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Caso Banco Mundial: de la caída de Alberto Nadal a la renuncia forzada de Soria
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eL SECRETARIO DE ENERGÍA ASPIRABA AL PUESTO

Caso Banco Mundial: de la caída de Alberto Nadal a la renuncia forzada de Soria

Soria estaba convencido de su nombramiento en el Banco Mundial, hasta el punto de presentar su candidatura en competencia con su antiguo número dos, Alberto Nadal

Foto: Soria y Nadal, durante la toma posesión del segundo como secretario de Estado. (EFE)
Soria y Nadal, durante la toma posesión del segundo como secretario de Estado. (EFE)

El cargo de director ejecutivo del Banco Mundial era también el principal objeto de deseo del actual secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal. De hecho, el número dos del Ministerio de Industria había presentado su candidatura oficial al puesto hacía meses, y en todo caso mucho antes de que irrumpiera en el supuesto ‘concurso de méritos’ el exministro José Manuel Soria. Al final, la Comisión de Evaluación encargada de seleccionar a los representantes españoles en las instituciones financieras internacionales (IFIs) se decantó por el jefe, dejando con la miel en los labios al subordinado. La renuncia formalizada ayer por el propio interesado y forzada por el Gobierno –según su propia confesión– ha salvado, al menos aparentemente, la reputación de Rajoy, pero ha dejado marcados al resto de implicados.

Tanto Alberto Nadal como su mujer, Eva Valle, directora general en la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno, habían decidido cambiar de aires con la nueva legislatura, poniendo en valor sus hojas de servicios como altos cargos de la Administración pública. La condición profesional de ambos como economistas del Estado les catapultaba para un destino especial en Washington o, al menos, eso era lo que se presumía tras la formalización de sus respectivas solicitudes al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (FMI).

Soria renuncia a su candidatura para el Banco Mundial

El principal obstáculo de la candidatura residía en las reticencias del Ministerio de Economía a facilitar un traslado del matrimonio a dos cargos vecinales y que suelen ser los más apetecidos en este tipo de convocatorias públicas, por las que suspiran los más agraciados técnicos comerciales y economistas del Estado (Tecos). El ministro Luis de Guindos no terminaba de ver con buenos ojos la conveniencia de expedir un doble pasaporte, y los responsables de convalidar la autorización estaban calibrando las susceptibilidades que podrían generarse en un momento de especial sensibilidad política.

En esas estábamos cuando de manera inopinada y a última hora llegó la solicitud del exministro José Manuel Soria, que llevaba tiempo sondeando diversas opciones para poner también tierra de por medio y pasar página a la particular peripecia que le obligó a salir del Gobierno el pasado mes de abril. Soria se descolgó con la candidatura al Banco Mundial en julio, cuando todo hacía presagiar que el cargo de director ejecutivo estaba prácticamente adjudicado a quien ha sido curiosamente su máximo colaborador durante los momentos más complicados en la gestión al frente del Ministerio de Industria.

Alberto Nadal y su esposa, directora general en la Oficina Económica de Presidencia, querían cambiar de aires. La candidatura de Soria llegó a última hora

No en vano, el papel de Alberto Nadal fue determinante para abordar todo el proceso de reforma energética que heredó tras el fiasco en el cargo de secretario de Estado de su antecesor, Fernando Marti, actual presidente del Consejo de Seguridad Nuclear. Marti salió del Ministerio de Industria sin aportar prácticamente ninguna solución contra el temido déficit de tarifa, que llegó a alcanzar la cifra de 30.000 millones de euros y que se convirtió en uno de los grandes desafíos del Gobierno de Mariano Rajoy en la última legislatura efectiva del Partido Popular en el poder.

Nadal puso orden en el conflicto de intereses energético, enfrentándose a los distintos colectivos empresariales del sector, desde las grandes compañías del Ibex hasta los nuevos promotores de parques renovables, que habían construido sus expectativas de rentabilidad sobre la base de las descomunales primas comprometidas por el antiguo ministro socialista, Miguel Sebastián. Con todo este bagaje a cuestas, el todavía secretario de Estado esperaba que su salto al Banco Mundial fuera respaldado sin mayores impedimentos por parte del Gobierno, en clara contrapartida a los enormes servicios prestados.

La sorpresa del candidato fue mayúscula al comprobar que su antiguo jefe había decidido a última hora hacerle la competencia. José Manuel Soria reforzaba su aspiración en el convencimiento de que su carrera política había sido abortada de manera traumática y estimaba, hasta ayer mismo, que nadie podía impedirle ahora su promoción para un cargo que, en su opinión, no tiene nada que ver con su anterior experiencia como ministro. En sentido estricto, la teoría podía avalar la posición de Soria, aunque en el Partido Popular son cada vez más los que piensan que “la teoría es el mayor enemigo de la práctica” y en realidad el eventual cargo como director ejecutivo del Banco Mundial es consecuencia de una representación institucional que no es ajena a cierto tipo de connotaciones políticas.

La renuncia de Soria ayer por la tarde se producía tras intensos contactos con Luis de Guindos. La revuelta interna en el PP no permitía ya muchas más salidas

Todas estas reflexiones, expresadas en voz alta dentro y fuera del Gobierno, han sido determinantes para que Soria tirase la toalla en la tarde de ayer después de mantener intensos contactos con su principal valedor y amigo personal, Luis de Guindos. Los cantos de sirena para que el exministro renunciase a su candidatura se sucedieron durante todo el pasado fin de semana y también a lo largo de la jornada del lunes. El interesado se mantuvo en sus trece en un principio, pera la crecida de la riada obligó a una rectificación que ha supuesto no poco alivio tanto en el Palacio de la Moncloa como en Génova, y también en el Ministerio de Economía.

Los nombramientos en las IFIs vienen dados por la cuota asignada al Reino de España en dichos organismos supranacionales. El acuerdo tácito entre los principales partidos políticos favorece desde hace años las candidaturas de aquellos técnicos comerciales y economistas del Estado que han realizado tareas gubernamentales y que están afectados por la actual legislación sobre incompatibilidades cuando cesan en su puesto. De ahí que muchos altos cargos hayan buscado una salida fuera de España que les ayude a ‘sufrir’ el supuesto destierro profesional. Esta práctica ha sido moneda de uso corriente tanto con los gobiernos del PSOE como en los del PP, y servirá de base argumental a Luis de Guindos para justificar en el Congreso los motivos que propiciaron la elección de Soria. El hecho de que el exministro haya renunciado no impide que el resto de grupos políticos insistan en pedir explicaciones al Gobierno.

El cargo de director ejecutivo del Banco Mundial era también el principal objeto de deseo del actual secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal. De hecho, el número dos del Ministerio de Industria había presentado su candidatura oficial al puesto hacía meses, y en todo caso mucho antes de que irrumpiera en el supuesto ‘concurso de méritos’ el exministro José Manuel Soria. Al final, la Comisión de Evaluación encargada de seleccionar a los representantes españoles en las instituciones financieras internacionales (IFIs) se decantó por el jefe, dejando con la miel en los labios al subordinado. La renuncia formalizada ayer por el propio interesado y forzada por el Gobierno –según su propia confesión– ha salvado, al menos aparentemente, la reputación de Rajoy, pero ha dejado marcados al resto de implicados.

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