Que no te den gato por liebre: el fraude del jamón afecta a 10 millones de piezas al año

Se acercan las navidades, una época estupenda para regalar(se) un jamón de Jabugo de máxima calidad. El problema surge cuando esa calidad no es real o “se usa de manera fraudulenta”, como advierte el alcalde de Jabugo (Huelva). Gilberto Domínguez asegura con preocupación que muchas empresas se apropian de la citada denominación de origen con total impunidad. Al parecer, las comunidades autónomas -con competencia para sancionar- no se están esforzando lo suficiente para poner coto al engaño.

“Cada año se venden 10 millones de piezas como Jabugo sin serlo, cuando los cerdos ni siquiera han pasado por allí”, cifra el alcalde citando estimaciones del sector. Las autoridades deben intensificar los controles y endurecer las sanciones, prosigue en declaraciones a este periódico. “Es un delito y nos hace mucho daño”, eso sin contar con el timo que supone para los consumidores.

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En este sentido, el presidente del Consejo Regulador de la antigua denominación de origen protegida Huelva (desde ahora bautizada oficialmente como DOP Jabugo) propone una especie de ‘carné por puntos’ para las empresas: “si amenazan con dejarte sin licencia, seguro que te lo piensas dos veces antes de cometer una infracción”. Guillermo García-Palacios deja claro que se trata de un problema “generalizado” que afecta a todas las DOP.

FACUA critica con dureza la escasa transparencia del Gobierno, pues no aporta datos sobre las inspecciones ni publica los nombres de las empresas sancionadas (ni la cuantía). “Andalucía y Extremadura, principales productoras de jamón con DOP, son opacas totales. Es inquietante, se basan en la confianza ciega del cliente”, denuncia Rubén Sánchez, portavoz de esta organización de consumidores. Por tanto, es difícil medir el alcance del fraude.

Según fuentes del sector, otra práctica habitual es contratar empresas ‘piratas’ que falsifican los certificados de DOP al mejor postor. “Algunos están dispuestos a pagar 50.000 euros de multa si les pillan, y luego siguen adelante con el negocio". Otra opción es engañar al Consejo Regulador (organismo adscrito al Ministerio de Agricultura) de cada denominación de origen para hacerse con el certificado oficial.

“Hay quien recurre a piensos de diseño para conseguir perfiles de ácidos grasos similares a los de un cerdo que se ha alimentado exclusivamente con bellotas”, explican esas mismas fuentes. La OCU pone el acento en la indefensión de los consumidores, pues "no tienen instrumentos para blindarse" de un fraude frente al que las autoridades, a veces, hacen la vista gorda. "No es habitual que una comunidad autónoma imponga un 'multazo' a una de las industrias alimentarias más potentes de su región", puntualiza el portavoz Enrique García.

Multas de hasta 600.000 euros

Según el R/D 1945/1983 por el que se regulan las sanciones en materia de defensa de los consumidores, se considera infracción muy grave “el fraude en cuanto al origen, calidad, composición, cantidad, peso o medida de bienes destinados al público o su presentación mediante determinados envases, etiquetas, rótulos, precintos o cualquier otra información que induzca a engaño o confusión o enmascare la verdadera naturaleza del producto”. Esta práctica está penada con multas de hasta 600.000 euros.

Algunos contratan empresas 'piratas' que falsifican los certificados de DOP y se los ofrecen al mejor postor

La Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico (ASICI) no maneja datos sobre las trampas con las denominaciones de origen porque este tema no entra dentro de sus competencias. “Nosotros nos encargamos de verificar las normas de calidad del jamón, inspeccionamos los mataderos, nos aseguramos de que los lechones estén debidamente registrados..”, explica el director gerente de ASICI, Andrés Paredes.

Sí recuerda que los clientes ahora deben guiarse por los cuatro precintos (negro, rojo, verde y blanco) en el súper para tener la garantía de que están comprando jamón ibérico. ¿Qué significa cada color?

El síndrome del cochino 'bastardo'

El negro se corresponde con el jamón de bellota 100% ibérico (su madre y padre también lo son); el rojo habla de animales del 75% de raza ibérica o del 50% de raza ibérica y que en su etapa de engorde se alimentaron con bellotas; el verde identifica al jamón de cebo de campo y puede venir de ejemplares del 100% al 50% ibéricos alimentados con piensos y hierbas; por último, el blanco marca al jamón de cebo ibérico (del 100% al 50%) alimentado en granjas con piensos de cereales y leguminosas.

No obstante, no todo el mundo está cómodo con esta clasificación. “Sólo un 7% de los 3,1 millones de cerdos sacrificados en 2016 son ibéricos puros de bellota (con precinto negro). Todo lo demás son falsos ibéricos (o ibéricos a medias) fruto de cruces”, sostienen fuentes del sector. En efecto, la cifra de ibéricos 100% de bellota no superó los 228.596 el año pasado, según los últimos datos del Ministerio de Agricultura. Predomina la etiqueta blanca (de cebo) con 1,8 millones de ejemplares sacrificados.

Además, este sistema ha generado cierta polémica porque no queda claro quién certifica la 'etiqueta' de ibérico. "De alguna manera, se ha legalizado al cochino bastardo", concluye García.