El BCE es mayor comprador de bonos españoles para contener la prima de riesgo
La demanda que hay estos días de deuda llega principalmente del BCE y de los 'hedge funds' oportunistas. La prima de riesgo catalana frente a la española se ha duplicado en tres meses
El desafío independentista en Cataluña ha alcanzado una dimensión internacional y las reiteradas portadas de medios como Bloomberg o FT, unidas a las advertencias de las agencias de calificación, acaban calando en la opinión de los inversores. Así lo están reflejando hoy los mercados, con una caída ya contundente de la bolsa española (en especial de los valores catalanes) y un repunte de la prima de riesgo española. Las tensiones empiezan a aparecer en los mercados y, de ahí, siempre acaban llegando a la economía real.
La rentabilidad que exigen los inversores al bono español sube hoy hasta superar el 1,7%. Esta tensión se percibe en la prima de riesgo, que sube esta mañana unos 7 puntos básicos hasta superar los 132 puntos básicos, su nivel más alto desde mayo. Un repunte que tendrá, como consecuencia, el incremento del coste de financiación para el Tesoro.
La situación sería peor si el Banco Central Europeo (BCE) no estuviera respaldando la deuda española. Fuentes de mercado explican que el BCE y los 'hedge funds' son quienes están soportando las comprae bonos, ya que la mayor parte de los compradores están apartándose. "La demanda de bonos españoles se ha hundido", aseguran, y el principal comprador que sostiene el mercado es el BCE. En los tramos de corto sí existe cierto movimiento de 'dinero real' para ajustar la duración de las carteras, pero el largo plazo está prácticamente seco. Sólo el eurobanco y los fondos especulativos se atreven en estas sesiones a apostar por España. Es lógico que en esta situación de incertidumbre, los inversores prefieran no arriesgar, ya que nadie sabe a estas alturas cuál será el escenario futuro para la deuda del país.
La valoración actual que tiene la deuda española en el mercado no descuenta un escenario de independencia en Cataluña, de lo contrario, la rentabilidad exigida sería mucho más alta. Pero es cierto que en las últimas sesiones se aprecian ciertas dudas de los inversores, que ya no saben cuánto tiempo durará este escenario de tensión y cómo puede afectar la recuperación en el conjunto del país. Con una deuda pública que supera el 100% del PIB, España necesita urgentemente seguir creciendo, tanto para elevar la recaudación y cerrar el déficit público, como para empezar a reducir su endeudamiento.
En las últimas sesiones se aprecian las dudas de los inversores, que ya no saben cuánto tiempo durará la tensión y cómo puede afectar la recuperación
Estas compras del BCE no son extraordinarias, sino que forman parte de su programa de estímulos, con el que intenta incentivar el crecimiento y la inflación. La entidad adquiere cada mes unos 6.300 millones en bonos españoles y es lo que está haciendo estos días de inicio de octubre, aunque con algo más intensidad. Sin embargo, no puede excederse, ya que el programa tiene unos límites para evitar que la deuda se quede sin liquidez en el mercado. Como regla general, el BCE puede comprar hasta un máximo del 33% de la deuda en circulación de un emisor y el 25% de cada emisión. Este segundo límite es el mayor problema en España, por lo que la intervención de la deuda española en el mercado tiene que ser contenida.
La incertidumbre en Cataluña
Igual que España tiene un gran comprador de deuda, el BCE, Cataluña también tiene el suyo: el Tesoro español. España ha financiado un alto porcentaje de la deuda de la Generalitat a través del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) y la Facilidad Financiera (FF), hasta el punto de que posee ya el 60% de la deuda en circulación de la comunidad.
En cualquier caso, hay bonos que todavía siguen cotizando y sirven para medir cómo valora el mercado la solvencia de la Generalitat ahora que tiene sus cuentas intervenidas y que está al borde de declarar la independencia unilateralmente. Cataluña dejó de emitir deuda al inicio de la crisis, cuando los mercados le cerraron las puertas, pero quedan bonos cotizando. De los que siguen vivos, el que más monto emitido tiene es uno con vencimiento en junio de 2018, por lo que es el más líquido y responde mejor a la sensación de los inversores. Además, vence en la próxima primavera, lo que refleja a la perfección las dudas del mercado sobre su cobro.
La rentabilidad que exigen los inversores a este bono se dispara esta mañana en 30 puntos básicos hasta el entorno del 2,5%. Esta situación es totalmente extraordinaria en el mercado y refleja bien la tensión que viven ya los mercados. La mayor parte de la deuda soberana de la eurozona con vencimientos de menos de 12 meses cotiza con rentabilidades en negativo, justo lo contrario.
Si se observa el diferencial con la deuda española, lo que sería la prima de riesgo, los datos reflejan la gravedad de la situación. España tiene una emisión que vence en abril de 2018 (la más próxima a este bono catalán) y cotiza con una rentabilidad del -0,361%. Esto significa que la prima de riesgo de Cataluña con España en este plazo supera los 280 puntos básicos.
[Cataluña creó el 30% del empleo de España en septiembre]
En julio, antes de que se disparara la tensión independentista, este diferencial se situaba en el entorno de los 150 puntos básicos. Esto significa que la 'prima de riesgo' catalana con la española se ha duplicado en poco más de dos meses. Datos que reflejan que los inversores están ya muy preocupados por el futuro en Cataluña y eso que todavía tiene el respaldo financiero del Estado, que ha asegurado que en ningún momento permitirá que la región falte a sus compromisos.
El desafío independentista en Cataluña ha alcanzado una dimensión internacional y las reiteradas portadas de medios como Bloomberg o FT, unidas a las advertencias de las agencias de calificación, acaban calando en la opinión de los inversores. Así lo están reflejando hoy los mercados, con una caída ya contundente de la bolsa española (en especial de los valores catalanes) y un repunte de la prima de riesgo española. Las tensiones empiezan a aparecer en los mercados y, de ahí, siempre acaban llegando a la economía real.
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