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La inversión empresarial repunta gracias a la calma política y prolonga el ciclo expansivo
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MESA REDONDA ORGANIZADA POR EL CONFIDENCIAL Y AXESOR

La inversión empresarial repunta gracias a la calma política y prolonga el ciclo expansivo

Los expertos coinciden en que España sale de la crisis con un PIB más equilibrado, pero sin abordar las reformas estructurales orientadas a cambiar el modelo productivo

Foto: Foto: Francisco Albilares.
Foto: Francisco Albilares.

La evolución de la economía española en el inicio del año ha sorprendido a todos los analistas y les ha obligado a revisar al alza sus estimaciones. A estas alturas del año, nadie se atreve a descartar que el crecimiento del PIB marque su nivel más alto de toda la recuperación, superando el 3,2% de los dos últimos ejercicios. ¿A qué se debe este optimismo? En gran medida, responde a la apuesta decidida del sector empresarial por la inversión que refleja la confianza del tejido productivo y retroalimenta el ciclo expansivo de la economía, tal y como se concluyó en la mesa redonda sobre la situación de la economía española organizada por El Confidencial y Axesor.

La inversión empresarial empezó a desacelerarse en el cuarto trimestre de 2015, coincidiendo con las elecciones del 20-D. En ese momento, la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) crecía a niveles del 6,7%, un dato que no se veía desde 2006; un año más tarde había frenado hasta el 2,2%. Este escenario apuntaba a una paulatina ralentización de la inversión, junto con el ciclo económico, pero la realidad es que muchas empresas estaban esperando a que volviera la calma al terreno político para apostar decididamente por ampliar su actividad.

El repunte de la inversión en el primer trimestre, que creció un 3,8% interanual, muestra que efectivamente, la situación política afectó al crecimiento. “Habíamos infravalorado el efecto de la incertidumbre política, que demoró la inversión”, señala Antonio Cortina, adjunto del servicio de estudios de Santander. “Vemos un impulso importante de la inversión empresarial, derivada de la inversión pospuesta el año pasado”, remarca María Jesús Fernández, economista senior de Funcas. En el mismo sentido se pronuncia José Ramón Díez Guijarro, director del servicio de estudios de Bankia: “En el primer trimestre ha habido una reactivación muy potente de la inversión”.

La confianza del sector empresarial se traduce en más empleo (con un ritmo histórico de afiliación a la Seguridad Social), mayor renta disponible para las familias y mayor consumo. Un círculo virtuoso en el que está inmersa la economía española y que está sosteniendo el crecimiento en unas tasas que eran impensables hace unos trimestres. “Este impulso que vive la economía es el resultado de la recuperación de la confianza de todos los agentes económicos”, señala Xavier Mena, catedrático de economía de ESADE Business School.

Vemos un impulso importante de la inversión empresarial, derivada de la inversión pospuesta el año pasado

Si se suman los datos del PIB del primer trimestre y los indicadores adelantados del segundo, todo parece indicar que la actividad avanzará más de un 3% en el conjunto del año. “Pensamos que la economía va a crecer en torno a un 3,1%, con una clara tendencia al alza en el último trimestre”, explica Adolfo Estévez, director de Axesor Rating. Todos los economistas asistentes a la mesa de debate El Confidencial – Axesor sobre 'la situación de la economía española' coinciden en que el ritmo de crecimiento será similar al de los dos últimos ejercicios, si no superior. Décima arriba o abajo.

España se seguirá beneficiando del petróleo barato, los tipos de interés en mínimos del Banco Central Europeo y la recuperación del comercio mundial. Todo ello permitirá sumar el quinto año consecutivo de superávit por cuenta corriente y compaginarlo con un sólido crecimiento del PIB y del consumo, algo inédito en la historia del país. Este es el principal cambio estructural de la economía española durante la crisis que al fin consigue evitar los déficit recurrentes respecto al resto del mundo. “Hasta 2008 había tendencias insostenibles, hoy creo que no hay ninguna, es el gran cambio de nuestra economía”, sostiene Domingo García-Coto, director del servicio de estudios de BME.

El país ha ganado en competitividad frente al resto del mundo, lo que ha contribuido a elevar las exportaciones y a mantener una balanza por cuenta corriente positiva. Un proceso que ha contribuido a eliminar los desequilibrios, pero que ha sido muy duro para la sociedad, ya que se ha construido a partir de la devaluación salarial. “Los efectos de la devaluación han sido extremadamente positivos, pero estamos tocando hueso ya”, advierte Daniel Fuentes, economista senior de Afi (Analistas Financieros Internacionales). “No habíamos valorado suficientemente el impacto positivo derivado de la caída de los costes laborales unitarios (CLU)”, apunta Fernández. Esta vía está ya agotada y es necesario mejorar la competitividad por otras vías. De hecho, a partir de ahora "el reto es conseguir un crecimiento más inclusivo", señala Cortina.

De la incertidumbre a la parálisis

Los economistas saben hoy que la incertidumbre política afectó a la inversión y, por tanto, al crecimiento. La formación de un Gobierno a finales de octubre en torno a la figura del presidente Mariano Rajoy sirvió para dar a las empresas certidumbre sobre el futuro y estimuló el consumo. Pero esta certidumbre tiene un punto negativo y es que nada va a cambiar, o casi nada. La fragmentación política y la feroz oposición entre los diferentes partidos ha cercenado cualquier intento por retomar el calendario reformista. Y no será por la cantidad de retos que todavía tiene que solucionar el país. Los expertos temen que esta parálisis política deje a España fuera de los cambios estratégicos que están ocurriendo en el mundo.

“El desafío ahora es retomar la agenda de reformas estratégicas para ganar productividad”, señala Fuentes. Los analistas coinciden en las recetas: España tiene que priorizar el crecimiento de las pymes y la formación de los trabajadores. “En igualdad de tamaño, las empresas españolas compiten en el exterior, el problema es que tenemos muchas muy pequeñas”, indica Fuentes. Los esfuerzos del sector público deben centrarse más en eliminar trabas al crecimiento, que en fomentarlo: “Existen incentivos fiscales y regulatorios para que las empresas no crezcan”, lamenta García-Coto.

Las empresas de menor tamaño son menos productivas y tienen limitado su acceso a los mercados de financiación, lo que dificulta la inversión. Esto hace que sean totalmente dependientes de los créditos bancarios, lo que expone su negocio a la salud de la banca. “La financiación de mercado está preparada, pero las empresas de pequeño tamaño no son capaces de aprovecharla”, apunta el director del servicio de estudios de BME.

El desafío ahora es retomar la agenda de reformas estratégicas para ganar productividad

La fragmentación política puede considerarse también un cambio estructural con el que España tendrá que convivir en el futuro. “Tenemos problemas nuevos, como tener gobiernos en minoría”, apunta Cortina. Las diferentes formaciones tendrán que adaptarse a negociar y a pactar con otros partidos para seguir impulsando cambios normativos para seguir el ritmo del resto del mundo.

Cambiar el modelo productivo en una crisis económica es una tarea imposible, en esos momentos las empresas tienen que sobrevivir, pero una vez se ha asentado la recuperación, es el momento de mirar al futuro. Los expertos aconsejan poner el foco en la revolución digital, de la que Europa se está quedando al margen. Sería la mejor opción para ganar productividad y crear una economía competitiva en el futuro. “En el largo plazo, la clave está en si la economía española es capaz de subirse a la cuarta revolución industrial”, remarca Fernández “y ahí tengo más dudas”. “El gran reto estratégico es cómo nos subimos a la economía digital”, señala Mena. Un objetivo que requiere la máxima concienciación y determinación de los diferentes actores económicos.

La evolución de la economía española en el inicio del año ha sorprendido a todos los analistas y les ha obligado a revisar al alza sus estimaciones. A estas alturas del año, nadie se atreve a descartar que el crecimiento del PIB marque su nivel más alto de toda la recuperación, superando el 3,2% de los dos últimos ejercicios. ¿A qué se debe este optimismo? En gran medida, responde a la apuesta decidida del sector empresarial por la inversión que refleja la confianza del tejido productivo y retroalimenta el ciclo expansivo de la economía, tal y como se concluyó en la mesa redonda sobre la situación de la economía española organizada por El Confidencial y Axesor.

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