer política política como ‘efecto Maradona’. Según explica en su crónica de la crisis, ‘El fin de la alquimia’, el nombre de este concepto está inspirado en el segundo gol del argentino Diego Maradona en la final del mundial de 1986 contra Inglaterra: el delantero marcó un tanto corriendo en línea recta hacia la portería, sorteando a la defensa inglesa sin un solo regate. ¿Por qué? los contrincantes esperaban que el argentino les driblase y optaron por cubrir uno de sus dos flancos. Pero él siguió derecho. El ‘sprint’ del argentino les dejó descolocados y este acabó anotando.

King traza un paralelismo de la política monetaria con esa jugada del argentino. Convenciendo a los mercados de que la política monetaria irá hacia un lado u otro (acomodaticio o restrictivo) en un futuro, los bancos centrales no tienen realmente que actuar: les basta con que las expectativas del mercado hagan el trabajo para ellos.

Aun en sus últimos meses como presidente, el italiano continúa echando mano de la labia para mitigar los efectos negativos de su política monetaria. Por ejemplo, en un 2019 en que los bancos se han visto especialmente golpeados en bolsa por el retraso de la normalización de los tipos de interés, el presidente ha empezado a expresar de forma paralela su disposición a adoptar otras medidas que apoyen al sector bancario. Tanto es así que ha habido ocasiones en que las palabras del italiano han llevado al Bund y a la banca a moverse en direcciones contrarias en los mercados..

Pese a todo, Daniel Gros, economista, asesor político y director del Centro de Estudios de Política Europea (CEPS), considera que la comunicación es un requisito más flexible de lo que Draghi pueda hacer parecer. “Las habilidades de comunicación pueden ser aprendidas”, matiza Gros, que cree que esto es cierto tanto para el presidente como para los mercados. “Incluso si el presidente del BCE no es el mejor de los comunicadores, los mercados se las buscarán para entender rápidamente lo que él o ella esté queriendo decir”.

El único mandato del BCE

Uno de los requisitos que los expertos más piden en el próximo presidente del banco central es que no sea destructivo con la política que se ha hecho en los últimos años. “Aparte de los requisitos de creatividad y competencia, es muy importante que el próximo presidente sea un defensor firme de la línea monetaria actual”, considera Dixmier. “Dadas las actuales condiciones macroeconómicas y de mercado, sería contraproducente nominar a alguien que ha criticado esta política, ya que esto podría ser malinterpretado por los mercados”. El analista reitera que el candidato tiene que ser “muy carismático, un buen comunicador y creíble al instante —en estas cosas, no habrá tiempo de gracia—”.

Y es que el italiano se deja algunos flecos abiertos. Son varios los desafíos geopolíticos que asolan la Unión Europea: Italia, el Brexit… “La capacidad de mediar entre naciones a la hora de proponer políticas difíciles va a ser otra de las ‘soft skills’ que va a necesitar el presidente”, explica Claey, ”sobre todo cuando las políticas fiscales cobran mayor relevancia". Sin embargo, el nuevo líder monetario tendrá con lidiar con la gran asignatura pendiente: una inflación aletargada.

“Será un reto para el nuevo presidente lidiar con la baja inflación sin parecer que el nuevo presidente ha claudicado, pero a la vez sin dar la sensación de que está sacrificando demasiado en búsqueda de este objetivo tan elusivo”, explica Gros.

Dixmier lo tiene claro: “La legacía de Mario Draghi no es un trabajo fácil”. Con la normalización monetaria en ‘stand by’, “es muy probable que el futuro presidente tenga que tomar medidas que sean aún más acomodaticias debido al contexto macroeconómico”.

“Además, la personalidad de Mario Draghi es extraordinaria y tiene un alto nivel de credibilidad”, concluye el analista de Allianz. “Fue capaz de mantener la integridad de la eurozona aun sin cumplir el único mandato del BCE: preservar la estabilidad de los precios”.

Hay una nueva vacante en el supervisor monetario europeo. Después de ocho años al frente del Banco Central Europeo, Mario Draghi cederá la presidencia este octubre. Durante su mandato, la institución ha roto muchos más tabús y cruzado más líneas rojas de lo que nadie había imaginado en 2011. El italiano deja un BCE al borde de los tipos de interés en negativo, con casi tres billones de euros en deuda pública y privada comprados en el mercado, enfrentado a una inflación adormecida y lejos del objetivo a medio plazo de su mandato, una economía en proceso de desaceleración y una eurozona asolada por tensiones geopolíticas como el populismo y el proteccionismo.

Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi
El redactor recomienda