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El Gobierno constata un endurecimiento del crédito entre empresas por Cataluña
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EL CRÉDITO COMERCIAL SE RESIENTE POR LA TENSIÓN POLÍTICA

El Gobierno constata un endurecimiento del crédito entre empresas por Cataluña

El crédito comercial —el que se efectúa entre empresas— comienza a resentirse por la crisis catalana. Así lo ha detectado ya Economía, que trabaja con la hipótesis de una huelga general

Foto: El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos. (EFE)
El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos. (EFE)

El aumento de la tensión política en Cataluña se extiende como una mancha de aceite sobre el conjunto de la economía. Y, de hecho, la financiación de las actividades productivas comienza a resentirse. Esto es, al menos, lo que han constatado los altos cargos del Ministerio de Economía, que desde el pasado 1 de octubre —cuando se celebró la llamada consulta proindependencia— hacen un seguimiento diario sobre las consecuencias que tiene la cuestión catalana sobre la actividad productiva.

Y lo que se ha detectado es que el crédito comercial, que es aquel en el que el vendedor —el prestamista— concede determinadas condiciones de financiación al comprador —el prestatario—, se está endureciendo. O expresado en otras palabras, cuando una empresa vende un producto suele abrir una línea de liquidez a una empresa para asegurarse la venta y cerrar la operación, y lo que está sucediendo es que esas condiciones se están endureciendo. Hasta el punto, como sostiene un alto cargo de Economía, de que muchas empresas exigen el pago en efectivo para cubrirse ante un aumento de las incertidumbres políticas y económicas.

Lo que teme Economía es que no se trate de un fenómeno puntual vinculado al actual escenario de tensión, sino que vaya más allá a medida que se prolongue o se haga más intenso el conflicto catalán. No se descarta, incluso, el horizonte de una huelga general que agravaría todavía más las cosas.

Foto: Una urna de cartón vista durante la jornada de votación en el referéndum del 1 de octubre. (Reuters)

En todo caso, la información estadística que hoy está disponible es poco precisa sobre el impacto que está teniendo la amenaza de independencia sobre la economía, toda vez que la mayoría son indicadores retrasados y no incorporan la nueva situación. Desde Economía, se considera que el dato más significativo en las próximas semanas serán las previsiones de contratación en Cataluña durante las navidades y las rebajas de 2018, que marcarán una idea exacta de lo que está pasando. El año pasado, según Adecco, Cataluña lideró la contratación en la campaña de rebajas, con 17.500 empleos más, lo que supuso un crecimiento del 6% respecto del año anterior.

El endurecimiento del crédito comercial es especialmente significativo en el caso de las operaciones entre empresas radicadas en Cataluña y las del resto de España, que observan con preocupación un deterioro de la confianza, que recuerda a los peores años de la Gran Recesión, cuando los bancos dejaron de prestarse dinero entre sí por miedo a que la contraparte no devolviera la cantidad prestada, lo que llevó a una contracción de la liquidez sin precedentes. Lógicamente, también afecta las relaciones comerciales entre las propias empresas catalanas (el vendedor y el comprador), ya que en un clima de máxima tensión, con fuga significativa de empresas, las probabilidades de cobrar se reducen de forma relevante.

Efecto desbordamiento

La Autoridad Fiscal Independiente (AIReF) ya advirtió hace unos días de que una “perturbación” en la actividad de Cataluña supondrá un “impacto negativo adicional a través de un efecto desbordamiento, dado su profundo grado de integración con el resto de la economía española, así como su elevado peso relativo”.

Foto: Fachada de la sede corporativa de Gas Natural Fenosa en Barcelona. (EFE)

El crédito comercial, según la Central de Balances del Banco de España, afecta fundamentalmente a las pequeñas y medianas empresas, principalmente de la industria, ya que las grandes compañías tienen acceso a mecanismos de financiación no bancarios o, en el peor de los casos, pueden acudir a una entidad financiera para lograr recursos. El periodo medio de cobro supera en la mayoría de los sectores productivos los 100 días (por encima de lo que marca la ley), pero eso es, precisamente, lo que permite sobrevivir a muchas empresas, que, de esta manera, pueden vender o estar en condiciones de evitar los costes financieros.

El crédito comercial, de hecho, no es más que una línea de liquidez destinada a financiar una determinada operación, habitualmente a corto plazo. Es decir, significa una anticipación del pago de las facturas, lo que evita al comprador acudir al banco para pedir un préstamo, que siempre conlleva unos costes que el crédito comercial entre empresas elude, ya que las operaciones entre comprador y vendedor no suelen incluir un coste explícito.

Foto: (Reuters) Opinión

Su importancia en la financiación de la economía es esencial. Tan solo en 2016, y según datos del Banco de España, el saldo de crédito comercial y los anticipos de tesorería ascendieron a 368.403 millones de euros, lo que representa el 32,9% del PIB. La instrumentación del crédito comercial se efectúa, fundamentalmente, a través de facturas, pagarés, letras de cambio o certificaciones que sirven de garantía para el vendedor, que así tiene la seguridad de que podrá cobrar. Y si lo necesita, podrá acudir al banco para cobrarse la garantía.

Ahora, como se ha dicho, un número significativo de empresas, que el Ministerio de Economía no se atreve a cuantificar, exige dinero en efectivo ante el aumento de las incertidumbres financieras derivadas del proceso independentista.

Hay que tener en cuenta que las relaciones estrictamente comerciales entre Cataluña y el resto de España —aunque se han debilitado en los últimos años en favor de los mercados exteriores— son muy estrechas. En 1995, las 'exportaciones' de Cataluña al resto de España representaban el 63,5% de las ventas totales, pero ese porcentaje se ha reducido en 2016 hasta el 37,3%, de acuerdo con los datos de C-intereg, una compañía especializada en el análisis del comercio interregional español.

El aumento de la tensión política en Cataluña se extiende como una mancha de aceite sobre el conjunto de la economía. Y, de hecho, la financiación de las actividades productivas comienza a resentirse. Esto es, al menos, lo que han constatado los altos cargos del Ministerio de Economía, que desde el pasado 1 de octubre —cuando se celebró la llamada consulta proindependencia— hacen un seguimiento diario sobre las consecuencias que tiene la cuestión catalana sobre la actividad productiva.

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