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Los sindicatos preparan un "otoño caliente" para que la recuperación llegue a los salarios
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convocarán a los trabajadores y los jubilados

Los sindicatos preparan un "otoño caliente" para que la recuperación llegue a los salarios

El PIB ha superado los máximos previos a la crisis pero los salarios, lejos de mejorar, pierden poder adquisitivo. CCOO y UGT quieren llenar las calles con movilizaciones este año

Foto: Manifestación de la huelga general del 29 de marzo de 2012 en Ferrol. (EFE)
Manifestación de la huelga general del 29 de marzo de 2012 en Ferrol. (EFE)

Si la economía española ha superado el nivel de PIB que había antes de la crisis, ¿dónde está todo ese dinero? ¿Por qué hay dos millones menos de empleos? ¿Y por qué hay 30.000 millones menos en salarios? Los trabajadores saben que la situación general está mejorando porque figura en el INE, pero muchos no perciben esta mejoría en su día a día. Es una divergencia entre los grandes números económicos y las cuentas de la calle. La macro y la microeconomía. Los agentes sociales no fueron capaces de alcanzar un acuerdo salarial que consiguiera un reparto equilibrado de las rentas y los sindicatos se preparan ahora para recuperar sus derechos a través de la movilización de los trabajadores. El fracaso de los despachos abre paso así a la lucha en las calles.

CCOO y UGT auguran un “otoño caliente” con movilizaciones en las principales ciudades españolas para pelear por que las grandes cifras de la recuperación lleguen a toda la sociedad. “Este otoño será un otoño de movilizaciones”, señala Carlos Bravo, secretario de Políticas públicas y protección social de CCOO. Los sindicatos están “estudiando la convocatoria de una amplia campaña de información y movilización en defensa del salario, el empleo de calidad y la protección social” para la vuelta del verano, explican desde los sindicatos.

Foto: Manifestación de 2013 contra los recortes y la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa. (EFE)

España cumplirá en noviembre cinco años sin una sola huelga general, una situación extraordinaria en la historia reciente del país. En estos años los sindicatos han perdido fuerza social y se encuentran actualmente ante una situación complicada. Por una parte, son conscientes del malestar de los trabajadores por la concentración de las rentas de la recuperación. Pero, por otra, saben que ya no tienen la capacidad de movilización que alcanzaron a finales del siglo XX, por lo que el riesgo de fracaso de una huelga general es muy alto. CCOO, el sindicato de mayor tamaño, ha perdido en torno a 210.000 afiliados durante la crisis y, aunque en los últimos meses se está recuperando, su calado social se ha reducido significativamente. La huelga de noviembre de 2012 ya fue un fracaso y evidenció la mala situación del movimiento sindical. Por eso prefieren empezar por 'calentar' las calles con movilizaciones sectoriales o locales que les sirvan para medir sus fuerzas. También tratarán de caldear los ánimos con protestas que involucren a toda la sociedad (y no solo a los trabajadores), como, por ejemplo, las pensiones. ¿A quién no le preocupa su jubilación?

Estamos preparando la convocatoria de una amplia campaña de información y movilización en defensa del salario

Los sindicatos han convocado movilizaciones para defender las pensiones en distintas ciudades españolas entre el 30 de septiembre y el 9 de octubre y que se convertirán en el punto de partida de la protesta social a nivel nacional. Bajo el nombre de Marchas de los pensionistas, UGT y CCOO tratarán de “revertir o corregir” la reforma de 2013 que aprobó el Gobierno sin acuerdo con la oposición y que pone en peligro la suficiencia de las prestaciones futuras, denuncian.

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Las Marchas de los pensionistas servirán para medir la fuerza de los sindicatos ante una gran movilización de los trabajadores en defensa de la subida salarial y el empleo de calidad. Además, CCOO y UGT se apoyarán en los partidos de la izquierda para formar un bloque común. Los últimos resultados de la última encuesta del CIS refuerzan el giro del PSOE tras la llegada de Pedro Sánchez y animan la especulación sobre un cambio de Gobierno en las próximas elecciones. En ese caso, las protestas en las calles tomarán también trascendencia política.

Sánchez se apoyó en UGT y CCOO durante las primarias del PSOE para afianzar su giro a la izquierda. Más de mil sindicalistas apoyaron su candidatura con un manifiesto. Una vez en el puesto, el secretario general de los socialistas devolvió el gesto al movimiento obrero con el fichaje de Toni Ferrer para su Ejecutiva Federal. El que fuera número dos de Cándido Méndez en UGT se convirtió en junio en el secretario de Empleo del partido, lo que supone una clara muestra de complicidad entre Sánchez y el mundo sindical.

placeholder Los secretarios generales de CCOO, Unai Sordo, y UGT, Pepe Álvarez. (EFE)
Los secretarios generales de CCOO, Unai Sordo, y UGT, Pepe Álvarez. (EFE)

Los agentes sociales empezarán a negociar en septiembre el Acuerdo Estatal de Negociación Colectiva (AENC), una vez que fracasó el pacto salarial para este ejercicio. Eso significa que los trabajadores todavía tardarán en percibir los efectos positivos de la recuperación. Los convenios sectoriales y empresariales firmados hasta julio contemplan una subida salarial del 1,33%, esto es, están perdiendo capacidad adquisitiva porque ni siquiera llega a cubrir la inflación, que está en el 1,5%. Si las calles 'se calientan' en otoño, será mucho más fácil para los sindicatos arrancar a la patronal un acuerdo favorable.

Choque de expectativas

El otoño del 'año de la recuperación' puede ser, por tanto, el de mayor agitación desde 2012, año de la reforma laboral. Como explica Pere J. Beneyto, profesor de sociología de la Universidad de Valencia, la percepción de que “parece que estamos saliendo de la crisis, sí, pero unos están saliendo más que otros” es el caldo de cultivo idóneo. La gestión de la crisis no ha sido neutra, añade, por lo que la desigualdad ha aumentado –según el índice Gini, España ha sido uno de los países donde más se han acentuado– al mismo tiempo que el discurso “es el de que todo va bien”.

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El profesor de sociología de la Universidad Autónoma de Madrid Luis Enrique Alonso habla de “choque de expectativas” para definir la situación actual, en la que conviven la devaluación salarial en muchos sectores con un aumento de expectativas que no están siendo satisfechas. Como recuerdan ambos sociólogos, aunque parezca paradójico, las grandes respuestas sociales no se producen en los peores momentos de las crisis, cuando en principio deberían ser más fuertes, sino en momentos de expansión como el presente, en el que los síntomas de recuperación no se reflejan aún en los sueldos. “El miedo a perder lo poco que tienes es lo que ha bloqueado el ciclo conflictivo”, recuerda Alonso. Y, aunque aún no ha desaparecido, se ha atenuado sensiblemente.

“En los momentos en que empieza a invertirse la tendencia, la conflictividad aumenta no en términos defensivos, sino de recuperación de lo perdido en la etapa anterior”, añade Beneyto. De ahí que la mayor parte de movilizaciones que se puedan producir tanto a finales de año como en el primer trimestre del próximo vayan a ser mucho más fragmentadas y que la posibilidad de una huelga general, dada la debilidad de los sindicatos, aún esté lejana. Como recuerda Alonso, vivimos una era de “microconflictos” y no de macroconflictos, “como los de los años 60 y 70, propios de una etapa industrial tradicional”.

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Las reivindicaciones de las últimas huelgas son heterogéneas: desde las subidas salariales de los examinadores de autoescuela hasta el alivio de la carga de trabajo de los vigilantes de seguridad, pasando la equiparación con otros funcionarios de los médicos madrileños o el reconocimiento de categoría profesional de los maquinistas. Las movilizaciones sociales serán mucho más fragmentadas, en consonancia con la división social y del mercado laboral. “Aparecen nuevos actores y el conflicto es mucho más difuso, más reactivo y menos organizado, aunque los sindicatos siguen siendo importantes a la hora de crear un margen de negociación colectiva”, explica Alonso.

¿Sindicatos o movimientos sociales?

En los sectores tradicionalmente más movilizados, los sindicatos mayoritarios han cedido parte de su influencia a sindicatos del ramo, sector o actividad, como ha ocurrido con el Sector de Maquinistas de Metro. En otros, la inacción de los sindicatos tradicionales ha propiciado la aparición de movilizaciones más sociales y articuladas en forma de asociación y no de sindicato. Es el caso de Las Kellys, la asociación de camareras de piso de ámbito estatal que ha conseguido diversas victorias durante el último año, especialmente en lo concerniente a detener las externalizaciones y priorizar los convenios colectivos frente a los de empresa, al margen de los sindicatos tradicionales: “En su día consiguieron muchas cosas, pero hoy se han burocratizado e institucionalizado, y todo eso pasa factura”, explica Ángela Muñoz, una de sus portavoces.

Su caso es más cercano a la “huelga de supervivencia”, como la denominan desde el activismo: las trabajadoras recuerdan que la creciente precariedad en su sector las ha llevado a sufrir infracciones de seguridad y salud. Como recuerda Muñoz, la subcontratación y externalización de sus servicios, tan común en el sector de la hostelería, afecta a muchos sectores y es un aspecto en el que los sindicatos tradicionales han dado el brazo a torcer. “Es significativo que haya tantos colectivos en pie de lucha”, añade. “Ahora somos las 'kellys', pero también están Telepizza, Deliveroo, Correos, Coca-Cola… ¿quién no sufre a alguna empresa de externalización y subcontratación?”. El auge de las plataformas tecnológicas como Uber, tanto como competencia de viejos sectores como por sus nuevas formas de relación con el trabajador, es otro importante punto de conflicto al margen de los grandes sindicatos.

Ahora somos las 'kellys', pero también están Telepizza, Deliveroo, Correos, Coca-Cola… ¿quién no sufre la externalización?

Estas nuevas formas de organización y activismo, que han sido tremendamente visibles e influyentes durante los últimos años, se encuentran con un importante hándicap: son los sindicatos quienes están presentes en las mesas de negociación. “Quien tiene presencia y capacidad de intervención en las negociaciones laborales no es el 15M ni las mareas, son los sindicatos”, recuerda Beneyto. “Por decirlo claramente, una concentración en la plaza Mayor es portada en todos los medios, pero diariamente, en 100.000 empresas españolas hay delegados sindicales negociando los convenios, protegiendo a los trabajadores, pero eso no se ve”. El profesor añade que, desde el último trimestre del pasado año, los sindicatos han recuperado parte de la afiliación perdida durante la crisis. Un síntoma, señala, de que su capacidad de intervención puede estar recuperándose.

Si la economía española ha superado el nivel de PIB que había antes de la crisis, ¿dónde está todo ese dinero? ¿Por qué hay dos millones menos de empleos? ¿Y por qué hay 30.000 millones menos en salarios? Los trabajadores saben que la situación general está mejorando porque figura en el INE, pero muchos no perciben esta mejoría en su día a día. Es una divergencia entre los grandes números económicos y las cuentas de la calle. La macro y la microeconomía. Los agentes sociales no fueron capaces de alcanzar un acuerdo salarial que consiguiera un reparto equilibrado de las rentas y los sindicatos se preparan ahora para recuperar sus derechos a través de la movilización de los trabajadores. El fracaso de los despachos abre paso así a la lucha en las calles.

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