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La inestabilidad política lastra al euro
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la divisa sigue perdiendo terreno

La inestabilidad política lastra al euro

Pese a esto, el BCE no piensa tomar cartas en el asunto ya que su mandato no incluye emprender una “promoción internacional del euro”

Foto: El presidente del Banco Central Europeo (ECB), Mario Draghi.
El presidente del Banco Central Europeo (ECB), Mario Draghi.

La eurozona ha dejado atrás lo peor de la crisis, sí, pero el euro sigue perdiendo fuelle. Al menos en la arena internacional, donde su papel declinó en 2016. Los motivos son varios, desde un retroceso en su uso en bienes importados y exportados, como a la hora de emitir deuda. Pero la razón de mayor peso, la que lleva a más de un tercio de los inversores y actores financieros a pensárselo dos veces antes de recurrir al euro es la inestabilidad política de la eurozona.

“El mensaje es muy sencillo: el euro ha seguido perdiendo terreno como divisa internacional”, ha asegurado el miembro francés del Consejo de Gobierno del BCE, Benoît Cœuré, en un encuentro con la prensa.

Pese a esto, el BCE no piensa tomar cartas en el asunto ya que su mandato no incluye emprender una “promoción internacional del euro”. Una moneda que, no obstante, sigue siendo la segunda divisa más utilizada a nivel mundial. A lo que se suma la única nota positiva registrada en 2016 por el BCE: pese a la inestabilidad política, el año pasado, los bancos centrales aumentaron sus reservas en euros, de modo que pasó a representar un 19,7 % del total, frente al 19,4 % de 2015.

Política de alto voltaje

Los “riesgos no económicos” lastraron el euro, según el informe sobre el rol del euro a nivel internacional presentado este miércoles por el BCE. Y, muy en particular, los “eventos geopolíticos y la incertidumbre sobre las políticas económicas” que los países del euro iban a seguir. Riesgo e falta de certezas, una receta perfecta para espantar a los mercados.

Foto: Mario Draghi saluda a Luis María Linde en su visita al Banco de España (EFE)

Y eso pese a que la sensación, tanto en Bruselas como Fráncfort, es que la eurozona ha superado de una pieza un año cargado de importantes retos políticos. 2017 arrancó con las elecciones en Holanda, donde el conservador Mark Rutte logró una victoria parcial al relegar al eurófobo y ultraderechista Geers Wilders a una segunda posición. Aunque la verdadera bomba de relojería llevaba el nombre de Marine Le Pen, una amenaza considerable teniendo en cuenta que la candidata cuestionaba abiertamente el euro, que fue desactivada por el reformista y europeísta Emmanuel Macron.

Una vez estabilizada la segunda potencia de la eurozona, ya solo queda por resolver las elecciones que se celebran el 24 de septiembre en Alemania. Aunque estos comicios no mantienen en vela ni a Bruselas, ni a Fráncfort, ya se espera un resultado continuísta en política europea tanto si el socialista Martin Schulz da la sorpresa como si Angela Merkel opta a su tercer mandato. Y la expectativa, alimentada por Berlín y París, es que tras esta nueva cita electoral se pondrá en marcha un proceso de “renacimiento” europeo, en palabras de Macron. Aunque Italia, que atraviesa serias dificultades políticas y bancarias, aún podría aguar la fiesta europea.

Segunda divisa, tras el dólar

El informe del BCE muestra también que el dólar sigue siendo la líder indiscutible a nivel mundial de las divisas, acaparando el 63 % de la deuda internacional, el 64 % de las reservas extranjeras, el 59 % de los préstamos internacionales, entre otros parámetros. Y el euro se mantiene firmemente anclado en la segunda posición, por delante del yen japonés y del renminbi. A modo de comparación basta con recalcar que el 22 % de la deuda internacional y el 31 % de los pagos internacionales se hicieron en euros, frente al 2,6 % y el 3,4 % en yenes, y el 0,4 % y 1,7 % del renminbi.

Sin cambios en política monetaria a la vista (aún)

Tras el revuelo que causaron la semana pasada las palabras de Mario Draghi en los mercados, Coeuré ha enfriado hoy los ánimos. Si el presidente del BCE habló de “acompañar la recuperación ajustando las políticas” del BCE, el miembro francés del Consejo del Gobierno ha hecho hincapié en que esto introducir cambios en los estímulos monetarios no está aún sobre la mesa. “El Consejo de Gobierno no está discutiendo cambios, eso no ha pasado aún”, ha recalcado Coeuré. Es más, la volatilidad registrada la semana pasada en los mercados tras las palabras de Draghi no es, a su entender, “significativa”.

Foto: Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo. (Reuters)

Y es que el la sensación en Fráncfort es que aún es prematuro hablar de dar un paso atrás en los estímulos monetarios, con una inflación aún lejos de su objetivo del entorno del 2 % -con un 1,3 % en junio, según el adelanto de la oficina estadística comunitaria, Eurostat- y sostenida por Fráncfort. Pese a la presión redoblada de los detractores de las políticas expansionistas que encabeza Alemania, el BCE no ve hechos sustantivos que corroboren que el momento de la retirada ha llegado.

La eurozona ha dejado atrás lo peor de la crisis, sí, pero el euro sigue perdiendo fuelle. Al menos en la arena internacional, donde su papel declinó en 2016. Los motivos son varios, desde un retroceso en su uso en bienes importados y exportados, como a la hora de emitir deuda. Pero la razón de mayor peso, la que lleva a más de un tercio de los inversores y actores financieros a pensárselo dos veces antes de recurrir al euro es la inestabilidad política de la eurozona.

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