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Los impuestos que pagan las empresas caen a un mínimo del 8,3% de sus beneficios
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la recaudación sube hasta los 20.649 millones

Los impuestos que pagan las empresas caen a un mínimo del 8,3% de sus beneficios

Los beneficios empresariales han vuelto a crecer en 2015. Pero la recaudación continúa en niveles de 2002 por la baja tributación. El tipo medio se situó el año pasado en el 8,3%

Foto: El ministro de Hacienda en funciones, Cristóbal Montoro. (EFE)
El ministro de Hacienda en funciones, Cristóbal Montoro. (EFE)

La recaudación tributaria por el Impuesto de Sociedades volvió a subir en 2015 tras dos años en retroceso. En concreto, creció un 10,3%, hasta los 20.649 millones de euros. Pero los tipos efectivos -lo que realmente pagan las empresas a Hacienda después de eliminar deducciones- siguen hundidos. Hasta el punto de que el año pasado cayeron hasta el 8,3%, lo que supone el mínimo porcentaje desde que se disponen de series históricas. Para hacerse una idea de cómo ha evolucionado esta partida, hay que tener cuenta que en 1999 el tipo de gravamen efectivo sobre el resultado contable de las empresas era equivalente al 22,7%.

Los tipos impositivos sobre resultado contable son una de las formas de medir la presión fiscal que recae sobre las empresas, y tienen en cuenta los resultados obtenidos en todo el mundo. Esto quiere decir que, dado que sus filiales pagan impuestos allí donde están radicadas, hay que descontar esos tributos para evitar que exista doble tributación. Y entonces, el resultado es muy distinto. Según los datos provisionales de la Agencia Tributaria, el año pasado el tipo efectivo sobre la base imponible se situó en el 19,5%, lo que supone casi un punto menos que en 2014. En todo caso, lejos, muy lejos, del tipo general del Impuesto de Sociedades, un 28% en 2015 y un 25% este año.

En el año 2005, en pleno 'boom' económico, se llegó a registrar una presión tributaria media del 27,7%, y ese nivel marca el máximo en términos de base imponible. Es decir, en relación a lo que tributan en España.

La diferencia entre ambas formas de medir lo que pagan las empresas en relación a sus beneficios es significativa. Fundamentalmente, porque en determinadas ocasiones se esconde toda una estrategia de las sociedades para aminorar su carga tributaria. En particular, expatriando o deslocalizando beneficios logrados realmente en España para pagar menos a Hacienda, no repatriando ganancias obtenidas en el extranjero o inflando los precios de transferencias entre filiales de un mismo grupo empresarial.

El problema es tan relevante que la OCDE ha lanzado una auténtica cruzada para evitar que las grandes empresas continúen erosionando las bases imponibles del Impuesto de Sociedades. En particular, las compañías multinacionales, debido al ensanchamiento de la globalización. De hecho, los ingresos tributarios por Sociedades -poco más de 20.000 millones de euros- se sitúan en estos momentos en niveles del año 2002, lo que revela el deterioro de la recaudación por esta vía, que no se explica solo por el fuerte descenso de los beneficios empresariales que se ha producido por la crisis.

Beneficios domésticos

Las cifras de la Agencia Tributaria apuntan en esa dirección. En 2006, año que marca un hito en los resultados empresariales, el resultado contable de las empresas españolas incluyendo sus filiales en todo el mundo alcanzó los 209.642 millones de euros. Ese año, sin embargo, las bases imponibles consolidadas (por lo que tributaron en España) ascendieron a 158.332 millones. Es decir, sus beneficios nacionales representaban el 75% de los beneficios totales.

En 2015, sin embargo, un año en el que las ganancias de las empresas en territorio español han subido con fuerza por la mejora de la actividad económica, el resultado contable ha sido de 233.997 millones de euros, sin embargo, las bases imposibles del impuesto de sociedades (sobre lo que grava Hacienda) apenas han llegado a los 60.088 millones de euros. Por lo tanto, apenas representan un 25%, lo que da idea de la erosión de las bases imponibles que se estáproduciendo en el Impuesto de Sociedades.

Una parte de esa diferencia tiene que ver, lógicamente, con el proceso de internacionalización de las empresas españolas, que han tenido que acudir a los mercados internacionales para compensar la caída de la demanda doméstica. Pero, en otros casos, se trata simple y llanamente de la puesta en marcha de mecanismos destinados a erosionar las bases del Impuesto de Sociedades mediante una planificación fiscal que la OCDE considera “agresiva”.

Las cifras de la Agencia Tributaria muestran un crecimiento continuado en el número de declarantes hasta 2007, pero desde entonces se han estabilizado en 1,4 millones. Lo que se aprecia desde el inicio de la crisis es una paulatina pérdida de peso del número de declarantes calificados como grandes empresas (GE) a efectos tributarios, hasta situarse en el 1,6% observado en 2013. Si se suman todos los empresarios (por IRPF y por Sociedades, individuales y societarios), el número total se situó en 2013 -últimos datos disponibles- en 4,79 millones, con un ligero aumento del 0,5%.

La recaudación tributaria por el Impuesto de Sociedades volvió a subir en 2015 tras dos años en retroceso. En concreto, creció un 10,3%, hasta los 20.649 millones de euros. Pero los tipos efectivos -lo que realmente pagan las empresas a Hacienda después de eliminar deducciones- siguen hundidos. Hasta el punto de que el año pasado cayeron hasta el 8,3%, lo que supone el mínimo porcentaje desde que se disponen de series históricas. Para hacerse una idea de cómo ha evolucionado esta partida, hay que tener cuenta que en 1999 el tipo de gravamen efectivo sobre el resultado contable de las empresas era equivalente al 22,7%.

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