Los hogares vuelven a endeudarse por primera vez en toda la recuperación
Las familias recurren al crédito bancario y al mercado para financiar su consumo, pero también siguen amortizando su deuda hipotecaria, que ya es menos del 80% de su renta
Como si se tratase de un juego de efecto dominó, las diferentes palancas de la recuperación se van activando y empujan a su vez a la siguiente. La recuperación de la confianza de las familias, unida al saneamiento del sector financiero, ha provocado que los hogares hayan vuelto a endeudarse, en especial para consumir, lo que muestra el nivel de optimismo de los españoles. Las familias llevaban desde 2010 en un proceso acelerado de desapalancamiento, en parte forzado por la ausencia de nuevo crédito; sin embargo, en 2016 volvieron a aumentar su deuda total. La recuperación del empleo y de las rentas salariales ha contribuido decisivamente a que los hogares hayan vuelto a pedir deuda para consumir.
Según los datos publicados por el Banco de España, el pasivo total de los hogares creció el equivalente al 1% de la renta bruta disponible (RBD). Es el primer incremento de la deuda de las familias desde el año 2011. El proceso de desapalancamiento de los hogares fue muy intenso en los peores años de la crisis. Por ejemplo, en 2013 las familias llegaron a amortizar deudas equivalentes al 6% de la renta disponible. Este proceso se prolongó durante el inicio de la recuperación, pero en 2015 ya se percibió la primera señal de cambio: el crédito al consumo volvió a crecer, con un avance del 0,6% de la RBD. En 2016, esta deuda para el consumo aceleró su ritmo de crecimiento hasta aumentar un 1% de la RBD.
Además, los hogares han mejorado su acceso a deuda no bancaria (de mercado), lo que ha permitido diversificar la fuente de financiación. Así, aunque la deuda bancaria se redujo (por la amortización de créditos hipotecarios), el pasivo total de las familias volvió a aumentar el equivalente al 1% de la renta bruta.
Además, la recuperación del mercado inmobiliario provocó que la amortización de deuda hipotecaria se redujese hasta ser la menor en cuatro años. Aunque las familias siguen devolviendo la deuda de su vivienda, el flujo de nuevo crédito provoca que el ajuste sea más lento. Si en 2015 devolvieron el equivalente al 3,3% de la RBD, en 2016 amortizaron el 2,5%, casi un punto menos. Gracias a este esfuerzo para devolver los créditos, los hogares ya deben menos del 80% de su RBD a los bancos en créditos hipotecarios, el mejor nivel de toda la crisis.
Pérdidas para los inversores
En 2016 ocurrió otro efecto novedoso en toda la recuperación: los mercados financieros dejaron de repartir beneficios y la mayor parte de los hogares perdieron dinero en bolsa y renta fija. Esto no ocurría desde 2012, año en que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, anunció que haría “lo que sea necesario para salvar el euro" y, con ello, calmó a los mercados. Al año siguiente a la intervención de Draghi, las familias vieron cómo su riqueza aumentó un 9% gracias a la revalorización de sus activos.
El avance se moderó en los dos años siguientes, aunque siguió siendo positivo (un 2% en 2014 y un 3,5% en 2015), pero en 2016 volvieron las pérdidas. Aunque fueron moderadas, las familias perdieron en torno al 0,3% del valor de sus activos por la mala evolución de los mercados. La bolsa tuvo un comportamiento ligeramente negativo (el Ibex perdió un 2%), pero el principal impacto negativo estuvo en la renta fija, ya que los bonos y las letras dejaron de apreciarse al ritmo al que lo habían hecho y, en algunos casos, registraron pérdidas importantes.
A pesar de este escenario complejo, las familias aceleraron su inversión hasta niveles que no se habían visto desde 2010, con un avance del 1,5%. El aumento de la renta disponible permitió elevar al mismo tiempo el consumo y el ahorro, lo que generó este avance de la inversión. De este modo, aunque el valor de sus carteras se redujo, la riqueza financiera neta creció un 1,1%, muy lejos del 4% que aumentó en el ejercicio anterior. La mayor parte de la inversión se concentró en fondos de inversión, depósitos y seguros y planes de pensiones, mientras que se redujo la participación en títulos de renta fija y acciones.
Este tímido avance de los activos financieros, unido al repunte de la deuda neta, hizo que la riqueza neta de los hogares se estancara por primera vez desde el inicio de la crisis económica. En total, las familias conservan activos financieros equivalentes al 184% de su renta disponible, esto es, casi la renta conjunta de dos años.
Como si se tratase de un juego de efecto dominó, las diferentes palancas de la recuperación se van activando y empujan a su vez a la siguiente. La recuperación de la confianza de las familias, unida al saneamiento del sector financiero, ha provocado que los hogares hayan vuelto a endeudarse, en especial para consumir, lo que muestra el nivel de optimismo de los españoles. Las familias llevaban desde 2010 en un proceso acelerado de desapalancamiento, en parte forzado por la ausencia de nuevo crédito; sin embargo, en 2016 volvieron a aumentar su deuda total. La recuperación del empleo y de las rentas salariales ha contribuido decisivamente a que los hogares hayan vuelto a pedir deuda para consumir.